Aécio Neves: «En Brasil, Dilma ya no gobierna»

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crisis-en-brasil-2106288w620Libertas Quae Sera Tamen, Libertad, aunque sea tardía. Nada expresa mejor la actitud de estos días del líder de la oposición brasileña, el senador Aécio Neves, que el lema escrito en latín sobre la bandera de su estado natal de Minas Gerais, usado por los rebeldes que en 1789 se sublevaron contra la corona portuguesa.

Como los insurgentes de esa fallida asonada -hoy considerados los primeros patriotas de Brasil-, a Neves, presidente del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), no le preocupa que el movimiento a favor del impeachment de la presidenta Dilma Rousseff haya sufrido golpes.

En una entrevista exclusiva con LA NACION, dijo que él cree que el gobierno da cada vez más muestras de incapacidad, y tarde o temprano acabará con el ciclo de poder del Partido de los Trabajadores (PT).

«Tenemos una presidenta que ya no gobierna más, apenas cumple los ritos constitucionales. Entregó todo el poder a los miembros de su base aliada, al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), a quienes despreció durante su primer mandato, y transfirió la conducción política al ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, su mentor. Tercerizó la conducción de la economía en Joaquim Levy, alguien que siempre defendió tesis que ella misma rechazaba. Está muy debilitada, ya no tiene la confianza de nadie», afirma Neves, durante la entrevista, concedida en su oficina en una de las dos torres anexas al Congreso en Brasilia.

Neves piensa que Rousseff no logrará acabar su segundo mandato, a fines de 2018. Asegura que no lo dice por el rencor de haber perdido por apenas tres puntos frente a ella las elecciones de hace exactamente un año, durante cuya campaña, según él, el PT quebró al país para mantenerse en el poder.

«Cada día tengo más dudas por una razón: ella perdió el activo más valioso que un gobernante puede tener para superar un momento de crisis, la credibilidad. Al hacer el mes pasado una reforma ministerial que no tenía como objetivo mejorar la gestión pública, sino atender las presiones de los partidos aliados que le prometieron algunos votos en el Congreso, Dilma se alejó de la sociedad, la gente ya no confía en ella», explica.

Desde la oficina de Neves en el piso 11, la Plaza de los Tres Poderes se ve tranquila. Pero las relaciones entre el Palacio del Planalto, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal están en ebullición, como a las altas temperaturas que caracterizan este período de sequía en la región del Cerrado, corazón de Brasil.

Dos semanas atrás, el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) decretó que durante 2014 Rousseff había realizado maniobras fiscales para maquillar el déficit público, dándole a la oposición en el Congreso la base jurídica que le faltaba para iniciar un proceso de juicio político. Asimismo, el Tribunal Superior Electoral (TSE) decidió abrir una investigación ante sospechas de que la campaña de Rousseff y su vicepresidente, Michel Temer (del PMDB), recibió dinero del esquema de sobornos en Petrobras.

-¿Cuáles serán los próximos pasos si no se logra avanzar en elimpeachment?

-El impeachment no es la única agenda de la oposición. Es responsabilidad de la oposición dar seguimiento a lo que determina la ley, garantizar que los tribunales hagan su trabajo y, en última instancia, que el Congreso se manifieste. La duración del mandato de Dilma está condicionada menos por los movimientos en la Cámara de Diputados que por la capacidad que ella tiene que demostrar para gobernar Brasil, sacar al país de esta parálisis en la que nos hundió.

-¿Llegará Rousseff al final de su mandato?

-Tendrá muchas dificultades. Pero me gustaría aclarar que para nosotros, la oposición, el impeachment no es una obsesión, no es un capricho nuestro. Lo que no podemos hacer es ignorar los hechos, presuntos crímenes, y crear un salvoconducto para la presidenta. El impeachment es un proceso muy traumático, pero para el país sería peor dejar que los crímenes quedaran impunes. Las propias instituciones le ofrecen a la presidenta la posibilidad de defensa, y será ella quien tenga que convencer al Congreso de que merece seguir gobernando al país.

-¿Teme que en caso de un impeachment haya convulsión social?

-Ésa es siempre la amenaza de los regímenes totalitarios y populistas. Cuando estos regímenes se debilitan -y en nuestra región tenemos varios ejemplos, particularmente el de Venezuela- empiezan con ese discurso divisorio de «nosotros o ellos», de «las elites contra los pobres», buscando generar más conflictos para aferrarse al poder. Y son los supuestos beneficiados de esos regímenes, los más pobres, quienes pagan más caro por la incompetencia en la gestión económica: desempleo, inflación, desabastecimiento… Son cosas que vemos en un alto grado en Venezuela, pero que también están comenzando a ocurrir en Brasil.

-Rousseff acusa a los opositores de golpistas y dice que no tienen autoridad moral para impulsar su juicio político?

-Reacciona con una falsa indignación como si eso la eximiera de sus responsabilidades. Desde la oposición no reconocemos en ella autoridad moral para criticarnos. Ella quebró al país para ganar la reelección, su política económica incompetente nos ha llevado a la recesión, asistió pasivamente al mayor asalto en la historia a Petrobras. Hoy insiste en la que fue la principal marca de su campaña electoral: la mentira. Según las encuestas, más del 85% de los brasileños, muchos de los cuales votaron por ella, reconocen que mintió durante la campaña y se sienten engañados, defraudados por ella.

-¿Cuáles serían las consecuencias si Rousseff se mantiene en el poder hasta 2018?

-Ya tenemos una situación de «pato rengo» y eso empeorará a costa de la economía. La situación es extremadamente aguda, tan sólo este año se perdieron un millón de puestos de trabajo, tenemos una inflación del 10% que castiga especialmente a los más pobres, hay 50 millones de brasileños que tienen sus pagos en mora por más de 90 días y la tendencia, con el alto nivel de intereses, es que eso aumente, hay una proyección de recesión este año de alrededor del -3% y de -1% para 2016… No veo que este gobierno tenga la capacidad para recuperar la credibilidad, para atraer las inversiones necesarias para que le economía vuelva a crecer, y tenemos un ambiente internacional cada vez más negativo para la economía de Brasil. Lo triste es que aún le quedan tres años de mandato; por eso dudo que los brasileños tengan paciencia para soportar tres años más a una presidenta que no tiene autoridad.

-Si la presidenta intentara formar un gabinete de unidad nacional, e invitase al PSDB a formar parte, ¿usted lo aceptaría para salvar al país?

-Con el comando de Dilma no hay salvación a corto plazo para Brasil. Ella perdió esa oportunidad. Cuando ganó las elecciones yo fui de los primeros en felicitarla; le dije que su principal misión era unir al país. Le di una señal clara de que estábamos dispuestos a discutir juntos una agenda nacional común, con los cambios que el país necesita en la administración pública, la gestión económica. Pero el desprecio de ella fue absoluto. Ya ese día reaccionó con la arrogancia de siempre, como si hubiera vencido con el 90% de los votos y no en la elección más ajustada de la historia del país. Dio la espalda a todas las propuestas de la oposición en el Congreso. No se puede dialogar con alguien en quien no se confía, y nosotros no confiamos en el PT.

-El PT lleva 12 años en el poder, ¿eso favoreció la corrupción?

-En estos años, el PT se adueñó del Estado en beneficio de su proyecto de poder. Es algo que han revelado las investigaciones en los casos del mensalão y el petrolão. El PT manipuló los indicadores fiscales y sociales, interfirió en las empresas públicas para financiar sus campañas electorales. Todas esas acciones llegaron a su nivel más alto el año pasado, para garantizar la reelección de Dilma.

-¿Qué responsabilidad tiene Lula en lo que ocurre en Brasil?

-Tanto él como la presidenta tienen responsabilidades que no pueden ser transferidas. El declive económico se inició en el segundo mandato de Lula, cuando empezó a abandonar los pilares macroeconómicos establecidos en el gobierno anterior, que él había mantenido durante su primer mandato, y se deterioraron por completo ahora. Lula es corresponsable porque fue quien en 2010 utilizó todo su poder para hacer elegir a Dilma, que no estaba preparada para ser presidente. Se corrompió el Estado para que el PT se mantuviera en el poder, pero como el dinero que manejaron era tanto, sobró para el enriquecimiento ilícito de muchos.

La Nación

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