La escalofriante cifra difundida por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) es estimada y está basada testimonios de supervivientes y corresponde a los tres naufragios consecutivos del miércoles, jueves y viernes pasado, dijo la vocera de la agencia de la ONU, Carlotta Sami.
Fue ella quien precisó que «550 personas que se encontraban a bordo de un barco que naufragó el jueves están desaparecidas, otras 100 aproximadamente podrían estar atrapadas en la bodega de un barco que se hundió el miércoles y un número desconocido de personas está desaparecido tras un naufragio ocurrido el viernes».
Los sobrevivientes dijeron, de acuerdo a los datos de Acnur, que hay más personas desaparecidas de otros barcos.
«Si sumamos estos terribles números, calculamos que hay al menos 700 víctimas, aunque no estamos seguros en cuanto a las cifras y la identidad de las víctimas», explicó Sami.
Los últimos días fueron muy intensos para la Guardia Costera de Italia, la encargada de coordinar el rescate de casi 13.000 personas en diversas operaciones desplegadas en el Mediterráneo, concretamente en el Canal de Sicilia, que separa la isla homónima de la costa norafricana de Túnez.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), de los 13.000, poco menos de 1.700 refugiados lograron llegar a la costa italiana, se encontraron 50 cadáveres y fueron rescatadas en altamar más de 10.000 personas, consignó la agencia de noticias DPA.
Los refugiados y migrantes que fueron rescatados en altamar están llegando progresivamente a distintos puertos italianos: sólo este domingo llegaron a Messina, Sicilia, 382 personas y a Palermo, unas 600, según datos difundidos por la agencia de noticias EFE.
El buen tiempo y la condiciones propicias del mar fueron el detonante esta semana para que miles de refugiados e inmigrantes prueben suerte y arriesguen su vida para cruzar el Mediterráneo y llegar a Europa, lo que evidencia con cada vez más claridad la magnitud de la emergencia migratoria.
Los cierres de las fronteras internas y externas de la Unión Europea (UE) para frenar el avance de los refugiados hacia los países más ricos y desarrollados del norte europeo, y el acuerdo firmado entre el bloque regional y Turquía para deportar masivamente a los refugiados, forzaron a miles de personas a volver a utilizar la ruta desde África, una vía mucho más peligrosa.
La situación no es nueva.
Hay cifras, imágenes de barcazas hundiéndose y de la desesperación humana en primera plana que se vuelven a repetir en los últimos años, a medida que el verano anuncia su llegada en el hemisferio norte.
Ya en octubre de 2013, cuando murieron 366 refugiados y migrantes cerca de Lampedusa, a unos 100 kilómetros de Túnez, los líderes de la UE prometieron que nunca permitirían que volviese a producirse una tragedia similar.
Pero la gente se sigue ahogando antes de llegar a Italia, el principal destino de los refugiados y migrantes.
Ante este panorama, este domingo, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, abrió el paraguas y advirtió que el problema sólo puede afrontarse de raíz, con ayuda al desarrollo y a la seguridad que evite que los refugiados y migrantes salgan de sus países.
«Salvarlos en el mar sin una estrategia para África no es una solución. Necesitamos ayudarlos en casa, para empezar invirtiendo en ayuda internacional al desarrollo», dijo Renzi en una entrevista publicada este domingo por el diario católico Avvenire.
Tres días antes, durante la cumbre del G7 en Japón, Renzi dijo que incluso la OTAN podrían empezar a rescatar a refugiados y migrantes en el Mediterráneo, pero insistió en que «el mar es el peor lugar para salvarlos».
Entre sus propuestas, el italiano sugirió que la UE podría ofrecer a las naciones africanas dinero y cuotas de acceso de trabajadores, estudiantes e investigadores a cambio de que esos países endurezcan sus controles fronterizos.
«O Europa (sigue estas propuestas) o tendremos que hacerlo en solitario. No hay tiempo que perder», reforzó al tiempo que pidió negociar con Libia un «acuerdo serio para intentar contener las salidas», una propuesta que parece similar a la que la UE selló con Turquía para frenar la otra gran ruta de refugiados.
El país del norte de África, situado frente a las costas de Italia, se encuentra sumido en el caos desde el derrocamiento de Muamar Kaddafi en 2011.
Según publicó DPA, los traficantes de personas aprovecharon esa situación para ampliar libremente sus travesías hacia Italia y, según el director de la misión libia de la OIM, Othman Belbeisi, en su país hay entre 700.000 y un millón de refugiados, aunque «nadie sabe cuántos quieren ir a Europa».
«Todas las víctimas que estamos sacando del mar son la prueba de lo alejada y retrasada que está Europa en sus relaciones con los países africanos», afirmó tajante el sábado el ministro de Interior italiano, Angelino Alfano.
Entre las cifras de la OIM, entre el 19 y el 26 de mayo sólo llegaron a Grecia 272 refugiados, mientras que 5.674 entraron en Italia.
La ruta a Grecia quedó prácticamente cerrado tras el acuerdo entre la UE y Turquía para bloquear la frontera e iniciar deportaciones masivas.
Parte del cierre de la ruta que pasa por Grecia y continúa por los Balcanes fue reforzada este domingo cuando el gobierno búlgaro desplegó más policía en su frontera sur y devolvió a Atenas a unos 60 refugiados afganos, entre ellos mujeres y niños, luego que estos lograran escapar a la operación policial helena que desmanteló por completo el campo improvisado y precario donde vivían, al lado de la frontera, Idomeni.
El primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, dio la orden de reforzar las medidas de seguridad a lo largo de los 500 kilómetros de frontera sur que comparte con Grecia y, más tarde, el jefe de la policía de fronteras de ese país, Antonio Angelov, sostuvo que desplegaron más tropas.
A diferencia de la frontera exterior de la UE entre Bulgaria y Turquía, que es más corta, Sofía aún no construyó una valla en la frontera entre Bulgaria y Grecia. Sin embargo, el gobierno ya anunció que lo hará en los próximos meses.
Desde principio del año pasado, la OIM estima que más de 1,3 millones de refugiados y migrantes lograron cruzar el Mediterráneo y llegar a Europa, donde después de un breve período de bienvenida, se encontraron con muros, vallas, represión y xenofobia.
En un nuevo intento desesperado por atraer la atención de los gobernantes europeos y sus sociedades, Carlotta Sami, escribió este domingo en su cuenta de Twitter: «Domingo contando víctimas. Macabro ejercicio: ¿se dará cuenta el mundo de que más de 700 personas merecerían un viaje seguro?».
Fuente: Telam