Los expertos ya detectaron la formación de nuevas larvas que amenazan con volver a invadir el norte de Kenia y un aumento de los insectos a ambos lados del mar Rojo.
El director general de la FAO, Qu Dongyu, alertó en un comunicado que «las langostas crecen día tras día y los riesgos agravarán la inseguridad alimentaria para las familias vulnerables de toda la región afectada».
En los cinco países más afectados -Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán y Yemen- ya hay 35 millones de personas con necesidades alimentarias y Naciones Unidas teme que la cifra aumente hasta superar los 38 millones si no se atacan los actuales repuntes.
Los esfuerzos emprendidos desde enero en diez países afectados por un brote de langostas permitió proteger 1,3 millones de hectáreas de cultivos, lo que evitó la destrucción de 2,7 millones de toneladas de cereales, valorados en 800 millones de dólares y suficientes para alimentar a 18 millones de personas durante todo un año.
Sin embargo, la FAO teme que la amenaza alimentaria se dispare en los próximos meses de nuevo en el Cuerno de África y Yemen.
La langosta del desierto es considerada la especie migratoria más destructiva del mundo: un ejemplar adulto puede consumir casi su propio peso en comida en un día, lo que equivale a unos dos gramos.
Un enjambre de 1 kilómetro cuadrado tiene unos 40 millones de insectos capaces de comerse en un día lo mismo que 35.000 personas.
Una crisis como la del este de África puede llegar a albergar hasta 150 millones de langostas por kilómetro cuadrado.
Qu Dongyu advirtió que sin fondos adicionales, los trabajos podrían quedar reducidos e incluso interrumpidos a fines de enero.
Los países donantes y los socios internacionales proporcionaron hasta ahora 200 millones de dólares, pero la FAO solicita 40 millones más para reforzar las tareas de vigilancia y control en Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán y Yemen.
En febrero de este año, el continente vivió un alerta similar debido a esta plaga.
En su momento, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, estableció un vínculo directo entre el cambio climático y la crisis provocada por la aparición sin precedentes de langostas que afecta a Etiopía y el este de África.
«Los mares más cálidos significan más ciclones que generan el caldo de cultivo perfecto para las langostas. Y empeora cada día», aseguró Guterres desde la capital etíope, Adis Abeba.
Ya a principios de año se alertó sobre la infestación de langostas que podría desencadenar en el peor brote en 25 años y provocar hambruna en una región que ya lucha con la inseguridad alimentaria.
En el norte de Kenia, se avistó en ese entonces un enjambre de 2.400 kilómetros cuadrados, con un impacto alimentario equivalente a más de 80 millones de personas.
Esta vez, se calculan números similares de langostas, un resultado que junto a la pandemia del coronavirus podría ser devastador.
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