Alberto Fernández cerró la gira en la que buscó mostrar pragmatismo, moderación y cercanía al progresismo europeo

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El candidato del Frente de Todos vuelve este domingo a la Argentina para retomar la campaña, tras una semana de visita a España y Portugal que le sirvió para estrechar lazos con esos gobiernos progresistas y despejar dudas a inversores y empresarios de cara a un eventual triunfo del peronismo en las presidenciales del 27 de octubre.

Pragmatismo, moderación y cercanía al progresismo europeo, fue el mensaje que transmitió Fernández en todo momento, tanto en sus encuentros privados como en compromisos académicos y reuniones con jefes de gobierno.

El aspirante opositor, que en las primarias del 11 de agosto le sacó 15 puntos de ventaja al presidente Mauricio Macri, interrumpió su campaña local y se trasladó a Madrid a principios de esta semana, inicialmente para cumplir con compromisos académicos, acordados desde hacía meses con la Universidad Camilo José Cela de Madrid.

Sin embargo, desde el primer día de actividad, el viaje a Europa del candidato del Frente de Todos se convirtió en sí mismo en un mensaje electoral.

Mientras el presidente Mauricio Macri seguía maniobrando desde Argentina para calmar las turbulencias financieras, el jueves Fernández se reunió con el presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, en el Palacio de La Moncloa.

Era un encuentro privado, pero el candidato opositor consiguió sacarse una foto, que más tarde difundió en Twitter destacando la «visión compartida» con el presidente del gobierno español sobre la necesidad de avanzar en la profundización de la integración entre Argentina y España. También le agradeció su «afecto y compromiso».

Desde La Moncloa, hubo dudas sobre cómo comunicar la reunión. Primero dijeron que iba a haber cobertura oficial –foto y video-, pero luego se limitaron a trasladar una valoración positiva del encuentro, destacando el compromiso de ambos dirigentes políticos con la defensa del «libre comercio internacional sustentable medioambientalmente y basado en reglas».

Durante la cita, Fernández pudo exponer ante Sánchez su análisis sobre la nueva crisis cambiaria que está sufriendo Argentina, y cuál es su modelo alternativo, para el que busca el respaldo político e inversor de España.

Horas antes de esta reunión clave, la ministra de Economía española, Nadia Calviño, le dio una mano al candidato peronista al afirmar que en Argentina se están «tomando decisiones importantes como el control de capitales», pero el gobierno de Macri «no está consiguiendo que la población argentina sienta que tiene una perspectiva positiva de futuro».

Fernández arrancó su actividad el martes impartiendo una clase sobre comunicación política y negándose a hacer valoraciones sobre las últimas medidas financieras del gobierno nacional, manteniendo una suerte de voto de silencio, que finalmente rompió con un mensaje en las redes sociales.

«El modelo de Macri generó recesión, pobreza y destrucción de valor de nuestras empresas más emblemáticas. YPF en los valores más bajos de su historia», escribió, al tiempo que prometió «estabilizar la economía y salir de la recesión».

De su clase universitaria, titulada «Cómo acercar la política a la ciudadanía: una perspectiva de las campañas electorales», trascendió su tono integrador y su intención de superar la «grieta» que divide a los argentinos.

En el Congreso de los Diputados español, ya públicamente y ante una audiencia compuesta principalmente por simpatizantes políticos que lo recibieron al grito de «¡Vamos a volver!», Fernández ahondó en algunas ideas clave de su proyecto político, como qué hará con el pago de la deuda, con la política exterior y los problemas de politización de la justicia.

Sobre la deuda dijo que se iba «pagar y honrar, como siempre», pero que no le pidieran que fuera «a costa de un mayor deterioro y postergación de los argentinos».

En política exterior, mostró un giro respecto a Macri criticando la alineación con las políticas del presidente estadounidense Donald Trump en la región, y defendió como prioridad el vínculo con la Unión Europea.

En ese sentido, abogó por trabajar para que el acuerdo de libre comercio entre Mercosur y la UE sea equitativo, reiterando sus reservas a lo acordado hasta el momento. En lo interno, defendió una «despolitización de la justicia» y expresó su compromiso con el Estado de derecho.

Fernández entró al Congreso de los Diputados de Madrid de la mano de dirigentes del partido de izquierda Unidas Podemos, pero cuando tuvo que fijar posición se inclinó del lado de Pedro Sánchez, sugiriendo que lo más importante es que lleguen a un acuerdo para que el líder socialista se mantenga en el poder y el conservadurismo no vuelva.

«Nuestro mayor acierto es estar unidos», aseguró Fernández justificando así, pragmático, su alianza con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

En otro momento también defendió la presencia de las empresas españolas en el país ante la crítica de Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos, quien dijo sentir «vergüenza» por los españoles que fueron a «robar» a la Argentina.

Además de reunirse con Sánchez, el candidato opositor también almorzó el miércoles con el ex presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, dirigentes políticos a los que admira. Aspira a que Sánchez sea su aliado, como cree que lo fue Zapatero de Kirchner.

La visita a Europa tuvo como broche de oro el encuentro en Lisboa con el primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, considerado el modelo a seguir por el resto de líderes socialdemócratas europeos, y artífice de una especie de «milagro económico» que sorprendió hasta al FMI.

Fernández escribió en Twitter que había conversado con Costa sobre la «experiencia de su país en la salida de la deuda y sobre la situación en Argentina». «Coincidimos en trabajar junto a España en un acuerdo Mercosur-UE que sea beneficioso para todos», agregó.

El aspirante argentino y el líder socialista también comentaron que el actual modelo económico portugués tenía ciertas similitudes con la política económica del gobierno de Néstor Kirchner, entre 2003 y 2007.

Los datos económicos de Portugal hablan por sí solos: Desde que llegó al gobierno en 2015, Costa consiguió bajar el desempleo a la mitad hasta menos de un 7%, mantener un crecimiento por segundo año consecutivo del 2%, mientras el déficit se recortó en tres años del 4% al 0,7% y prevé cerrar el 2019 en un 0,2 por ciento. Todo esto pasando página a las políticas de austeridad.

Fernández entabló y reforzó vínculos políticos con los socios europeos que considera que pueden ser de una gran ayuda para su gobierno si logra imponerse a Macri, y también se reunió con empresarios e inversores para despejar dudas acerca de los cambios que se producirían con el regreso del peronismo a la Casa Rosada.  Contactó con Telefónica, Iberia, Grupo Chema, BBVA, Santander, entre otros.

Sin la compañía de un ministro de Economía virtual, Fernández intentó transmitir a los inversores tranquilidad, la idea de que detrás suyo hay «un proyecto político sólido» con apoyo social, que generará confianza.

El candidato cree que ese caudal político será suficiente para ganarse su respaldo. Fernández vuelve al país reforzado en su imagen de aliado de los gobiernos progresistas europeos para encarar la recta final de su campaña, tras haber ensayado su papel de presidente.

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