Alberto Fernández lanzará la semana próxima su plan contra el hambre: convocará a empresarios, la Iglesia y movimientos sociales

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El lunes pasado Alberto Fernández se mostró en la Facultad de Derecho de impecable traje y corbata. Rodeado de jueces, fiscales, abogados y futuros abogados habló del Estado de Derecho y la República. El próximo lunes en cambio su mensaje gestual apuntará a quitarse el pasado de encima: lanzará un plan en contra del hambre en un pulmón verde, en medio de la Ciudad, en el predio de Agronomía, allí donde se forman ingenieros, técnicos y productores del campo, sector que en gran parte lideró la oposición al kirchnerismo. En ese escenario donde se forman profesionales en la producción de alimentos el candidato a presidente del Frente de Todos presentará un Plan Alimentario al que llamó “Argentina sin hambre”. No es un plan contra la pobreza, como la promesa de Mauricio Macri en 2015, sino un plan contra el hambre, según anuncian. En paralelo habrá otros planes, uno de vivienda y otro de empleo, que se presentarán más adelante.

En la cita lo que sobrarán serán las señales. La primera a los productores primarios, a chacareros, quinteros, y pequeños y grandes productores agropecuarios. La segunda a todos los sectores sociales porque lo que dijo durante esta campaña y sobre lo que insistirá, es en convocar a todos los sectores. “Un presidente solo no saca a la Argentina del hambre”, se le oyó reiteradas veces además de la paradoja que señala entre un país productor de alimentos y una parte de la población sin comida.

Fernández quiere mostrar que el tema será prioridad en su agenda si es electo presidente. Y que el soporte del plan necesitará la colaboración de empresarios, el aporte de científicos del Conicet y de Universidades, de los productores, de toda la cadena comercial, de los sindicalistas y de los formadores de precios. Incluye la propuesta la llamada Ley de Góndolas y la posibilidad de que tanto los grandes productores como aquellos que integran la llamada producción familiar, puedan valorizar su trabajo y participar del esquema. Que los productos de la canasta básica sean accesibles será parte de la idea, claro que para aquellos que los puedan pagar. Lo más urgente, en la línea de la Emergencia Alimentaria que votó el Congreso, es que se garantice el acceso a la alimentación a aquellos que están bajo la línea de pobreza y que hoy son asistidos por comedores, merenderos y organizaciones sociales.

En su reciente viaje a Madrid Alberto Fernández se encontró a conversar con Martín Caparrós. Estaba leyendo su libro, “El hambre”, un descarnado viaje por distintos países donde mueren a diario miles de personas que no tienen qué comer o comen mal. Argentina tiene su doloroso retrato en el libro, el hambre como la cara más visible de la pobreza, o tal vez la huella más fuerte en el cuerpo. Avido lector, Fernández continuó la lectura del libro y dicen que alguien quiso invitar al periodista y escritor a la presentación del próximo lunes. Caparrós está de viaje y no podrá venir.

El propio Fernández habló de la pobreza y del hambre el sábado pasado en un desayuno con Marcelo Tinelli y con Matías Lammens, como lo habló antes con un grupo de curas villeros en el Santuario de San Cayetano.

Desde su equipo armaron una lista para incluir a todos los que tienen algo que ver con el tema, porque lo sufren, porque lo trabajan o porque han reclamado una solución. Algunos ya recibieron el llamado y otros todavía no, según pudo confirmar Infobae al comunicarse con varios de ellos. La intención sería sumar a todos los sectores sociales, aunque se presume que, por ser un acto en plena campaña, podría haber quienes esquiven por ahora el convite y otros que acepten conversar pero en ámbitos más institucionales.

El plan del equipo ‘albertista’ que coordina Santiago Cafiero y que para la cuestión social tiene ocupados full time al diputado Daniel Arroyo y a la ex precandidata a intendenta de La Plata Victoria Tolosa Paz es sumar a los obvios como los dirigentes de movimientos sociales que conversan a diario con el candidato, por ejemplo Juan Grabois, Emilio Pérsico o Fernando ‘Chino’ Navarro. Pero también a Daniel Menéndez de Barrios de Pie y Juan Marino del Movimiento Piquetero. En la ronda de consultas también hay figuras fuertemente vinculadas con la demanda social, como Juan Carr de Red Solidaria y Facundo Manes, crítico del tema desde los tiempos del gobierno de Cristina Kirchner. La postura del neurocientífico quedó plasmada en decenas de artículos en los que reclamaba una mejor alimentación para los chicos.

También la Iglesia será convocada, tanto evangélicos como católicos, entre ellos los representantes de Cáritas, los curas villeros y los obispos nombrados por el Papa Francisco como el arzobispo platense Víctor ‘Tucho’ Fernández con quien recientemente el candidato a gobernador Axel Kicillof mantuvo una extensísima conversación sobre la situación en los barrios más carenciados. También el jesuita Jorge Lugones, de la diócesis de Lomas de Zamora y Carlos Accaputo de la Pastoral Social. Con todos ya se reunió previamente y por separado.

Argentina tiene hoy, dicen en los equipos del Frente de Todos, “quince millones de personas con inseguridad alimentaria”. Es el concepto que utilizan para definir no sólo a quienes no tienen qué comer sino a quienes comen salteado y no tienen garantizada la comida del día siguiente, además de aquellos que comen mal.

Se lo dijo Fernández a Daniel Funes de Rioja, presidente de la Copal (Coordinadora de Productos Alimenticios) y a todos los industriales que lo recibieron en la UIA. Funes de Rioja habló de la caída de ventas de alimentos en un 50%. Fernández retrucó con el bajo consumo de leche. Y les avisó que los llamaría Daniel Arroyo para serguir viendo cómo se pueden sumar.

La otra señal que dará Alberto Fernández será el apoyo a la universidad pública. Se refiere a la educación en cada discurso. El lunes pasado en Derecho estuvo el rector de la UBA, Alberto Barbieri. Y este lunes el acto tendrá lugar en la sede de la Facultad de Agronomía y Ciencias Veterinarias un pedazo de campo entre Villa Urquiza, La Paternal y Villa Devoto.

En el predio funciona también una sede del Ciclo Básico Común, puerta de ingreso a la Universidad de Buenos Aires desde la recuperación de la Democracia. En el lugar hay huertas y corrales con animales, y una vez al mes una feria de productores de la llamada economía familiar. Allí funciona el único colegio agrotécnico de la ciudad, la Escuela Técnico Profesional en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria. Es un secundario con 80 cupos, repartidos en dos divisiones, con exigente examen de ingreso, una cursada de jornada completa durante seis años y con un nivel educativo similar al del Colegio Pellegrini o el Nacional Buenos Aires. Allí los adolescentes aprenden producción y manipulación de alimentos en un país donde más de la mitad de los chicos menores de 14 años, el 52,6%, están por debajo de la línea de pobreza. El porcentaje equivale a cinco millones de niños y adolescentes que viven en hogares pobres.

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