La negociación entre el Ministerio de Salud y la empresa Sinopharm se empantanó por tres exigencias que Alberto Fernández decidió no aceptar por su volumen económico y financiero. El presidente ahora espera un gesto político de Xi Jinping que se comprometió a facilitar la provisión masiva de vacunas a la Argentina. Si el líder comunista no opera con rapidez, las dosis chinas contra el COVID-19 no llegaran en febrero como estaba previsto por la Casa Rosada.
La información reservada que maneja Alberto Fernández describe tres obstáculos que ahora traban la firma del contrato con Sinopharm:
1. El precio fue fijado en 40 dólares, el doble del valor de la vacuna rusa Sputnik V.
2. Se condiciona la provisión a la compra en bloque de 30 millones de dosis (son dos por vacuna).
3. El estado chino exige que se pague por adelantado cada embarque que se fleta de Beijing a Buenos Aires.
Esa información fue acercada al presidente por Ginés González Garcia, que en nombre de la Argentina negocia con los gerentes de Sinopharm, una gigantesca compañía farmacéutica china que responde a las órdenes de Xi Jinping.
“No. No firmamos nada”, respondió Alberto Fernández cuando le preguntaron -hace pocas horas- qué estaba sucediendo con el contrato por 30 millones de dosis de la vacuna china. El jefe de Estado evalúa que Sinopharm aprovecha la escasa provisión de Sputnik V para forzar un precio que no está dispuesto a pagar.
“Mi idea era que nos enviaran un millón de dosis antes del 15 de febrero. Y ellos quieren que compremos 30 millones de dosis en bloque. No estoy de acuerdo. Quiero comprar lotes a medida que vayamos necesitando las vacunas, y no como quieren ellos. En estas condiciones, vamos a seguir negociando. No firmo por todo”, completó el presidente en la intimidad de Olivos.
La discusión con la empresa china no termina en el precio de las dosis o en la cantidad de vacunas a comprar. Sinopharm también exige que la Argentina liquide cada compra parcial antes que las vacunas aterricen en Ezeiza. Se trata de una condición extraordinaria que Ginés González García tampoco tiene intenciones de aceptar.
Alberto Fernández tiene buena relación personal con Xi y aguarda que el líder comunista abra la mano para cerrar la compra con Sinopharm. Sabino Vaca Narvaja, el embajador argentino en China, ya se mueve en la nomenclatura de Beijing para aceitar una decisión política que sólo depende de Xi y su mirada sobre la relación bilateral con la Argentina.
Si el líder comunista considera que bajar el precio de la vacuna mejorará su correlación de fuerzas en el país y América Latina, González García podrá anunciar a Alberto Fernández que todo se encarriló. Y al contrario, si Xi evalúa que ya esta haciendo suficiente con los millones de dólares aportados a las reservas del Banco Central y el apoyo explícito a la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el gobierno argentino deberá optar en comprar a Sinopharm o no.
Alberto Fernández pidió una llamada con Putin cuando comprendió que estaba en peligro la provisión de la Sputnik V. Y el presidente de Rusia prometió desde Moscú que las vacunas rusas llegarían inexorablemente. En este contexto, podría ocurrir que el jefe de Estado solicite una comunicación urgente con Xi para destrabar un acuerdo que podría acelerar el plan de vacunación contra el COVID-19.
Hasta ahora, el Gobierno no puede confirmar oficialmente que lleguen nuevas vacunas durante febrero. Sólo tiene promesas de Putin, la Organización Mundial de la Salud (OMS-COVAX), AstraZeneca-Oxford, y el eventual acuerdo con Sinopharm. En stock quedan apenas las 110 mil vacunas que llegaron hace unos días desde Moscú. Y nada más.