Alberto Fernández y Martín Guzmán se reunieron, el sábado, en la quinta de Olivos para repasar los últimos detalles del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que será anunciado durante los próximos días.
El jefe de Estado deseaba comunicar mañana el Staff Agreement, pero tomaría más tiempo resolver las desavenencias que aún existen con el FMI.
El Fondo tiene que realizar diez desembolsos en una período de 30 meses. Y Guzmán pretende que esos desembolsos superen con creces la deuda que se debe refinanciar para evitar un default. El 22 de marzo, vencen 2.800 millones de dólares. Y el ministro de Economía quiere que el FMI desembolse 7.500 millones de dólares al Banco Central.
La estrategia de Guzmán apunta a fortalecer las reservas del Banco Central y el staff del Fondo coincide con esa lógica macroeconómica. Pero los técnicos del FMI desconfían de la Argentina y temen que el Gobierno evapore la suma extra del desembolso en acciones políticas vinculadas a la gestión cotidiana.
Esta diferencia puntual entre la Casa Rosada y el FMI -sumada a otros detalles técnicos que aún restan desatar- hacen posible calcular que mañana no habría anuncio formal del Staff Agreement.
“El acuerdo no estará el lunes. Es más probable hacia el fin de semana que viene”, confió un integrante del Gobierno que entra a Olivos sin audiencia previa.
La demora que enfría la expectativa presidencial no sólo está justificada por las negociaciones técnicas con el FMI. La distancia casi infinita entre Cristina Fernández de Kirchner y Máximo Kirchner con Alberto Fernández complica las conversaciones cotidianas que Guzmán mantiene con Julie Kozack y Luis Cubeddu, dos funcionarios clave del staff del Fondo.
Ese engorroso circuito técnico-político se puede describir de la siguiente manera:
1. Guzmán negocia con el FMI un aspecto del acuerdo.
2. Esa información es enviada al Presidente.
3. Alberto Fernández aprueba -en este caso hipotético- la negociación puntual y pide a Guzmán que informe y explique a CFK.
4. La Vicepresidente escucha la información del ministro de Economía y lo despide con su mejor tono neutro.
5. CFK convoca a Axel Kicillof y le pide una evaluación técnica.
6. Si Cristina aprueba esta negociación específica de Guzmán, ese capítulo del acuerdo se incluye en el último borrador que se comparte entre las oficinas de Economía y del Fondo Monetario Internacional.
7. En cambio, si la Vicepresidente no aprueba, Guzmán vuelve con Alberto Fernández, quien define si el aspecto vetado regresa al FMI.
8. Si el Presidente no acepta el punto de vista de Cristina, esa parte de la negociación se añade al último borrador del Staff Agreement.
9. En cambio, si el Presidente acepta la crítica de CFK, el texto vuela a Washington.
10. Y todo empieza de nuevo.
El trámite de aprobación interno en el Frente de Todos demora la negociación con el FMI, pero a su vez resta fundamentos certeros a las críticas furiosas que CFK y Máximo Kirchner ejecutan contra Guzmán. La vicepresidente y el líder de la Cámpora creen que el ministro de Economía se guarda información que sólo comparte con Alberto Fernández.
Un opinión sin fundamento que esconde una razón política: Cristina y el diputado Kirchner pretenden la cabeza de Guzmán.
Alberto Fernández ya dijo que no. “Ni antes, ni después del acuerdo con el FMI. Martín (Guzmán) es valioso, y no se va a ninguna parte”, enfatizó el jefe de Estado a sus asesores de confianza.
CFK y Máximo tienen hacia adelante una dificultosa encrucijada. Atrapada en su silencio público, la vicepresidente tiene que decidir si preside la sesión que tratará el acuerdo con el FMI y como jugarán sus alfiles en el debate.
Nadie en Gobierno conoce su decisión estratégica, y ella sólo habla con adláteres.
Máximo Kirchner también hace silenzo stampa. Todavía no resolvió que hará en el recinto y cómo moverá a sus aliados en la Cámara de Diputados.
Un error político pude transformar a La Cámpora en una patrulla perdida.