Alfio Basile: «Que los históricos no aparezcan, que se queden en sus clubes»

0
409

Hora límite, 0.30. El restaurante La Raya ahora pierde a uno de sus célebres comensales más temprano. «Ya no trasnocho», explota el vozarrón cavernoso de Alfio Basile . ¿Habrá que creerle? La atmósfera del bar en Palermo se llena de anécdotas, aroma de café y esos códigos tangueros que lo retratan. «En vez de dos whiskies, uno; menos copas de vino y la recomendación del médico de que trate de no fumar.

Y digamos que me porto bien, bastante bien», confiesa el hombre que ahora recuerda con humor la fuerte descompensación que el año pasado lo llevó de urgencia al Sanatorio de los Arcos. «Me desperté y creí que estaba en la NASA, había mil pantallas en la sala de imágenes. Me revisaron todo y hasta me descubrieron una pubalgia que debe venir de los ’70, cuando jugaba. Pero estoy un fenómeno.!», y otra vez estalla como un trueno. Y una electricidad se apodera hasta de los rincones.

«No, no me rompas los huevos porque me largo a llorar», advierte Basile. ¿De repente se enfureció? Al contrario, aparece el costado más afectuoso del ‘Coco’… A los 74 años, el gigante de casi 1,90 metro se acurruca en la silla, se conmueve porque extraña tanto a Perfumo, al ‘Panadero’ Díaz… «Me acuerdo a cada rato de ellos, más cuando me acuesto a dormir. El ‘Pana’ era mi hermano, y con Roberto concentrábamos juntos. Fumábamos, tomábamos, los tres hacíamos lo mismo.

Fumadores, tomadores y salidores, pero en la cancha corríamos más que Centurión .» Él elige traer a escena a Ricardo Centurión. Y la charla ingresa en la mágica dimensión del tiempo.

«¡A nosotros nos tendrían que haber echado! Pizzuti era soltero, tenía cuarenta y pico de años y salía de noche…, y nos encontraba en los boliches. No nos decía nada. A la otra mañana, antes de entrenar, nos teníamos que desnudar y él anotaba el peso en una carpetita. Llegábamos sin dormir, ni él ni nosotros. No nos daba bola, ni buenos días nos decía.

Pero después contaba por ahí. ‘Y qué querés que haga, ¿qué los saque del equipo? Si después los domingos estos me ganan los partidos. Corren como locos, son jóvenes’. Nos decía algo algunas veces, pero nos seguíamos encontrado en los boliches de moda, en Mau-Mau, había otro en Santa Fe y Austria, también paraba en Ocho y medio… Era soltero y salía, después se casó con una chica de Avellaneda que tenía un kiosco y ella nos vendía fasos. Pero el secreto era que ganábamos, si llegábamos a perder seguro que nos mataban». Un Basile genuino.

Cristian Grosso/La Nación

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here