El primer enfrentamiento entre Argentina y España por Copa Davis se dio en 1926 en Barcelona. Allí los locales mostraron todo su poderío y se llevaron la serie por 3-1. En el primer partido, Eduardo Flaquer derrotó a Enrique Obarrio por 4-6, 5-7, 6-0, 6-0, 6-2, en un juego donde parecía que el argentino tenía definido el match, pero en el cual finalmente el español se despertó a tiempo y terminó ganando de forma contundente.
En el segundo single, el argentino Guillermo Robson le ganó a Francisco Sindreu e igualó la serie. Fue 6-4, 5-7, 7-5, 4-6 y 2-6, aunque el dobles español volvió a torcer el rumbo. Ese 30 de mayo la pareja compuesta por Flaquer y Raimundo Morales Márquez vencieron a Obarrio y Robson 6-4, 9-7 y 6-3. El domingo todo se definió a favor de los locales, con la forzosa victoria de Sindreu ante Obarrio por 5-7, 6-1, 7-5, 4-6 y 6-3.
La segunda alegría española fue mucho más cercana en el tiempo. Ocurrió en Málaga, en 2003, otra vez sobre polvo de ladrillo y en una semifinal donde Argentina casi da el gran batacazo. La serie se jugó del 19 al 21 de septiembre y comenzó con una tranquila ventaja española. Juan Carlos Ferrero (por entonces número uno del ranking ATP), apabulló a Gastón Gaudio por un rotundo 6-4, 6-0 y 6-0. En segundo turno, Carlos Moya le ganó a Mariano Zabaleta. Fue 5-7, 2-6, 6-2, 6-1 y 6-0.
El dobles volvió a dejar la serie abierta. Lucas Arnold Ker y Agustín Calleri le ganaron a Alex Corretja y Albert Costa 6-3, 1-6, 6-4 y 6-2. De esta manera, el equipo argentino encendió la ilusión, la cual tomó más fuerzas el domingo, donde en primer turno “El Gordo” Calleri dio el gran golpe y venció al “Mosquito” Ferrero 6-4, 7-5 y 6-1. Pero más tarde, Moya no tuvo piedad con un Gaudio –de bajísimo nivel- y aniquiló la serie. “Charly” se impuso 6-1, 6-4 y 6-2 para meter a España en la final, donde finalmente cayó ante Australia por 3-1.
La derrota más dolorosa y que aún se mantiene viva en las retinas, fue en 2008, nada menos que en la final, y de local. Argentina preparó la serie para enfrentarse a Rafael Nadal y no vio más allá que eso. Dejó el polvo de ladrillo para montar una pista rápida en el Polideportivo Malvinas Argentinas de Mar del Plata. Finalmente Nadal no viajó por una lesión, y la fiesta que asomaba con ser histórica, mutó en una de las páginas más tristes del tenis argentino. Egos, problemas internos y una desmesurada confianza, dejaron sin Ensaladera de Plata al equipo comandado por Alberto Mancini.
La definición comenzó 21 de noviembre. David Nalbandian, con un gran nivel, dio el primer paso y derrotó a David Ferrer 6-3, 6-2 y 6-3. Tras ese primer paso, la gente esperaba con mucha efervescencia la presencia de Juan Martín Del Potro, pero el tandilense no jugó un buen partido y cayó 6-4, 6-7, 6-7 y 3-6 ante Feliciano López. Después del juego, se supo lo peor: “La Torre” había sufrido una contractura en el aductor de la pierna derecha y estaba casi afuera del singles del domingo, algo que después se confirmó.
El sábado, con el dobles, el dramatismo se apoderó de un Malvinas Argentinas que explotaba de gente. Nalbandian, junto a Agustín Calleri, nada pudieron hacer frente a la soltura y el gran momento de López y Fernando Verdasco, y cayeron 7-5, 5-7, 6-7, 3-6. La historia comenzaba a tomar su peor cauce y la gente lo sintió. El griterío, la presión y el contagio, se volvieron en contra y los españoles absorbieron todo a su favor.
El domingo se consumió lo peor. José Acasuso salió a jugar ante Verdasco en un partido dramático. “Chucho” peleó cuatro sets pero no aguantó la presión del quinto. Fue finalmente triunfo del español por 6-3, 6-7, 4-6, 6-3 y 6-1 para que la congoja y el silencio se apoderen del “Poli”. Así, la gran chance de quedarse con la Ensaladera se escurría entre las manos y esa “maldita” copa se volvía, una vez más, esquiva del destino.
Hoy, Argentina saldrá a jugar contra España y frente a la historia. Sabe que si gana dará el gran golpe. Viene de hacerlo ante Serbia, aunque todavía queda el paso más difícil y largo. Ese que separa el último escalón del triunfalismo de la mismísima gloria en estado puro.
Fuente: Infobae