Así fueron los tumultuosos días de Maradona en Barcelona: las fiestas del Clan y el misterio detrás de la hepatitis

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Los 700 días que duró la experiencia de Diego Armando Maradona en Barcelona marcaron su carrera. Lo ocurrido dentro de la cancha fue una aventura amarga, más marcada por los escándalos que por los éxitos. Lo sucedido fuera del terreno de juego fue un secreto a voces, revelado en buena parte en uno de los últimos documentales que se estrenaron sobre su vida.

En las últimas semanas se publicó Maradona Fútbol Club, una producción española hecha por el canal Vamos que relata durante una hora la relación entre el futbolista y el Blaugrana desde el primer contacto hasta el último día como jugador de la institución.

Las fiestas del Clan de amigos que se trasladó hasta la ciudad catalana, los misterios detrás de la hepatitis que lo marginó de la actividad durante tres meses y la pasión por otro deporte, entre otros hechos significativos que vivió el ídolo entre julio de 1982 y junio de 1984.

Las fiestas del Clan Maradona

«Mientras estaban Claudia o los padres, siempre había un control de todo», rememoró el destacado atacante Lobo Carrasco. Detrás de esa afirmación se escondía el arribo de un nutrido grupo de amigos de la infancia de Diego proveniente de Argentina.

«No los contaba, pero había veces que eran 30 o 40 personas», aseguró Joan Gaspart, vicepresidente culé entre 1982 y 1999. «Ibas a las 11 o 12 de la noche y había 12 jóvenes sentados en el suelo mirando películas hasta las tres de la mañana», agregó Josep María Minguella, el representante de jugadores que fue el nexo clave para el arribo de Maradona a la entidad. «Esos chicos eran muy jóvenes, les encantaba la noche, salían mucho», rememoró Marc Bardole, amigo del Diez en España.

La acusación más resonante, sin embargo, la lanzó el periodista de TV3 Lluis Canut: «Famosas eran las expediciones del «clan Maradona» para ir a ciertas calles de la ciudad donde frecuentaban prostitutas y travestis, y reclutaban personal para llevárselo a la casa de Diego Maradona, donde las fiestas y las orgías duraban hasta altas horas de la madrugada».

La hepatitis de la discordia

En diciembre de 1982, los medios informaban que Maradona pasaría un tiempo fuera de las canchas por una hepatitis aguda-vírica de tipo B, por lo que sería más complicada de curar. Este documental plantea dos versiones respecto a aquella enfermedad.

«Siempre quedó la duda si fue una hepatitis o una enfermedad de contacto sexual», señaló el mencionado Canut. «¿La enfermedad? Posiblemente no fue exclusivamente una cuestión de hepatitis sino que hubo algo más de mala vida», sembró la duda el periodista Ramón Besa.

Para el periodista Fabián Ortiz no quedan dudas: «Digo lo que sé, que es lo único que me atrevo a hablar, de las cosas que sé. Esto lo sé porque mi pareja de entonces trabajaba dentro de la organización, de lo que se llamaba de First Champions Productions pero que la gente conocía como Maradona Producciones. La hepatitis en realidad fue una enfermedad venérea que Diego contrajo aquí por prácticas sexuales sin mucho cuidado digamos. Entonces, como eso era intolerable, no se podía contar eso a los medios de comunicación, desde el club se generó una manera de explicarlo que fuera razonable durante el tiempo que tardara en rehabilitarse».

Todo lo contrario aseguró Jaume Langa, fisioterapeuta del Barcelona entre 1981 y el 2014: «100% fue una hepatitis porque yo estuve durante unos meses yendo a su casa a ponerle el producto que le ponía, pero seguro que era una hepatitis».

La otra pasión de Diego

La casa de Maradona en la parte alta de Barcelona fue uno de los temas más apuntados en el trabajo. «Construyó una parrilla como buen argentino y una pista de tenis debajo», aseguró David Fernández, uno de los amigos españoles.

«Conocí a Diego por una casualidad en el verano del 82, a través de un torneo de tenis que se jugaba en Barcelona. Vino su hermano y me dijo si quería ir a jugar a su casa con su hermano, que él también jugaba al tenis. Lo primero que había hecho fue ponerle el escudo del Barça en medio de la piscina», agregó Bardolet, quien estuvo «prácticamente» conviviendo dos años con él.

«Gran parte de su estadía en Barcelona la pasó jugando al tenis. Era muy voluntarioso… Toda la magia que tenía con los pies, la perdía cuando tomaba la raqueta», bromeó Fernández. Su compañero de equipo, Marcos «Pichi» Alonso», se animó a compartir unos partidos con él: «Fuimos a jugar alguna vez al tenis. Sus hermanos jugaban muy bien. Nosotros no teníamos ni idea, pero íbamos a jugar».

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