Fionna Simpson, una madre australiana iba condiciendo por una ruta del este de Australia cunado le sorprendió una tormenta de granizo.
Viajaba junto a su abuela de 78 años, que iba sentada en el asiento copiloto, y su hija de cuatro meses, que se encontraba en su sillita en uno de los asientos traseros cuando empezó a llover.
La región de South Burnett, en Queensland, estaba en estado de alerta por las fuertes tormentas y las autoridades competentes habían informado que lo mejor era detener los vehículos si la tormenta se intensificaba. Siguiendo los consejos de Protección Civil, Simpson detuvo el coche en cuanto empezaron a caer las primeras piedras de granizo.
Tan pronto como detuvo el coche, parte del techo trasera del vehículo cedió y el granizo empezó a caer directamente sobre su bebé de 4 meses. Inmediatamente saltó a la parte trasera para proteger a su hija con su propio cuerpo. En aquel momento se dio cuenta que su abuela también necesitaba ayuda pero tuvo que priorizar y centrar sus fuerzas con el bebé de 4 meses.
Pasada el ojo de la tormenta, Simpson volvió a ponerse al volante para acercarse a la casa más próxima y pedir ayuda. La encontró, salió corriendo para pedir ayuda -tanto para su hija como para su abuela- y tan pronto como llegaron los servicios de emergencia su cuerpo colapso y entró en shock.
Aunque las consecuencias podrían haber sido terribles, las tres se recuperaron tras pasar la noche en el hospital. Ahora, Simpson ha querido compartir su experiencia en su cuenta personal de Facebook para evitar que lo que ella vivió pueda ocurrirle a otras personas.