Dos días de temblores intermitentes puntuados como los terremotos más significativos vistos en California en años han dejado a los residentes «muertos de miedo».
Las advertencias sobre la posibilidad de que un sismo más intenso siguiera al terremoto que asoló el 4 de julio al sur de California, se cumplieron el viernes por la noche, cuando un terremoto de magnitud 7.1 golpeó a la región a las 08:19 p-m. hora local, a unas 125 millas al noreste de Los Ángeles.
El epicentro se situó en un área remota a unas 10 millas del noreste de Ridgecrest, California, una ciudad de 28.000 personas que ya había declarado el estado de emergencia, después de que un sismo de magnitud 6.4 la sacudiera el jueves. Sus residentes, sobresaltados tras el primer temblor, sufrieron un nuevo episodio de ansiedad por el severo siniestro del viernes, y se espera que «un enjambre» persistente de réplicas les atormente durante días, si no semanas.
«Estamos muertos de miedo», dijo Nancy Pace, de 66 años, que dirige el negocio pastelero Bake My Day, y y teme que otro gran sismo les golpee en «cualquier segundo».
«Toda la ciudad está al borde del caos definitivamente», dijo a The Washington Post el sábado. «Estamos realmente luchando con eso. Nos sentimos agradecidos de no haber sufrido un desastre masivo todavía, pero estamos lidiando con nuestros propios sentimientos de estar asustados».
Pace y su compañera de piso fueron «golpeadas de un lado a otro contra las paredes» durante el terremoto del viernes por la noche, uno de los mayores de la historia de California – y tenían tanto miedo de que su casa colapsara tras una réplica que durmieron fuera al aire libre junto a sus vecinos. Pero no tuvieron un descanso apacible.
«Cada vez que intentaba dormirme empezaba otro temblor», contó.
El terremoto del viernes por la noche fue 11 veces más fuerte que el sismo original,y el geofísico estadounidense de estudios geológicos de EEUU, Paul Caruso, dijo que la región podría sentir réplicas más fuertes como resultado. Fue parte de un «enjambre» de terremotos que golpearon a la zona, ubicada al oeste de Mojave Deser. Al ser mayor que el terremoto de 6.4 del jueves, el del viernes sería el temblor principal, dijo Caruso.
Podrían llegar más. Lucy Jones, un destacado sismólogo de California, tuiteó que se esperan réplicas de entre 5 y 6 en la escala de Richter y que el terremoto tenía una posibilidad entre 20 de ser seguido por algo incluso mayor.
Las pequeñas comunidades del desierto lucharon para encontrar su equilibrio el sábado. Sus vecinos del sur han mantenido un ojo cauteloso sobre los disturbios allí, preguntándose si serán los próximos.
En el vecindario Echo Park de Los Ángeles, Miguel Fuentes, de 25 años, dijo que sintió ambos terremotos y que no le asustaron. Pero la posibilidad de un sismo mayor provocó que Fuentes hiciera una pausa.
«Bueno, quizás estoy preocupado por el gran terremoto«, dijo. «Es algo en lo que pensar, está claro».
Los residentes de los Ángeles denunciaron en redes sociales que la aplicación ShakeAlertLA aún no ha enviado una sola alerta. La herramienta, parte de un sistema mayor construido por el Servicio Geológico de EEUU (USGS), disponible desde el 31 de diciembre, fue diseñada para enviar mensajes cuando se espere un temblor «potencialmente peligroso» en un área determinada.
Los funcionarios de la ciudad dijeron que el umbral para activar alertas se pudo haber establecido demasiado alto, y están considerando notificar a los usuarios de terremotos de una menor magnitud.
En Las Vegas, a cientos de kilómetros al este del epicentro, el terremoto del viernes sólo interrumpió brevemente el evento principal de World Series of Poker.
De las 5.000 personas jugando en ese momento, «menos de 50» se levantaron y salieron corriendo de la sala del torneo, dijo Seth Palansky, encargado de comunicación del evento. «La gente se estaba tomando selfies y subiéndolas a su teléfono», dijo.
Dan Addelman estaba visitando Las Vegas desde Inglaterra, y cenaba en la planta 56 del casino Palms cuando se produjo el segundo terremoto.
«Mi primer pensamiento fue si debíamos evacuar estando tan alto», contó. «El edificio se tambaleaba. Se volvió más y más severo cuando los candelabros comenzaron a temblar».
Addelman dijo que sintió una réplica 10 o 15 minutos después. «Fue una de las experiencias más aterradores que he vivido nunca», dijo.
La escala de daños no se ha acercado al nivel catastrófico de terremotos que han afectado a partes más pobladas del estado. El sismo de magnitud 6.7 en Northridge, que sacudió Los Ángeles en 1994, mató a 57 personas y provocó miles de millones en daños.
No se reportó ningún desastre en el condado de Kern, donde se encuentra Ridgecrest, dijo el jefe de bomberos de condado, David Witt, en un resumen del sábado por la mañana.
Pero el daño en realidad ya había ocurrido. Los primeros informes señalaron que el daño del viernes fue más significativo que el del terremoto del día previo, dijeron los trabajadores de emergencias. El siniestro causó múltiples incendios estructurales, miles de cortes de energía, rupturas de carreteras y fugas de agua y gas.
En Trona, una pequeña ciudad del cercano condado de San Bernardino, los locales tuvieron que hacer frente a apagones intermitentes e interrupciones del servicio de agua, según el vocero del departamento de bomberos del condado, Eric Sherwin. El personal de bomberos junto a inspectores estatales de energía y gas fueron realizando una serie de controles en los edificios del área para asegurarse de que no hubiera ninguna fuga de gas no detectada, dijo.
Varias casas en Trona estaban derruidas, informó Los Angeles Times, y las autoridades han alertado a los residentes que aún tenían agua corriente hervirla antes de usarla.
Cuando Cheri Herbstreit llegó a trabajar el sábado por la mañana a Trona Industrial Supply (Suministro Industrial de Trona), se encontró con un desastre mayor.
«Nos tomó cinco horas esta mañana ir de pasillo en pasillo para limpiar todo», le contó a The Washington Post.
Más de 100 trabajadores de los condados de Fresno, Los Ángeles, San Bernardino y otros lugares, fueron desplazados a la zona para ayudar con la limpieza, evaluación de daños y emergencias médicas, dijo el viernes por la noche en una conferencia de prensa Mark Ghilarducci, director de la Oficina de Servicios de Emergencia del gobernador.
Agencias como la Oficina de Servicios de Emergencia estatal, la Guardia Nacional de California y la Cruz Roja de América, fueron también a Ridgecrest, Trona, y a otros lugares.
Cerca de 2.000 clientes en el condado de Kern y otros 3.000 en San Bernardino, en el condado de Inyo, perdieron la luz al principio tras el terremoto del viernes por la noche, pero el sábado el servicio había sido restaurado para casi todos los clientes, contó Sally Jeun, el portavoz de la compañía eléctrica Southern California Edison.
La Estación de Armas Aéreas Navales de China Lake no estaba «habilitada para misiones hasta nuevo aviso», y el personal no esencial fue autorizado a evacuar el área circundante, anunció la base en Facebook sin proporcionar más detalles del daño.
Las autoridades estatales ya estaban respondiendo para ayudar al condado de Kern a recuperarse tras el sismo del jueves. El sábado por la mañana, el gobernador de California, Gavin Newsom, declaró el estado de emergencia para el condado de San Bernardino, debido a «daños generalizados e importantes», según reveló. Su oficina ha solicitado una declaración de emergencia presidencial de la Casa Blanca y FEMA para obtener asistencia federal directa para Ridgecrest y otras comunidades afectadas.
Newsom le dijo a los periodistas el sábado que el presidente Donald Trump le había llamado y se había comprometido a ayudar a apoyar los esfuerzos de reconstrucción del estado, según la agencia Associated Press (AP).
La serie de terremotos y réplicas ha hecho casi imposible llevar cualquier intento de vida normal en la región.
El sismo del viernes por la noche hizo que se fuera la luz en el restaurante Ewings en Kernville, a 96 kilómetros al oeste del epicentro, y que todo el mundo se quedara en silencio. Cuando el temblor se detuvo, todos se dirigieron a la puerta, incluidos los camareros.
Cuando un grupo de 45 personas huyó al estacionamiento, el dueño del restaurante, Neal Preston, se preocupó por si habían dejado la cuenta sin pagar, pero uno de ellos le aseguró mientras corría que había pagado. Durante las siguientes dos horas, alrededor de media docena de réplicas sacudieron al restaurante, provocando que las botellas y los platos se tambalearan.
«Esto es cada vez más molesto», dijo el camarero cuando el edificio se tambaleó.
Rob Kuznia en Kernville, California; William Dauber en Los Ángeles; y Dan Michalski en Las Vegas, contribuyeron en este artículo.
Fuente: Infobae