«Avisen a mis hermanos que vayan a Galilea»

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Por Facundo Gallego. Especial para LA BANDA DIARIO 

1. Oración inicial

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Señor Resucitado, te doy gracias por este momento de oración que puedo tener en tu presencia. Te quiero agradecer por tu gran amor, que te ha llevado a entregar tu vida en la Cruz, y a resucitar de entre los muertos para darnos la vida eterna. Abre mi corazón para que pueda escuchar tu Palabra y hacerla carne en mi vida cotidiana. Amén.

2. Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (28,8-15)

El día de la Resurrección, las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán».

Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: «Digan así: «Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos». Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo». Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.

Palabra del Señor

3. Meditación

Estamos viviendo la Octava de Pascua, ocho días en los que extendemos la alegría de la Resurrección, como si fuera un “gran domingo”. A lo largo de estos días, el Evangelio nos irá guiando por los primeros instantes de la Resurrección.

En esta oportunidad, Jesús mismo sale al encuentro de María Magdalena y de María de Santiago, las primeras mujeres en recibir el gran anuncio de la Resurrección de parte del Ángel.

La palabra que Jesús usa como saludo es: “¡Alégrense!”. Esta palabra no es una simple invitación a sonreír o a sentirse bien. Es un llamado a reconocer con esperanza que Dios ha obrado de una manera maravillosa, por amor, en favor del pueblo. El Ángel también le había dicho a María: “¡Alégrate!” en el momento de la Anunciación.

Pidamos al Señor que nos regale esa alegría también a nosotros, de saber que ha resucitado, y que nosotros hemos resucitado con Él, que es el momento ideal para
cambiar de vida y ser más útil para nuestros hermanos con nuestro servicio. Y que esa
alegría mesiánica nos infunda el valor para decir a los demás con nuestras palabras y
obras: “vayan a encontrarse con el Señor, Él los está esperando.”

4. Comunión Espiritual

Señor Resucitado, te doy gracias por habernos dejado, en la noche de la Última Cena, el Santísimo Sacramento. Ahora no puedo recibirte sacramentalmente; pero te pido que vengas espiritualmente a mi corazón. Ilumina mi vida, dame la fuerza de tu presencia, el Espíritu de tu resurrección. Amén.

5. Oración final

Gracias, Jesús, por tu amor y tu gracia. Concede a toda tu Iglesia y a todo el mundo el perdón de sus pecados. Frena el avance del coronavirus, otorga la salud a los infectados, y la Vida Eterna a los que han fallecido. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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