Axel Kicillof admitió que el kirchnerismo «ha sido funcional a la grieta» y pidió no caer en «el revanchismo»

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Tardó en comenzar. Sentado en una mesa sobre el escenario del pabellón Jorge Luis Borges del predio ferial de La Rural, Axel Kicillof tuvo que interrumpir tres veces el inicio de la presentación de su libro «Y ahora, ¿qué? Desengrietar las ideas para construir un país normal»(Siglo XXI). La sala, de una capacidad para 1200 personas, estaba repleta y afuera se escuchaban los gritos de los adherentes del ex ministro de Economía. Hace rato que formaban fila para poder entrar.

«Son 20 inadaptados. Acá hay un montón de gente sentada y están lleno de peronistas que aún no se sacaron los zapatos», ironizó el guionista humorístico Pedro Saborido, sentado al lado del actual diputado nacional. «Ahora lo hablamos con Patricia Bullrich y lo solucionamos todo», agregó el productor de Peter Capusotto y sus videos, lo que volvió a arrancar las risas de los presentes.

En un clima afín, donde se escuchó el cántico «Vamos a volver» de los cientos de asistentes, Kicillof dialogó durante una hora y media junto a Saborido y la periodista deportiva Ángela Lerena, en un encuentro en el que hizo alguna autocrítica, convocó a derrotar a Macri en octubre y profundizó sobre uno de los ejes principales del libro: «la grieta».

«¿Nos podemos poner de acuerdo? No, no podemos», afirmó el ex ministro durante los primeros minutos de su intervención, en los que despotricó contra la idea de acercamiento entre anti macristas y anti kirchneristas. «Yo no tengo problema con el diálogo, pero ¿Vieron cuando Néstor decía que no iba a dejar sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada? Bueno, Macri y Vidal dejaron el diálogo y el consenso en la puerta de la Casa Rosada», señaló.

En esa concepción, Kicillof advirtió que «no le horroriza» que haya intereses contrapuestos o sectoriales. «El problema es que se ha construido una imagen de que tenemos que estar todos de acuerdo, o sea que hay una sola verdad o un interés. Eso es falso, la democracia no se trata de eso. Alcanza con que haya una mayoría», indicó.

Sin embargo, el legislador kirchnerista advirtió que el consenso se ha «sustituido» por la idea del Gobierno de que «hay un solo camino».

«Eso revela lo que realmente pensaba: que no quiere la discusión democrática ni ese disenso, sino imponer desde el Estado. Por eso gobiernan sin diálogo, y lo digo como diputado porque nunca pensé que un gobierno iba a burlase de esta manera del Congreso, de la división de poderes y de las instituciones democráticas», afirmó.

Kicillof hizo un paralelo entre la ausencia de «política» durante la dictadura y los gobiernos de Carlos Saúl Menem y de Cambiemos, a los que calificó de neoliberales. «El neoliberalismo es la negación de la discusión política. El proyecto neoliberal en Argentina siempre necesitó imponerse desde diferentes maneras, por la fuerza de lo político o de lo económico. Con una gran crisis o un desastre se acaba la discusión».

En esa línea, el diputado reinvidicó al kirchnerismo porque durante esos mandatos se «volvió a hablar de política» y reivindicó que haya contradicciones sociales fuertes; como la existencia de peronistas y anti peronistas o agroexportadores o industrialistas, entre otras.

«Es la más grande de las ‘plagas’ que Macri tiene para combatir. La herencia más compleja es que todo el mundo discuta política», afirmó Kicillof. «La gran pegada que tuvo el aparato de propaganda de los trolls y de Durán Barba es cargar de odio esa discusión que es necesaria y productiva, que es tan importante para una democracia».

Y propuso: «La grieta entró hasta el último átomo de esta sociedad y el llamamiento de este libro es convertirla en algo que sirva para cambiar las cosas. La grieta no se va disolver en el aire, cada uno va a tener que llenarla de ideas, hasta de un poco de cercanía, de afecto, de abrazos. Se aplica la idea que es cursi pero está vigente: el amor vence al odio».

Autocrítica y un «penal» de cara a octubre

«¿Cómo hacemos para no decirle a los que votaron a Macri ‘yo te dije que iba a gobernar así’?», interrogó Lerena a Kicillof. El auditorio dio un aplauso que contrastó con el discurso anti «grieta» de minutos antes. Con el traje de candidato, el ex ministro reiteró algunos de sus ejes que viene realizando durante su campaña por la provincia de Buenos Aires y recordó sus conversaciones con productores de la Sociedad Rural y de la Federación Agraria Argentina (FAA) del interior del país.

«Estamos aprendiendo y es también parte de la autocrítica. Se construyó una grieta y de alguna manera hemos sido funcionales», reconoció el diputado. «Lo voy a decir muy en serio: hay una parte importantísima que votó a Macri y que está en una situación muy distinta 2015 o 2017, ahora hay muchísimas promesas incumplidas. Esa situación no hay que tomarla con revanchismo ni ser bobos. Hay muchísima gente más dispuesta a escuchar», agregó.

E insistió: «El que votó a Macri no es el culpable. El engañado acá no es el culpable, el culpable es el que engaña, hay que llegar desde ahí. Si de nuevo se produce la estafa, vamos a volver todos a ser víctimas».

En esa clave, Axel Kicillof hizo un repaso del «ingenio» que utilizó Cambiemos para justificar la situación económica, entre ellos la «pesada herencia», el «pasaron cosas», el «crecimiento invisible» o la «lira turca». «El otro día le echó la culpa a los mercados. Es el colmo del gobierno neoliberal», afirmó. Y agregó: «Después fue otra peor, que la culpa era de los argentinos. El tipo tiene un obstáculo; son los 44 millones de argentinos y su forma de ser».

Sobre lo que podría suceder en los próximos meses con la situación económica y que hará un eventual gobierno kirchnerista, Kicillof anticipó que «no hará terrorismo», que es lo que «me hacían a mí como ministro», pero advirtió que el gobierno de Macri está «en default desde febrero del año pasado». «Si hay un desastre, la responsabilidad va a ser de este Gobierno y el FMI», sostuvo.

Pedro Saborido fue el encargado de formularle la última pregunta. Como metáfora, señaló que la oposición se encuentra en este proceso electoral frente a un penal y que en esas condiciones podría ganar el partido. «¿Cómo hacemos para que no seamos como (Martín) Palermo aquella vez?, dijo al recordar al ex goleador xeneize, cuando erró tres penales seguidos para la selección argentina durante la Copa América de 1999.

«Tenemos que aprender. El 2015 ocurrió en dos etapas. Antes de llegar a la primera vuelta, parecía que peronismo ganaba y hubo una campaña tímida. En la segunda que va hasta el ballotage, hubo una enorme efervescencia y movilización espontánea, casi desesperada en la Ciudad de Buenos Aires. Mi opinión fue que eso hizo que la elección se perdiera por muy poquito», señaló Kicillof. «Para que no erremos el penal, sepamos que hay un arquero y es buenísimo. La elección no está ganada hasta anuncien el resultado final del escrutinio. Para que no pifiemos, tenemos que patear todos juntos en la elección. Tiene que haber millones de argentinos que lo tomen como propio. Como decía Cristina, cada uno es el que lleva el bastón de mando».

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