Después de dos años sin presentaciones en Buenos Aires, Babasónicos se reencontró el sábado a la noche con un “público ideal” que colmó el Movistar Arena y celebró su actualidad, marcada por la continuidad de una búsqueda sonora dictada por el minimalismo hipnótico y electrónico que la banda comenzó a explorar en su último disco “Discutible”.
La música incidental anunció la inminente llegada al escenario de uno de los grupos más populares de la Argentina, pero fue con los primeros versos de “Bestia Pequeña” con la que se terminaría de romper una larga espera de dos años para el público porteño.
Desde el fondo del escenario salió Adrián Dárgelos para ubicarse en el centro y completar la alineación para inaugurar una seguidilla que seguiría con “Carismático”, “Yegua”, “Escamas” y “Suficiente”, antes de una primera alusión directa y sincera sobre el reencuentro tan esperado. “Los extrañamos un montón”, sentenció el frontman en el primer coqueteo con el público, visiblemente conmovido.
“Cretino” marcó el pulso rockero con el riff de guitarra de Mariano Roger y le dio la bienvenida a “Sin mi diablo” con la que el grupo se tiñó de rojo y negro en las pantallas antes de otra breve pausa y otro piropo sentido de Dárgelos: “Son mi público ideal. Lucen hermosos esta noche”, sostuvo a la vez que les arrebataba a pedido “más y más” aplausos.
En una noche que tuvo el estreno de su último single “La izquierda de la noche” -que anticipa la salida del nuevo disco para marzo del próximo año- el grupo se apoyó en gran parte en las canciones de “Discutible” y en un recorte casi estricto de la etapa que se abría hace veinte años con la llegada de “Jessico”, el disco que revisitó meses atrás con la emisión de un podcast documental de alto valor para celebrar su aniversario.
Por momentos el clima sobre el escenario se volvió tribal y psicodélico, en parte por esta nueva reconversión que también es sostenida en directo por el aporte de las líneas de bajo a cargo de Tuta Torres y las percusiones, los coros y el theremin de Carca, ambos enfundados en un overol con el que graficaron su vocación puesta al servicio del conjunto como el pegamento que todo lo une.
Pieza fundamental del entramado, Diego Uma alternó su rol como segundo guitarrista con el de cantante y ladero de su hermano Adrián, quien desplegó durante toda la noche sus armas de seducción y talento para la interpretación, aportándole una cuota de verdad a su poesía, ya sea arqueando el cuerpo, danzando sobre el escenario con su estilo inconfundible o con sus manos sobre la cabeza como saludando al sol.
En el escenario hubo absoluta licencia para el goce y demostraciones de afecto y complicidad entre sus integrantes: en un momento, Diego Tuñón abandonó sus teclados para merodear por el escenario, jugar con las luces y mimar a su compañero Mariano Roger, el arquitecto del sonido arrogante y rockero de canciones tan filosas como “Fiesta Popular” con una poesía de Dárgelos que va directo al corazón del prejuicio de las clases dominantes (“Chicos ricos, no se asusten tanto / Esto es solo una fiesta popular”).
Alcanzó con canciones como “Los Calientes”, “Pendejo”, “Irresponsables” y “Desfachatados” para desglosar una a una las razones de la vigencia del grupo oriundo de Lanús, al que le sobran los éxitos radiales, pero que nunca perdió la perspectiva de que “un camino a la fama no significa nada si no hay una misión” como dice uno de las estrofas de “Putita”.
Con esa canción, Babasónicos comenzaba a despedirse antes de completar la trilogía final con “Como eran las cosas”, “Oportunidad” y “Once” con las que dejó el escenario para cruzar lleno de gloria el arco del triunfo que dibujaban las luces en forma de rayos en su camino hacia los camarines y después de dos horas de acción.
Antes de su vuelta a los escenarios porteños, la banda estuvo de gira por diferentes puntos de México y ahora tiene por delante un show el próximo martes en la Plaza de la Música en Córdoba y otros el 11 en el Estadio Atenas de La Plata y el 18 en el Multiespacio Cultural de Luján de Cuyo en Mendoza, a donde llegará con una puesta que contribuye de principio a fin con el subtexto de esta nueva reencarnación sónica.
Fuente: telam