Batista mira el banco y ¿se marea?

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Esta vez parece estar claro el panorama pese a la cantidad de dudas que rodean al seleccionado argentino: Sergio Batista, el DT, ha dado cuenta de las graves dificultades que tiene a la hora de hacer funcionar el mecanismo de sus titulares tanto como cuando busca soluciones en el banco de suplentes.

«Checho» busca pero no encuentra: no halla la manera de lograr un circuito de juego que esté a la altura de lo que la Selección debe hacer. Tampoco sociedades que surjan del trabajo de los entrenamientos y, menos aún, no encuentra resultados.

Los titulares no rindieron en el primer partido: Tevez, errático, sólo se dedicó a correr. Cambiasso, desorientado, jugó más de delantero centro que de 5 recuperador, como naturalmente debía ser. La defensa, desdibujada, generó desconfianza con sus desajustes. Messi, encerrado en el desorden, arrancó como Messi y terminó como parte de la selección argentina.

Desde el banco llegó la calma de un empate que apenas sirvió para evitar un arranque con derrota que podría haber sido letal: un arresto individual de Sergio Agüero, ingresado a los 70 del partido en lugar de Ezequiel Lavezzi, estableció el 1-1 y controló las llamas del incendio. Di María, que entró en lugar de Cambiasso, poco pudo hacer.

Tras el primer partido se pidió por Javier Pastore y por el propio «Kun» como titulares, pero el técnico optó por darle confianza a sus elegidos para el debut y sólo sacrificó a Marcos Rojo para que ingresara Pablo Zabaleta, como si las fallas del ex Estudiantes hubiesen sido la causa del empate con Bolivia.

El desempeño ante Colombia fue de los peores de la Selección en años. Ni siquiera los graves desajustes en épocas de Diego Maradona como DT llevaron al equipo a jugar tan mal.

El desconcierto absoluto de los titulares fue aún más a partir de los cambios de entrenador: para llegar al gol, el equipo necesitaba juego y en el banco estaba Pastore. Batista eligió poner a Fernando Gago en lugar de Cambiasso, a los 15 del complemento.

Nada cambiaba. Ni en el circuito futbolístico ni en los desajustes a los que el equipo se veía sometido por el aguerrido equipo «cafetero». Y como nada cambiaba, lo que seguía faltando era un armador de juego, un complemento para Messi. Batista miró al banco y a los 16 minutos del ST llamó a Agüero, a quien mandó a la cancha por Lavezzi, quizá el mejor intérprete de «La Pulga», dentro de un marco de desentendimiento que llevó al rosarino a un indisimulable fastidio.

Nada cambió tampoco en ese momento. Y aunque en derredor del banco Pastore seguía trotando, Batista sacó a Ever Banega para poner a Gonzalo Higuain cuando iban 27 minutos de la última mitad. ¿Goles?, ni cerca.

Difíciles de entender las evaluaciones del DT: cuando la defensa era, por lejos, la línea más floja del equipo, ésta fue la única en no sufrir modificaciones. Cuando en el medio la falta de juego clamaba por el ingreso de Pastore, entró Gago por Cambiasso. Y cuando Lavezzi era el único ladero de Messi, «Pocho» debió dejarle su lugar a Agüero cuando Tevez ya había pasado del aplauso a la desaprobación por parte del público.

De los 12 suplentes con los que Sergio Batista contó en cada partido, sólo jugaron 4: Agüero fue el que más minutos disputó (49), seguido por Ángel Di María (45), Fernando Gago (29) y Gonzalo Higuain (18).

Mientras tanto, Carrizo y Andújar (por la lógica de sostener al arquero titular quien, además, es el mejor del equipo), Garay y Pareja (opciones para la defensa que no parecen tener lugar), Biglia (un fetiche del DT que pone por delante a consagrados como Mascherano, Banega y Cambiasso), Pastore (el jugador que todos quieren dentro de la cancha) y Milito (quizá el gol que hace falta), sólo suman minutos en el banco de los suplentes.

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