No fue la semana de Boca. Perdio el Superclásico el domingo como local ante River, sufrió la lesión de Leonardo Jara en la semana, más la decisión de Guillermo Barros Schelotto de desafectar a Fernando Gago. Se sumó la noticia del arresto de la novia de Agustín Almendra. Y la bomba que faltaba fue la eliminación del Xeneize de la Copa Argentina, luego de perder 1-0 con Gimnasia en los octavos de final.
El Xeneize necesitaba una bocanada de aire luego de perder 2-0 ante el Millonario, sobre todo por el duelo de Copa Libertadores de la semana que viene. Pero este juego ante el Lobo fue todo lo contrario. En vez de ser oxígeno fue una piedra que hundió más el ánimo del plantel.
Porque el conjunto de Guillermo no tuvo alma. Jugó mal. Muy mal. No es que venía siendo una máquina, Boca, pero en Córdoba mostró una de sus peores caras. Sus líderes no aparecen, sus individualidades no lo salvan. Desde el banco no salen las respuestas anímicas ni tácticas. El rendimiento es bajo y preocupante.
Pareció sufrir el partido, el Xeneize. No tuvo el control nunca de la pelota, no generó situaciones. No es que Gimnasia hizo méritos para llevarse el encuentro y fue superior, pero el conjunto de Pedro Troglio lo mereció. Fue apenas más. Con poco, complicó y y enredó más a su rival.
Y cuando todo se encaminaba a los penales, en el último minuto apareció el venezolano Jan Hurtado para empujarla y darle la clasificación a Gimnasia. Y el mazazo a Boca.
El Mellizo y sus jugadores querían que este partido sirviera para recuperar confianza luego del duro golpe ante River. Pero el tiro le salió por la culata, y en vez de llegar animado a la vuelta de los cuartos de la Libertadores ante Cruzeiro (en Brasil) llega con más preocupaciones, por más que pueda derrotar a Colón el domingo.
Por su parte, Gimnasia se medirá en cuartos ante Central Córdoba de Santiago del Estero, que el martes dejó en el camino a Brown de Adrogué al ganarle 1-0.
