Palermo, el máximo goleador histórico del club, totalizó 303 en su carrera y marcó por tercera fecha consecutiva.
Riquelme, reemplazado en el entretiempo por una molestia en el aductor izquierdo, anotó el segundo, de tiro libre y no lo festejó por sus orígenes en La Paternal.
Boca, que la próxima fecha recibirá a River Plate con una racha de cuatro partidos invicto -la mejor en el torneo-, sumó 18 puntos, uno menos que Argentinos, que sufrió la primera derrota como local en el torneo.
El equipo de Pedro Troglio, que llegaba con la valla menos vencida del Clausura (cinco goles), tuvo su peor partido en materia defensiva y Boca lo aprovechó para asegurarse el triunfo con facilidad.
De arranque, un rebote del arquero Nicolás Navarro frente a un disparo de Pablo Mouche (mitad centro, mitad remate al arco) permitió que Palermo demostrara su oportunismo para lograr la apertura del marcador.
Un rato después, una desatención colectiva facilitó el segundo con un tiro libre ejecutado por Riquelme que no encontró reacción de la barrera ni del arquero por un supuesto cobro indirecto, nunca marcado por el árbitro Patricio Loustau.
Tras los goles, Boca comenzó la justificación del resultado a partir de un funcionamiento prolijo, despojado de toda presión ante un rival desorientado.
En ese contexto, el mediocampista central Leandro Somoza se destacó por su equilibrio entre el quite y la buena distribución de la pelota.
Argentinos, pese a la abundancia de jugadores con características ofensivas, atacó poco y mal, algo que facilitó la tarea de los zagueros centrales Matías Caruzzo y Juan Insaurralde.
Ni siquiera con los ingresos de Gustavo Oberman, Andrés Romero y el uruguayo Gonzalo Vargas pudo resolver Troglio la falta de claridad en los metros finales.
En efecto, la victoria de Boca nunca corrió peligro, pudo incluso tener un margen más amplio y fue bien recibida para conseguir estabilidad en la antesala del superclásico.
Fuente: Telam