Jair Bolsonaro prefirió se rotundamente claro respecto al acontecimiento que sacudió el panorama mundial en las últimas horas: la muerte de Qassem Soleimani, comandante de las Fuerzas Quds iraníes, un brazo dependiente de la Guardia Revolucionaria Islámica que opera y tiene bajo su cargo los ataques terroristas en el extranjero. “Todo lo que podamos hacer para combatir el terrorismo, lo haremos”, sentenció el presidente brasileño. “Brasil no puede permanecer indiferente ante esa amenaza, que afecta incluso a América del Sur”, agregó.
Bolsonaro siempre se mostró cercano a las decisiones de su par norteamericano Donald Trump. Esta vez, en un tema tan sensible -incluso para América Latina- no podía ser indiferente. El mandatario fue más allá que sus pares de la región y vinculó a Soleimani con uno de los mayores atentados extremistas que sufriera el hemisferio sur en su historia reciente: la voladura de la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).
“Su vida anterior [la de Soleimani] se centró en gran medida en el terrorismo. Y aquí en Brasil, nuestra posición es muy simple: todo lo que podamos hacer para combatir el terrorismo, lo haremos. Era una persona que según informaciones aquí, estaría involucrada en el ataque a la AMIA, la entidad judía en Argentina», manifestó el jefe de estado. La definición sorprendió a más de uno. En rigor, Soleimani no figura en ningún expediente del atentado contra AMIA ocurrido en julio de 1994. Aunque el ex general iraní sí tenía vínculos estrechos con miembros de Hezbollah -el grupo terrorista libanés- que participaron del ataque en la capital argentina.
La posición adoptada por Itamaraty fue en ese mismo sentido. “Al conocer las acciones tomadas por los Estados Unidos en los últimos días en Irak, el Gobierno brasileño expresa su apoyo a la lucha contra el flagelo del terrorismo y reitera que esta lucha requiere la cooperación de toda la comunidad internacional sin buscar ninguna justificación o relativización para el terrorismo. El terrorismo no puede considerarse un problema restringido a Oriente Medio y los países desarrollados, y Brasil no puede permanecer indiferente ante esta amenaza, que incluso afecta a América del Sur».
Quds con Hezbollah debería evocar mayor sensibilidad en Buenos Aires que en Brasilia. Sin embargo, la cancillería argentina emitió un comunicado invocando la preocupación por la paz mundial, en el que ni condena el bombardeo que terminó con la vida de Soleimani ni hace referencia a la participación del jerarca iraní en la estructura extranjera de hostigamientos a otras naciones. La Argentina fue víctima de dos ataques terroristas planificados desde Teherán a los que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alberto Fernández hace referencia, sin embargo no apoyó al accionar de Washington.
Pese a ello, establecieron: “El Gobierno Nacional insta a las partes en conflicto a que dispongan las medidas que permitan contener la tensión y trabajar en pos de una salida pacífica y negociada que evite escaladas que pongan en riesgo la seguridad internacional”.
El contraste de ambas posturas -la brasileña y la argentina- fue tema de conversación en varias tertulias del norte.
En cambio, no generó sorpresa la posición de Caracas respecto a la misión de los Estados Unidos en el aeropuerto de Bagdad del pasado viernes por la madrugada (hora local). “Se trata de una acción que a todas luces eleva las tensiones en la región, sin fundamento alguno en el Derecho Internacional”, continuó el documento de la Cancillería venezolana, que además “lamenta las muertes causadas” y envía “condolencias” a Irán e Irak. Nicolás Maduro ordenó, también, que se hablara de “asesinato” en la epístola.
Los intereses del chavismo con el régimen teocrático no constituyen una novedad. Maduro como canciller de Hugo Chávez firmó acuerdos con el general abatido permitiendo que sus Fuerzas Quds incorporaran sus bancos sancionados y sus empresas en Venezuela, según reveló el presidente interino Juan Guaidó. De acuerdo al jefe parlamentario el general iraní “encabezó una estrucutura criminal y terrorista en Irán que por años causó dolor a su pueblo y desestabilizó al Medio Oriente”. Irán es uno de los mayores aliados de la dictadura del Palacio de Miraflores junto a Rusia, China y Turquía.
Bolsonaro persistió pese a algunas recomendaciones y voces en contra que encontró dentro de Itamaraty, la sede diplomática. Al presidente no lo convencieron: prefirió mantener su alianza con los Estados Unidos por encima de especulaciones pasajeras o por sobre el temor que algunos tienen por las represalias de Teherán.