Carlos Leguizamón, una voz privilegiada del folclore santiagueño

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Foto Miguel Coria

Por Miguel Coria, especial para LA BANDA DIARIO

Santiago del Estero sigue siendo rica en parir artistas que le dieron esa honorabilidad de ser considerada la Cuna del Folclore Argentino. Carlos Leguizamón fue uno de ellos.

Él, como muchos, le dieron a nuestra provincia ese privilegio de ser fuente inagotable de compositores e interpretes de nuestra música ancestral, logrando fundar un movimiento que no conoce de concesiones y goza de autenticidad.

Carlos Leguizamón nació en La Banda, un 4 de enero de 1945. Cuenta su familia, que desde niño una guitarra fabricada por el mismo con un palo de escoba, lo acompañaba siempre en sus momentos de juego.

Debajo de un frondoso algarrobo en el patio de su casa, en el barrio Villa Juana, se sentaba a las siestas a escuchar el canto de los pájaros y los coyuyos imitando con su“guitarra” una música que era la de su corazón.

Ya adolescente, “El Chivo”, logró que sus padres le compraran una guitarra, y fue su compañera inseparable por las calles del barrio y en juntadas de amigos. Y así comenzó a ganar maduración en el arte del instrumento.

Con el gran aporte de dos viejos guitarreros del barrio, Fidencio Coria y otro de apellido “Orellana”, “cantor de zurdos ideales” solía comentar, fueron los encargados de iniciarlo profesionalmente al futuro cantor santiagueño.

De a poco la música fue tallando su espíritu y su corazón, la radio único medio por aquel entonces, fue su compañía muchas veces, allí tuvo la oportunidad de escuchar a los cantores de la época.

Su sueño de convertirse en cantor no lo abandonó nunca. Cuando ya estaba finalizando la década del cincuenta junto a tres amigos del barrio formaron una agrupación que la denominaron “Los Cantores de Villa Juana”, en homenaje al barrio donde todos habían nacido. Junto a esta agrupación lograron proyectarse en toda la ciudad de La Banda, actuando en peñas y bailes de la época.

Profesionalmente se inicia como cantor integrando la agrupación “Los Jilgueros del Norte”, junto a Mario Montes, Julián Vildozola, “Mocho” Juárez, comienza su carrera de cantor y en al año 1963 viajan a la Capital Federal para unas erie de presentaciones en radios, peñas y logran una actuación en el programa de la televisión nacional “Sábados Circulares de Pipo Mancera”.

Ya instalados en Buenos Aires, y luego de un corto período, deciden finalizar con el proyecto “Los Jilgueros del Norte”.

Cada uno siguió por su lado y “El Chivo” empezó a pulular los reductos llenos de santiagueños en aquella época. Allí se encontró una noche con su amigo Agustín Carabajal, gran músico y compositor que venía de separarse de “Los Cantores de Salavina”, fue el quien lo presentó a Onofre Paz, Leocadio Torres y Carlos Carabajal para unirse a Los Manseros Santiagueños.

Y a partir de allí su vida artística tomó su gran rumbo. Con Los Manseros Santiagueños, Carlos Leguizamón enriquece su arte de cantor, con ellos recorrió el país festivalero actuando en Jesús María, Cosquín y La Chaya.

De Los Manseros se alejó en el año 1968, comenzando su carrera de solista, grabando discos simples, dobles y un LP en el sello Diapasón que son el testimonio invalorable de este cantor popular nacido en La Banda, una voz criolla que preconizo el mensaje innato de la tierra que acunaron sus primeros años. Sus actuaciones fueron innumerables en todos los festivales de laprovincia. Fue una de las figuras centrales en el Primer Festival de La Chacarera en el año 1971 en el Club Sarmiento de La Banda.

Además, consolidó su carrera de autor y compositor componiendo innumerables creaciones en unión autoral con el poeta Marcelo “Cola” Ferreyra muchas inéditas hasta hoy, y también compuso con Mario A. Quiroga.

Se había radicado en el sur de la provincia de Córdoba sus últimos años de vida. Pero siempre regresaba a su pueblo natal, La Banda.

Carlos Leguizamón, “El Chivo”, fue una gran personalidad interpretativa del folclore santiagueño. Su registro vocal le concedió innumerables aplausos en todos los lugares del país que visito, esos aplausos le concedieron un lugar de privilegio que sólo consiguen aquellos hombres que sintieron nuestros valores telúricos transformándolos en positivos alcances espirituales.

Murió el 10 de diciembre de 2010 en la ciudad de Córdoba.

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