El partido más radical del independentismo anunció este domingo que permitirá la investidura como presidente de Cataluña del editor Quim Torra, acercando el fin de la intervención regional por parte de Madrid desde la fallida declaración de independencia de octubre pasado.
Tras consultar a sus bases este domingo, los anticapitalistas de la CUP (Candidatura de Unidad Popular) disiparon las interrogantes y decidieron abstenerse para permitir la formación de un gobierno el lunes, evitando además nuevas elecciones que debían convocarse para el 22 de mayo de mantenerse el bloqueo político.
«Ante un momento complejo, marcado por la represión y la vulneración de derechos políticos y civiles por parte del Estado español, la CUP no bloqueará la formación de un nuevo gobierno, manteniendo sus cuatro abstenciones» en el Parlamento catalán, indicó en un comunicado.
Torra, un editor de 55 años del ala dura independentista y fiel al presidente catalán cesado Carles Puigdemont, no pudo ser elegido el sábado en un primer debate de investidura al carecer del respaldo de una mayoría absoluta en la cámara regional (68 votos sobre 135).
Pero en el segundo intento del lunes le bastará una mayoría simple, por lo que gracias a la abstención de la CUP los principales partidos independentistas, con 66 votos, se impondrán al resto de las fuerzas, con 65.
La formación de un gobierno es el requisito para que se levante la toma de control de la región por parte el gobierno central de Mariano Rajoy, decidida desde la fallida declaración de una «República Catalana» el 27 de octubre pasado.
Rajoy intervino la administración catalana y convocó elecciones el pasado 21 de diciembre en las que los independentistas consiguieron retener una corta mayoría absoluta en la cámara regional.
Tras su inesperado éxito dentro del bloque independentista, con su Juntos por Cataluña como fuerza más votada, Puigdemont pretendió ser reelegido a pesar de encontrarse en el extranjero, pero la justicia lo bloqueó.
Finalmente encargó a Torra el jueves asumir «provisionalmente» la presidencia con Puigdemont como «presidente en el exilio» en Alemania, donde fue detenido a finales de marzo y está pendiente de un proceso de extradición.
En una señal de que el enfrentamiento entre los independentistas en Cataluña y el gobierno central se mantendrá vivo, Torra afirmó en un discurso rupturista el sábado que el «presidente legítimo» de Cataluña seguirá siendo Puigdemont.
Se comprometió a ser leal al mandato de «construir un Estado independiente en forma de República», a recuperar algunas leyes suspendidas por la justicia española, a restablecer la red de «embajadas» clausuradas por Madrid o a iniciar la redacción de una Constitución catalana.
En una entrevista el sábado al diario italiano La Stampa, Puigdemont afirmó que su sucesor «toma el poder en condiciones provisionales y es consciente de ello. A partir del 27 de octubre podrá convocar nuevas elecciones».
Esta agenda le valió las reprimendas de la oposición y del gobierno español, que criticó en un comunicado su «discurso sectario y divisorio» y le advirtió de que «estará muy vigilante» a cualquier actuación ilegal.
Pero fue insuficiente para la CUP, que este domingo advirtió que pasaba a la oposición, ante lo que consideró un programa de gobierno de los principales partidos independentistas que «no avanza en la construcción de medidas republicanas ni sociales».
Adepta a las movilizaciones callejeras, la CUP insiste en la desobediencia abierta a Madrid, como en el referéndum ilegal del 1 de octubre o la proclamación de la independencia.
Esas acciones provocaron el procesamiento judicial de 25 líderes independentistas por rebelión y otros delitos, la encarcelación preventiva de nueve de ellos y el exilio voluntario de otros siete.
Los dos grandes partidos separatistas, el conservador PDECAT y el izquierdista ERC, fueron los más impactados y abogan desde entonces por una mayor moderación ante el rupturismo de la CUP, con sólo dos dirigentes afectadas y por delitos menores.
Un gobierno de Torra, «que sólo responde a» Puigdemont, puede dar pie a tensiones en la coalición independentista, advirtió Oriol Bartomeus, politólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona. «Pueden haber líos, pueden haber broncas», indicó.
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