Quedará en la memoria colectiva como otros deportistas que trascendieron por sus errores (u horrores) en una instancia cumbre de sus carreras. El golfista francés Jean Van de Velde, hoy con 51 años, logró siete títulos como profesional, pero la imagen de la vuelta final del British Open de 1999 en Carnoustie será la que lo identifique por siempre: metido con los pies en el agua del 18, tratando de jugar una pelota imposible y dilapidando el título que todo profesional de ese deporte ansía conquistar en el hoyo 72. Para el joven arquero alemán Loris Karius, la 13a consagración de Real Madrid en la Champions League quedará teñida por sus horrores, atípicos, casi de fútbol 5 entre aficionados. Lo sufre todo Liverpool. Lo sufre el mundo del fútbol que estaba ilusionado con que Mo Salah, Jürgen Klopp y un equipo que hizo una campaña extraordinaria a lo largo del certamen, lo coronaran con la Orejona en alto en Kiev.
Karius, de 24 años, se contrarió con el blooper que terminó en el gol de Benzemá, sintió volver el alma al cuerpo con el empate de Mané, se vio sacudido por la impotencia ante la obra cumbre de Bale de chilena y quiso que se lo tragara la tierra cuando sus manos se vencieron inexplicablemente con el remate desde lejos del galés. Lloró, se tiró al piso, se escondió debajo del buzo. No tenía fuerzas para levantarse. Lo alentaron compañeros, rivales. Volvió a llorar desconsoladamente. Por motivos diferentes a los de Salah y a los de Dani Carvajal. Terminó recorriendo el estadio, en soledad, pasando frente a los miles de hinchas de Liverpool para pedirles perdón. La sexta conquista de la Champions quedó pendiente para los Diablos Rojos, pero su público reconoció el gesto de Karius y le brindó un aplauso para calmar la angustia que lo invadió. Una piedad que no hubo en las redes sociales, con memes de toda clase y cuestiones de mal gusto, como una modificación en Wikipedia de sus datos personales que indicaba que «nació sin manos».