«Cuando empecé no sabía ni lo que tenía que cobrar como músico», dice el Chaqueño Palavecinoen charla con DiarioShow.com, aún extrañado del lugar al que llegó.
En 2018, Oscar Esperanza Palavecino es uno de los exponentes más importantes del folclore nacional. Si bien comenzó su carrera a finales de los ‘80, fue a mediados de los ‘90 cuando comenzó a hacerse conocido. El camino fue arduo, pero su rápido crecimiento lo obligó a aprender sobre la marcha.
Vuelve a cantar en Buenos Aires tras dos años de gira (Nahuel Ventura-Diario Crónica)
Un día estaba conduciendo un micro en Salta, y al otro sonaba en las radios, mientras lo llamaban para contratar sus servicios como cantor. Sobre esas dos vidas, Palavecino declara que “yo nunca pensé en hacer esto, yo cantaba por cantar, para el amigo, para comer un asado o tomarme un vino con alguno. Nunca me creí artista ni nada, pero la demanda de discos y festivales ha venido sola. Yo era un empleado, colectivero, y de golpe se me ha dado todo. No me preparé para ser artista, incluso diría que hice todo al revés. No fui a la academia de música y nunca me han puesto moñito. No se puede saber el motivo por el que pasa todo, es un poco extraño. Será algo que está dentro de la persona, esa aureola, ese ángel, que te da algún ser querido o alguien. Después lo tenés que alimentar con trabajo y ser responsable, tener palabra, y lo demás sale. Yo no diría que soy famoso, sino que sigo vigente, eso para mí es lo más importante en la música”.
Al hablar, tanto como al cantar y ser anfitrión en sus shows, el músico se muestra siempre austero, lejos de la personalidad de estrella con la que podría posicionarse gracias a su público fiel.
“El escenario es el momento del artista, no hay que perder ese fuego sagrado, el ida y vuelta con el público, por eso me lo tomo como un trabajo. Hay que trasnochar y viajar, pero lo lindo del trabajo es entregar todo y que la gente te reciba siempre con gusto. También tenés responsabilidad, porque no podés faltar. Uno lo valora, atiendo a todos los que puedo”, afirmó.
Más allá de su buen momento explica, también en relación a sus shows en el teatro Ópera hoy y mañana, que “tenemos que ver la situación específica cuando queremos dar recitales. No está fácil el tema para el público del arte, de todo. Se ha puesto dramática la situación del trabajo del arte. Para los que vivimos de la música y el teatro, todo cuesta más y la gente dejó de tener plata de más. Dentro de todo yo estoy bien, pero lo noto en muchos compañeros, colegas, en los grandes festivales, que antes eran tres meses la temporada y hoy son dos”.
Según él, más allá de lo económico, lo que perjudica al acervo cultural es que “nos invade la música de afuera. Respeto toda la música, pero cuando el gringo viene te llena estadios. En los medios no se escucha mucha música nacional, y es urgente pensar en que se conserven ciertas cosas. No sólo por la música en sí, sino por los valores que se proyectan desde las letras, desde una forma de cantar. Algunos artistas lo han sufrido. Los Nocheros, por ejemplo, me han dicho ‘nos tuvimos que poner una vincha para cantar zamba y conquistar a la juventud’. Para ellos hubo una invasión también”.