La Asamblea Nacional no dio un paso atrás pese a la presión revolucionaria. La negativa a dar su visto bueno al Decreto de Emergencia Económica, con el que Nicolás Maduro pretende «timonear» en persona la feroz crisis económica que sufre Venezuela, profundiza el choque de poderes, nunca visto antes en el país. El no de la oposición se produce a sabiendas de que el gobierno guarda alguna carta sorpresa en su baraja política.
El Legislativo no cree en el plan estrella del chavismo, que cuenta con el respaldo constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. «Lamento mucho este giro muy negativo, que la Asamblea le dé la espalda al país en esta emergencia», respondió Maduro. El diputado Diosdado Cabello advirtió que el gobierno no se va a «paralizar» ni a «rendir».
Una emergencia que viene de largo: la mayor inflación del planeta, el desabastecimiento de alimentos, productos básicos y medicinas que ronda entre el 50% y el 90%, y la caída del PBI de entre siete y 10 puntos. Es una pesadilla económica pese a que el país caribeño vivió durante una década la mayor bonanza petrolera de su historia.
«¿Por qué negamos el decreto? Porque es más de lo mismo, la misma receta. Las mismas políticas dan el mismo resultado. Vemos un gobierno desconcertado que no sabe salir de la crisis», resumió José Guerra, presidente de la comisión parlamentaria que estudió la propuesta y uno de los cerebros económicos de la oposición. Con 107 votos a favor (más de 3/5 partes de la mayoría calificada necesaria) y 53 en contra, la bancada opositora aprobó su informe, que niega la confirmación del polémico decreto, un cheque en blanco con poderes muy parecidos a los de la ley habilitante.
Casi todo falla en el decreto, empezando por su origen: no surge de un diálogo nacional, sino que se trata de un intento de imposición desde el Palacio de Miraflores. Y siguiendo por su diagnóstico sobre las causas de la crisis, «insatisfactorio», ya que evita sus propias responsabilidades monetarias y fiscales y recurre a la narrativa revolucionaria de la «guerra económica». Es una retórica que se basa en que una extraña coalición (burgueses, empresarios, opositores, comerciantes, Imperio, contrabandistas y la triple alianza Miami-Bogotá-Madrid), en la que, según las encuestas, no cree el 80% del país.
El informe final achaca al gobierno el uso de dinero inorgánico para agudizar la inflación, cuyas cifras son aterradoras: 141% según el Banco Central de Venezuela (BCV); más de 250% según fuentes extraoficiales y que superará la barrera de 700% este año, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La comisión recorre uno a uno los errores gubernamentales que convirtieron a Venezuela en una de las peores economías del planeta, empezando por su inexistente preparación ante la anunciada caída de los precios del petróleo. Los primeros efectos de la megacrisis comenzaron a sentirse a mediados de 2013, luego del despilfarro público (60.000 millones de dólares) realizado para conseguir la reelección de Hugo Chávez un año antes. Las colas aparecieron a final de ese año, cuando los precios del petróleo empezaron a bajar en 2014.
El texto también rechaza el régimen cambiario imperante en Venezuela, ya que considera que sólo genera estímulos para la corrupción. «Ustedes llevan 17 años gobernando y nosotros llevamos 17 días en la Asamblea, y resulta que la crisis es culpa nuestra», se defendió el diputado Elías Mata.
«La crisis la creó el modelo socialista impulsado por el gobierno. La caída de los precios del petróleo la hizo visible y sufrible», subrayó Jorge Roig, ex presidente de la patronal de los empresarios. «Para reactivar el aparato productivo, el gobierno tiene que pagar las deudas pendientes y generar políticas públicas que generen confianza», añadió. «Con decreto o sin decreto, el país y su economía van cuesta abajo», sentenció el politólogo Luis Vicente León.
Daniel Lozano/La Nación