Mientras su coalición se desbanda, Dilma promete pelear hasta el final

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Guerra psicológica a pleno. Cuando faltan apenas 24 horas para que comience en la Cámara de Diputados el debate sobre la apertura del proceso deimpeachment a Dilma Rousseff, que se decidirá en una votación el domingo, la presidenta dijo ayer que está convencida de ganar esta batalla clave y adelantó que, si resulta victoriosa, propondrá un pacto a todas las fuerzas políticas, mientras que desde la oposición continuaban ganando apoyos y afirmaban que ya tenían los sufragios necesarios para garantizar la salida de la arrinconada mandataria.

«El gobierno luchará hasta el último minuto del segundo tiempo por algo que creemos factible que es derrotar esta tentativa de golpe. Sé que los brasileños están de mi lado y que venceremos», buscó mostrarse confiada Dilma en un encuentro con los principales diarios de Brasil, los mismos a los que su gobierno acusó tantas veces de ser «golpistas».

El nerviosismo era evidente ayer en todas las reparticiones gubernamentales en Brasilia y los voceros de la administración intentaron revertir el clima de pesimismo que empezaba a ganar a la tropa oficialista con todo tipo de declaraciones a la prensa y los militantes. Detrás de escena, en tanto, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva seguía buscando convencer a diputados de respaldar a su ahijada política y salvar el proyecto del Partido de los Trabajadores (PT), que está en el poder desde 2003.

«Mi primer acto después de la votación en la Cámara será la propuesta de un pacto entre todas las fuerzas políticas, sin que haya vencidos ni vencedores. No se hace un pacto con odio», subrayó, aunque no se privó de atacar con dureza a su vicepresidente, Michel Temer, y al presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, ambos miembros del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ex aliado principal del PT en la coalición gobernante.

La presidenta ha denunciado que los dos, acusados de haberse beneficiado de la red de sobornos en Petrobras, están intentando destituirla para quedarse en el poder y bloquear así las investigaciones judiciales. Dilma misma no enfrenta el proceso deimpeachment por corrupción, sino por haber manipulado las cuentas públicas en los dos últimos años para presuntamente esconder el déficit (las llamadas «pedaleadas fiscales»).

«Los he llamado jefe y subjefe del golpe. Sólo que no sé quién es el jefe y quién el subjefe. Son socios, uno no actúa sin el otro», apuntó, y agregó: «Si pierdo [la votación], seré una carta fuera del mazo».

El domingo, los impulsores del impeachment necesitan obtener el apoyo de dos tercios de los 513 diputados, o sea 342 votos. Si los logran, el siguiente paso será la aceptación de la apertura del juicio político por el Senado, donde será sometido a una votación por mayoría simple de entre sus 81 miembros. Sólo entonces Rousseff sería inmediatamente apartada de su cargo por un plazo de hasta 180 días y el vicepresidente asumiría temporalmente. Si Dilma fuera hallada culpable por dos tercios de los senadores, sería efectivamente destituida, no podría postularse a otro cargo electivo por ocho años y Temer debería completar el resto del mandato.

Según la oposición, liderada por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), gracias a la dispersión de los últimos días de aliados del PT, el proceso de impeachmentya contaría con 349 votos asegurados.

«¡Vamos para una victoria abrumadora! Y la tendencia es en alta; más votos pueden llegar el domingo», señaló el diputado José Mendonça Filho, del partido Demócratas (DEM).

En las últimas horas, se sumó al bando del impeachment la mayoría (31) de los 36 diputados del Partido Social Democrático (PSD). Antes ya habían abandonado el barco oficialista, además del PMDB, el Partido Progresista (PP), el Partido Republicano Brasileño (PRB) y el Partido Laborista Brasileño (PTB). Y según las cuentas de los opositores, el terreno también ya es fértil para el juicio político en el Senado, donde contarían con 42 votos, y la expectativa es que la Cámara alta no se oponga a lo que decidan los diputados.

«Ahora en la recta final vamos a sufrir una guerra psicológica con el objetivo de crear un efecto dominó», se defendió ayer la presidenta.

Hasta ahora, el único antecedente exitoso de un impeachment en Brasil fue en 1992, con Fernando Collor de Mello, que prefirió renunciar antes de ser juzgado en el Senado. Uno de los entonces líderes del movimiento estudiantil de los «carapintadas», el ahora senador petista Luiz Lindbergh Farias, refutó ante LA NACION las comparaciones entre ambos casos.

«Lo que sucedió en la época de Collor fue totalmente distinto a lo que sucede hoy. En aquel momento, hubo un crimen de responsabilidad por parte del presidente: fueron encontradas cuentas de Collor que eran abastecidas por empresas fantasmas administradas por su tesorero, Paulo César Farias, con las que se pagaban gastos personales del presidente y de su familia. Ahora, ¿qué hay contra Dilma? Ninguna acusación de corrupción sobre ella; hasta la oposición concuerda en que es una persona honrada, honesta. Se la acusa sólo de cuestiones contables que todos los presidentes anteriores también han hecho; es una barbaridad», afirmó.

Para el senador oficialista, el domingo habrá una sorpresa. «La gente se está dando cuenta de que se trata de un golpe», opinó, y apuntó que prueba de ello es el aumento en la popularidad del ex presidente Lula, que debía asumir como jefe de Gabinete de Dilma, pero su designación fue bloqueada en la Justicia por estar también bajo sospecha de corrupción.

Una sangría de aliados que no cicatriza
El Partido del Movimiento Democrático Brasileño, de centroderecha y el más grande del país, abandonó las filas del gobierno de Rousseff el 29 de marzo pasado y ordenó a sus ministros y secretarios renunciar a sus cargos. El único que mantiene su posición es el vicepresidente Michel Temer, que asumiría el poder si prosperara el juicio político contra la presidenta

El que era el mayor aliado del gobierno después de la salida del PMDB, el derechista Partido Progresista (PP), con 47 legisladores, y el conservador Partido Republicano Brasileño (PRB), que tiene 22, decidieron el martes romper con el bloque oficialista y apoyar el impeachment

La sangría de apoyos continuó ayer cuando los líderes en la Cámara baja del Partido Social Democrático (PSD) -del ministro de Ciudades de Brasil, Gilberto Kassab- y del Partido Laborista Brasileño (PTB) anunciaron que el domingo sus diputados apoyarán el proceso de juicio político a Rousseff, que de prosperar será juzgada por el Senado

Dilma Rousseff
Presidenta brasileña

En un encuentro con la prensa, Dilma se mostró confiada en evitar el juicio político

«Lucharé hasta el último minuto contra este intento de golpe […] Si pierdo, seré una carta fuera del mazo»

«En la recta final [para la votación] sufriremos una guerra psicológica con el objetivo de crear un efecto dominó»

«Mi primer acto tras la votación será proponer un pacto con todas las fuerzas políticas, sin vencedores ni vencidos»

«Sé que los brasileños están de mi lado y que venceremos en esta batalla»

La Nación

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