«Sentí miedo por mis hijos, me los trajeron a la habitación maniatados. Me amenazaban con abusar de mi esposa», fue lo primero que manifestó Carlos Méndez -damnificado- mientras la policía realizaba trabajos en el interior de su propiedad.
Según contó la víctima, regresó con su casa -de calle Ameghino al 200- cerca de las 3 de la madrugada en compañía de sus hijos, de 10 y 12 años, y de su esposa. «Nos acostamos a dormir y cerca de las 4 me despiertan a los gritos. Me iluminan la cara con una linterna y me decían que me quede tranquilo que era un asalto», sostuvo Méndez.
El joven comerciante manifestó que en todo momento acató las órdenes de los malvivientes, quienes lo maniataron en la cama. «Estaba inconsciente. Me decían que ponga los brazos hacia atrás para que me aten. Todos tenían armas de fuego y la cara cubierta con pasamontañas. Puse las manos en la cabeza y me decían que no me haga el loco y que haga lo que ellos me decían», enfatizó.
Una vez controlada la situación en la habitación del matrimonio -ubicada en la plata baja- los delincuentes subieron hasta donde descansaban los niños. «Hicieron ingresar a mis hijos atados de pies y manos con cordones, encapuchados para que no vean y nos exigían que entreguemos la plata si no iban a violar a mi esposa y a mis hijos», explicó el hombre con los ojos llenos de lágrimas al rememorar el dramático momento vivido.
«Les entregué las llaves de la caja fuerte, me pedían que les dé más plata. Recordé que en el ropero había más y también se los entregué», sostuvo la víctima quien contó que antes de huir los delincuentes revolvieron todo lo que había en el interior de la casa.
Cerca de las 4.20 ya no se escuchaba ningún tipo de ruido. «Les gritaba ?muchachos, muchachos? y como no respondían logré levantarme, estaba atado de pies y manos. Caminé hasta la cocina, saqué un cuchillo y pude soltarme», indicó y luego -una vez que su familia estaba a salvo- dio aviso a la policía.
Consultado sobre cómo habrían ingresado los malhechores, el damnificado manifestó: «Por la puerta del garaje. La otra puerta tiene una tranca. Volvimos como a las tres, yo pongo la llave en la cerradura y no pongo el pasador. Con algo lograron sacar la llave de la cerradura y cuando estaba en el piso metieron la mano para sacarla y abrir de afuera».
El comerciante recordó que eran 4 hombres, «tres con tonada tucumana que hablaban fuerte y otro que murmuraba. Me imagino que para que yo no le reconociera la voz». Méndez radicó la denuncia en la Comisaría Seccional 14 y por orden del Dr. Juan Alende -fiscal de turno por La Banda- la causa quedó en manos de División Investigaciones de la Departamental Nº4.
El Liberal
Como es, las manos atrás para que le aten, después en la cabeza, los chicos traidos atados de pies y manos, como, alzados?levantarse atado, caminar hasta la cocina, tomar un cuchillo y soltarse? Algo está mal, no se entiende nada.