Durante las elecciones presidenciales de Octubre pasado les pregunté a varios brasileños por qué votaron a Jair Bolsonaro, y la gran mayoría de sus electores respondió (no necesariamente en ese orden):
—»Por su propuesta contra la corrupción».
—»Por su lucha contra la inseguridad».
—»Porque no sé si hará un buen o un mal gobierno, pero lo voto porque propone una forma diferente de hacer política».
El candidato que siete meses antes de las elecciones no tenía partido político para representar, que asumía no saber nada de economía, que ganó con una forma directa de hablar (lo catalogaban como el antipolítico porque decía lo que pensaba sin importar si sus dichos gustaban o no), estará al frente del futuro político de la mayor economía de América Latina y de una de las diez mayores economías del mundo.
Jair Bolsonaro tendrá en sus manos el destino de más de 200 millones de brasileñosy, sin duda, está dispuesto a asumir esta responsabilidad. No obstante que el inconsciente colectivo de la población brasileña afirma que el país está en crisis económica, lo cierto es que gran parte del «trabajo sucio» para que Brasil retome el curso del crecimiento fue realizado por el (ex) presidente Michel Temer:
—Congelamiento del gasto público (por reforma Constitucional)
—Reforma Laboral (por reforma Constitucional)
—Recuperación del crecimiento después de los peores tres años de la historia (2014, 2015 y 2016)
—Tasa de interés de referencia (SELIC) del 6,5% al año
—Inflación anual del 4,23% (puede ser menos ya que noviembre se registró una deflación del 0,21%)
—Superávit comercial proyectado para el año de 55.000 millones (oferta de dólares)
—Ingresos por inversión extranjera directa (IDE) proyectados para el año de 70.000 millones (oferta de dólares)
—Desvalorización del real en el 2018 del 15,7% (terminó a 3,876 reales por dólar contra 3,35 en diciembre del 2017)
—Crecimiento del PBI previsto próximo al 1,4% para el 2019
—Tasa de desempleo en caída, finalizo en el 11,6%. Brasil generó en el año 2018, 856.000 nuevos puestos de trabajo
—Las reservas del Banco Central suman 382.000 millones de dólares
—La deuda externa (pública y privada) por 317.000 millones de dólares
Gobierno Bolsonaro
Bolsonaro asume su gobierno con el 75% de los brasileños dando apoyo a las medidas que se comprometió realizar (según una encuesta de Datafolha – CNI). Es el mayor apoyo popular para un presidente que comienza su gestión desde el retorno de la democracia en Brasil.
La mayoría de los analistas concluye que si Bolsonaro consigue realizar, aunque parcialmente, las propuestas de campaña, Brasil podrá crecer un mínimo del 2,7% en el 2019 y un piso del 3% al 4% a partir del 2020.
La pieza fundamental para esta ruta del crecimiento se apoya en cuatro pilares de base:
—Aprobación de la Reforma de la Jubilación (este será el tema de mayor relevancia)
—Programa de privatizaciones, concesiones y venta de activos del Estado que no agreguen valor para disminuir la deuda pública.
—Reducir el gasto público para logar equilibrio fiscal en el primer año de gobierno y conseguir superávit fiscal a partir del segundo año de gobierno.
—Retomar y mantener la pirámide implementada por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, y mantenida por Lula da Silva (rota por Dilma Rousseff) de superávit fiscal, meta por inflación y libertad de cambio.
Los primeros seis meses de gobierno serán determinantes para entender la forma de gobernar del primer representante de la derecha política, que posibilitó el regreso de varios militares a los primeros eslabones de la cadena de mando, por la vía democrática.
El equipo de transición (comisión formada por representantes del gobierno entrante con el gobierno saliente) y la composición del Gabinete de Ministros de Bolsonaro demuestran que las promesas de campaña serán cumplidas. De 29 carteras quedarán apenas 20. La formación de los ministros es la más técnica que haya tenido Brasil en los últimos años, y no guarda relación con compromisos políticos (que Bolsonaro afirma no pactar) ni mucho menos con el manejo del presupuesto en cada cartera.
En su campaña afirmó que nombraría a su gabinete por competencias y de esa determinación surge la siguiente formación ministerial:
—En el Ministerio de Defensa: un General
—En el Ministerio de Economía: un economista
—En el Ministerio de Ciencia y Tecnología: un Científico
—En el Ministerio da Justicia y Seguridad: un Juez
—En el Ministerio da Salud: un médico
—En el Ministerio de Agricultura: una agrónoma
—En el Ministerio de Seguridad Institucional: un General
—En el Ministerio de Relaciones Exteriores: un Diplomático
—En el Ministerio de Derechos Humanos y Mujeres: una abogada y educadora
—En el Ministerio de la Auditoría Nacional: un auditor del ente recaudador de impuestos
—En la presidencia del Banco Central: un economista
—En la presidencia de Petrobras: un PhD en gestión
—Como Comisario de la Policía Federal: un Comisario con honras en la Recuperación de Activos y Cooperación Jurídica Internacional.
—En el Ministerio de Minas y Energía: un Físico especializado en
desarrollo Nuclear
Imaginando la Matriz SWOT (FODA) del gobierno Bolsonaro, podemos concluir lo siguiente:
Fortalezas:
—No tener acuerdos con los políticos tradicionales
—Poseer la segunda minoría en la Cámara de Diputados, donde hay 30 partidos representados
—Recibir una macroeconomía ordenada y con las reformas más importantes ya realizadas
—Haber levantado las banderas de la lucha contra la corrupción y la inseguridad
—Haber sido absolutamente sincero con sus propuestas
—Gobernar sin mirar la reelección dentro de cuatro años. Manifestó que no hará nada pensando en el voto y sí en el crecimiento de Brasil.
—Asumir que no sabe de determinado tema y no hablar sin conocimiento
—No gobernar en función de un partido y sí con objetivos nacionales
—El Déficit en Cuenta Corriente (la necesidad de financiación del país) perfectamente cubierto por los ingresos de las inversiones directas del exterior (recursos productivos)
—Puede disponer para 2019 de recursos genuinos como devoluciones del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), para lo que necesita apenas de un decreto presidencial, y de la venta de activos, privatizaciones y concesiones por más de 200.000 millones de dólares, que puede conseguir autorizar con la mayoría simple del Congreso (que no le será difícil conseguir)
—La industria brasileña tiene una importante capacidad ociosa (próxima al 30%) lo que permite que la actividad crezca sin la amenaza del regreso de la inflación
Debilidades:
—Falta de experiencia en la gestión del Poder Ejecutivo
—Su círculo de confianza (en particular sus hijos, que opinan de forma intempestiva y sin ninguna estrategia política)
—Las amenazas a su integridad física por su enfrentamiento con la delincuencia y con el narcotráfico. Es a estos sectores a los que Bolsonaro declaró la guerra
—Los políticos que consiguieron la reelección en el Congreso Nacional y tienen la experiencia y la mala reputación en sus gestiones. Algunos de ellos se encuentran investigados por corrupción y serán un factor preponderante de obstáculos en las reformas que deban tramitar en el Legislativo
—Su poca paciencia con preguntas sensibles: explota en sus respuestas
—Parte de su estrategia de crecimiento para Brasil se fundamenta en acuerdos bilaterales, pero hoy el Mercosur restringe esta opción
Oportunidades
—Podrá convertirse en el líder de la región y mostrar un camino a seguir en
política económica liberal, si sus propuestas dan resultado en el corto plazo.
Los malos resultados económicos del presidente Mauricio Macri lo sacaron de la vidriera internacional. La forma de ser de Bolsonaro puede hacer que el centro de las atenciones, que miraban a Argentina, migren hacia Brasil.
—Si consigue resolver la sequía del Noreste y administra correctamente los planes sociales, puede generar una perdida en la simpatía de la región más vulnerable de Brasil (en términos económicos) hacia los partidos de izquierda, sobre todo hacia el Partido de los Trabajadores.
—La Justicia, que se muestra independiente, puede continuar con el ataque a los factores de corrupción con los que Bolsonaro, por lo menos hasta el momento, no tiene ningún vínculo. Es uno de los pocos políticos en actividad sin denuncias ni sospechas de corrupción.
—No tiene ningún líder opositor de fuerza. Luego de las últimas elecciones, los partidos tradicionales quedaron con sus fuerzas acotadas (MDB de Michel Temer, PSDB de Geraldo Alkmink, PT de Fernando Haddad). Lula continua preso y cada vez ocupa menos espacio en el plano político. Se espera que la apelación del ex presidente ante el Superior Tribunal de Justicia (tercera instancia) sea analizada en el mes de febrero, y de esta forma, Lula seguiría en prisión por mucho tiempo, aun cuando la Corte Suprema altere la interpretación sobre la prisión con sentencia en segunda instancia.
—Una nueva forma de administrar el recurso público puede captar más inversiones sobre todo en aspectos de mejora de la tecnología
Amenazas:
—La no aprobación de la Reforma de la Jubilación, porque puede comprometer la necesidad de financiación pública en los próximos años. Hoy la relación deuda pública / PBI es de 76% y corre el riesgo de aumentar sin control en caso de no reformarse la referida ley.
—La coyuntura externa, sobre todo la caída de actividad de China (con quien Brasil tiene superávit comercial) y de Estados Unidos (con quien Bolsonaro apunta a tener una alianza estratégica). Europa, con una Unión Europea en plena decadencia y algunas enemistades manifiestas como el presidente Emmanuel Macrón de Francia, pueden alterar el crecimiento de Brasil por las exportaciones a estos mercados.
—La caída de actividad de Argentina, a quien iba dirigida una importante participación de sus exportaciones industriales.
—Un Mercosur sin mucho rumbo. Es una incógnita la posición efectiva de Bolsonaro respecto del bloque, y la reunión con Macri el próximo día 16 de enero será una fecha fundamental para ajustar la relación entre los dos países y respecto del futuro de la unión aduanera
—Que no consiga resultados concretos en los primeros seis meses de gestión, por una disputa de poder entre el liberalismo económico de Paulo Guedes y el conservadorismo económico de sus vínculos militares.
—La falta de PLAN B a una eventual ruptura (no esperada por cierto) con sus dos superministros: Paulo Guedes y Sergio Moro.
Conclusiones
Un amigo brasileño me confeso que se sentía ansioso y expectante por la asunción de Bolsonaro a la Presidencia de la República. Que era la primera vez desde que asumió Fernando Collor de Mello que imaginaba un país mejor cuando Bolsonaro termine su mandato presidencial, por la cantidad de cambios que podrían surgir en el país desde el punto de vista económico.
Tiene «a faca e o queijo na mão» (tiene el cuchillo y el queso en las manos) haciendo referencia a un dicho popular de quien tiene todo para conquistar su objetivo.
La duda es si sabrá usar este potencial. Como buen militar que es, Bolsonaro tendrá que dar algunos tiros en el blanco en los primeros meses de gestión para devolverle la esperanza al pueblo brasileño que desea ver un Poder Ejecutivo y un Poder Legislativo alejados de los titulares periodísticos en la parte de judiciales, para volver a leerlos en la parte política.
El mismo amigo brasileño concluyó nuestra charla en forma terminante: Bolsonaro puede ser el diablo gobernando, pero al menos es un diablo nuevo. Los otros diablos ya los conocemos y sabemos que nos hubieran hundido más de lo que estamos.
A partir de Jair Bolsonaro estará naciendo un nuevo Brasil. ¿Mejor o peor? Lo descubriremos en breve.