A partir de este febrero arrancó la ejecución del Plan Nacional de Adaptación del Comité Interinstitucional de Cambio Climático, que se hizo público esta semana. Se trata de una iniciativa propuesta por el Ministerio de Ambiente y presentada en mayo de 2019 para crear las condiciones necesarias en la gestión de la adaptación al cambio climático en un plazo de tres años.
Dado que Ecuador es muy sensible a los impactos del cambio climático, el plan, apoyado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), es visto como un importante instrumento de política pública para brindar herramientas para una gestión adaptativa integral medioambiental.
Las proyecciones climáticas que se consiguieron con el informe muestran que, en el peor año del país, la temperatura podría subir 2 grados centígrados, y las precipitaciones podrían aumentar 4 mm en algunos períodos y alcanzar 9 mm por encima del promedio estimado entre 1985 y 2015.
En términos de proyecciones oceánicas, también se espera un aumento del nivel medio del mar y aumentos en la acidez y temperatura de los océanos. La información recopilada se aplica a cada sector para identificar los riesgos que puede enfrentar. Barrera explica que esto permitirá diseñar acciones de conservación y medidas de adaptación. En el frente de la salud, se pronostica que la temperatura afectará la tasa de propagación de virus como el dengue.
En los próximos cuatro años se priorizarán seis áreas: asentamientos humanos, patrimonio hídrico, patrimonio natural, salud, sectores productivos estratégicos, y soberanía alimentaria en las materias agrícola, ganadera, acuicultura y pesca. El plan se implementará entre 2023 y 2027.
Para Matilde Mordt, representante del PNUD en Ecuador, el plan es un resultado altamente relevante debido a que el Ecuador se encuentra por “debajo del promedio mundial en la lista de países más preparados para enfrentar los impactos del cambio climático”, según sus declaraciones recogidas por Swissinfo.
Mordt destaca el trabajo realizado para desarrollar el plan que se llevó a cabo entre mayo de 2019 y enero de 2023. Este plan establece la dirección estratégica para la acción de adaptación en los próximos años y proporciona un conjunto de elementos para gestionar la crisis climática. En este se enfatizan las proyecciones climáticas futuras, el análisis de la industria de los riesgos climáticos y las herramientas para incorporar los enfoques de género en los procesos de adaptación.
Asimismo, existe una gama de estudios climáticos, respuestas para abordar los diversos impactos del cambio climático y cursos virtuales. El estudio pronostica lo que sucedería con la temperatura del mar, el oxígeno y los niveles del agua para 2050 y 2080.
La acidificación de los océanos, la disminución de los niveles de oxígeno a 100 metros sobre el nivel del mar, el aumento proyectado del nivel del mar de 15 centímetros para 2050 y 36 centímetros para 2080, son algunos de los parámetros de proyección del informe, que incluso aborda la situación de las especies acuáticas que son alimento para los seres humanos, entre otros efectos.
Este cambio en el clima afectará el medioambiente, al desarrollo, empleo y salud de las personas. Por lo tanto, se incluyen en el plan predictores de temperatura para diferentes departamentos. La información permite la adaptación, el diseño de nuevas áreas protegidas, la conservación y el desarrollo de capacidades de conservación.
Gustavo Manrique, titular de la cartera de ambiente, dijo que el plan presentado integrará la evidencia científica de los efectos adversos del cambio climático y propondrá acciones que ayuden a mejorar la calidad de vida de las familias.
Fuente: Infobae