El auto que creyó haber comprado no llegó y tal vez no haya existido nunca. Tampoco pudo probar que la plataforma de comercio digital con la que interactuó por correo electrónico para concretar el pago de más de U$S 5.000 (por la cotización del peso en 2010) sea la misma que demandó, según un fallo del Juzgado Federal N°2. Esa sentencia, que está firme, rechazó la demanda de un indemnización de U$S 31.000 o $ 124.000 de hace ocho años que había interpuesto el consumidor tucumano Germán Lobo Plaza contra el gigante latinoamericano de las compraventas online, Mercado Libre SRL.
En una resolución redactada con palabras llanas del 18 de octubre de 2018, el juez federal N°2, Fernando Luis Poviña, desligó a la empresa demandada del juicio tras considerar que Lobo Plaza y su abogado, Carlos Ernesto Correa Medina, no habían logrado acreditar la fuente de los mensajes ni la publicación del aviso de venta del vehículo. “La compañía accionada no tiene vínculo con un engaño perpetrado por un tercero”, expresó Poviña. Con esos términos sencillos, el juez puso fin a un litigio que había comenzado en 2010, luego de que Lobo Plaza transfiriese al menos $ 21.000 (U$S 5.000) a un supuesto vendedor ubicado en el Reino Unido.
El consumidor víctima de una estafa virtual relató en la demanda que había concretado el pago a los fines de comprar el automotor usado marca Suzuki Swift 1.5, 5 puertas, año 2008, dominio número HRL-394. Lobo Plaza manifestó que el aviso de venta había sido difundido por la página de Mercado Libre. El adquirente afirmó a la Justicia Federal, siempre según la sentencia, que a las 10.30 del 9 de febrero había recibido un e-mail de la casilla info@mercadolibre.com que lo invitaba a abonar el precio del vehículo en cuestión mediante una transferencia de Western Union. Dicho correo informaba que la cuenta del supuesto vendedor estaba manejada por Mercado Libre y que Mercadopago, servicio del mismo grupo empresarial, iba a supervisar la transacción. Lobo Plaza refirió que el destinatario de la remesa era un “un agente de Mercado Libre en el Reino Unido” llamado Lucas Hernández.
Faltó una peritación
El intercambio de correos electrónicos prosiguió. El comprador dijo que preguntó si la firma chequeaba los papeles del vehículo y si la transacción era 100% segura. Pero, al hacer clic en “responder”, surgió la dirección mercadopago.transacción@samerica.com y allí envió su interrogante. Luego recibió desde la misma casilla una contestación que afirmaba que las transacciones con el vendedor eran “cubiertas por errores de descripción y fraude”.
Lobo Plaza expresó, siempre según la sentencia, que desembolsó el dinero en la sucursal de Western Unión del Correo Argentino al día siguiente del primer contacto, el 10 de febrero de 2010. A continuación y por correo electrónico, su contraparte le exigió $ 6.000 más para garantizar el transporte del auto en la empresa “Lufthansa Air Cargo”. Lobo Plaza envió los datos de su cuenta bancaria y tarjeta de crédito, y no volvió a saber más nada de la operación. Ante la falta de noticias, escribió a la dirección crm.ml@mercadolibre.com, que, a la vuelta de correo, le contestó lo siguiente: “estamos al tanto de algunos vendedores que, mediante otras páginas, como así también en algunas publicaciones de vehículos de Mercado Libre, dicen tener un automóvil en Londres y lo ofrecen a un precio muy accesible. Toda la información que brindan es irregular, por lo que es importante que realices la denuncia en la dependencia policial más cercana a tu domicilio”.
El consumidor inició entonces su batalla judicial contra la plataforma, que en el juicio estuvo representada por Manuel Courel, abogado y funcionario municipal de Yerba Buena (María Nelly Lix Klett actuó como su letrada patrocinante). Mercado Libre negó la publicación y los correos electrónicos, y manifestó que no era propietaria de ningún producto difundido en el sitio, ni los ofrecía a la venta, ni intervenía en las operaciones de los usuarios, ni ofertaba garantías. La empresa añadió que sus obligaciones estaban detalladas en los términos y condiciones aceptados al acceder al servicio.
Poviña consideró que la plataforma tenía razón puesto que Lobo Plaza no había practicado una peritación informática que permitiese constatar la “integridad” de los correos electrónicos y su procedencia. El juez expresó que resultaba insuficiente la mera intervención de un escribano público que diese fe sobre la existencia de los mensajes. A ello agregó que las comunicaciones no lucían auténticas a simple vista puesto que habían sido enviadas espontáneamente -sin que Plaza Lobo las requiriese- y contenían errores de ortografía impropios de una compañía de la magnitud de Mercado Libre. Además, cuestionó la falta de previsiones sobre la transmisión del dominio del auto desde Reino Unido. El juez subrayó que el demandante tampoco había sido probado que el aviso de oferta haya sido divulgado por la firma demandada. Sin perjuicio de ello, Poviña recordó que jurisprudencia reciente había librado de responsabilidad civil a operadores de ventas y subastas on line que cumplían la función de “mero canal” y que no tenía el deber de supervisar la información transmitida en su foro puesto que quien no está obligado a vigilar tampoco puede estar obligado a responder.
PRECAUCIONES
¿CÓMO EVITAR SER ESTAFADO EN LA WEB?
Los expertos aconsejan chequear la reputación de los vendedores que ofrecen bienes y servicios en la web, y sólo consumar la transacción cuando existe un grado alto de certeza sobre la trayectoria del oferente. La constatación debe tener lugar en el propio foro o plataforma donde el vendedor ha publicado sus avisos, y valerse de las opiniones y referencias brindadas en el pasado por otros usuarios, pero también funcionan los buscadores de internet.
Las comunidades de compraventas o subastas “on line” suelen tener sistemas automáticos de medición del grado de cumplimiento. En ciertos casos, además, ofrecen la posibilidad de liberar desembolsos contra la efectiva remisión del producto. Pero, en general, los foros de comercio electrónico precisan en sus portales que no son parte de las operaciones que concretan sus usuarios, quienes aceptan estas condiciones al registrarse en el sitio.
En caso de duda sobre la veracidad de la oferta, conviene consultar antes de pagar.
Irene Benito/La Gaceta