Con Cristina en silencio, tres peronistas ya se muestran en campaña presidencial

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«Yo viajo en auto, él viaja en avión». En una de las escalas por el interior bonaerense, Agustín Rossi manoteó una ironía para justificar porqué todavía no visitó provincias lejanas como el salteño Juan Manuel Urtubey.

Esa picardía de charla de café, en un pueblo de la Buenos Aires rural, refleja como se miden y se miran entre sí los peronistas que, a un año del cierre de listas de 2019 -será en junio próximo- empezaron a moverse como candidatos.

Algunos dicen que quieren ser, arman agendas y equipos de campaña, «estudian» para candidatos mientras Cristina Kirchner, al igual que Sergio Massa, siguen con sus silencios tácticos temporales y que no significan, claro, inacción política.

Rossi, Urtubey y, en la última semana, Felipe Solá, iniciaron la larga maratón electoral del peronismo. El santafesino y el bonaerense lo dicen sin vueltas; el salteño, cauto o tiempista, se muestra, pero sin pronunciarlo.

Los tres replican un mapeo: Rossi viene del dispositivo K, Solá del Frente Renovador y Urtubey del peronismo anti K. Son identidades iniciales que todos quieren deconstruir para ser, a secas, candidatos del peronismo.

Detrás de ese pelotón, aparece otro que mide sus movimiento. Al cordobés José Manuel De la Sota lo tientan, el puntano Alberto Rodríguez Saá milita con su #hay2019 y entre nostalgias del post 2001, suena Roberto Lavagna, a quien hasta le anotan un potencial vice: el senador Miguel Angel Pichetto.

El chaqueño Jorge Capitanich había arrancado movedizo, pero puso el freno mientras que Sergio Uñac se encarga de bajar las expectativas de aquellos que lo quieren subir al ring, como ocurrió la semana pasada con intendentes del PJ bonaerense.

Massa, cuentan en Tigre, reaparecerá en septiembre y Cristina, que desliza que no piensan en competir en 2019, «está cómoda como está», cuentan en su entorno.

La lista es nutrida pero, en lo formal, Urtubey, Rossi y Solá son los que se mueven como candidatos. Un escalón abajo aparece Rodríguez Saá.

Cada uno, en este tiempo, movió sus piezas.

Rossi redobló sus «bajadas» al interior, hace entre 4 y 5 distritos por semana en la provincia, y sumó apariciones en Córdoba y Mendoza. Con alto conocimiento en Santa Fe, deja ese distrito para más adelante.

Tiene, como escolta, a Carmela Moreau, su pareja, dirigente de ADN radical, hija de Leopoldo Moreau, diputado del FpV-PJ, el bloque que preside Rossi.

Urtubey sumó hace semanas como consultor al español Antonio Sola, que hace años «interviene» en campaña argentinas. Inventó el «Cristina o vos» de Francisco De Narvaez en 2013 y en 2015 trabajó junto a Massa.

De esa mesa, surgió el plan de «apertura» de Urtubey que más que mostrarse con peronistas decidió mostrarse con silvestres como el misiones Hugo Passalacqua o el santafesino Miguel Lifschitz que, como contó Clarín, se queda sin reelección provincial y se perfila para el duelo nacional.

Solá sumó un socio a sus recorridas, el diputado Facundo Moyano, y lo asiste un equipo de comunicación en redes y propuestas. Parece inevitable la ruptura con Massa, con quien hace tiempo no habla cara a cara.

Solá y Rossi fueron, al inicio del año, gestores de una mesa de unidad bautizada G-7 integrada por Víctor Santa María, Alberto Fernández, Fernando «Chino» Navarro, entre otros, y que parece naufragar por la irrupción de dos postulantes enfrentados.

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