Este martes se celebró la Fiesta Patronal de Annunciata Cocchetti, coincidiendo con el Año Jubilar por los 30 años de su Beatificación.
La santa misa se realizó en la parroquia Cristo Rey y estuvo organizada por las Hermanas Doroteas, en honor a su fundadora, con el acompañamiento de las autoridades del Jardín de Infantes Beata Annunciata Cocchetti.
En la ocasión, el padre Gastón Cuello exhortó a seguir el camino de Anunciata. «Al descubrir todo lo que Dios hacía por ella quizo trasmitirlo y compartirlo a todos los demás, no se guardó nada. Así como lo vienen haciendo las hermanas Doroteas, las docentes y las familias que han conocido la vida de la Beata y la van enseñando».
«Pidamosle a ella más vocaciones -continuó- más personas que quieran anunciar el amor de Dios, ese que está en las cosas concretas, las más simples, en lo pequeño; que con gestos de bondad, de ternura y amor podamos manifestar que Dios vive con nosotros».
Historia de la Beata Anunciata Cocchetti
Nació en Rovato (Italia), en una familia rica de revolucionarios. A los 19 años, después de unas misiones predicadas en su pueblo, decidió vivir sólo para Dios y se dedicó a una vida de intensa piedad y ascesis espiritual. En su casa instruía y educaba a muchachas abandonadas. En 1922, obtuvo el diploma de maestra y fue la primera profesora de la escuela municipal de Rovato. Es por aquella época que conoce a santa Magdalena de Canossa y se propone abrir una casa «canosiana» en la zona de Brescia, pero el intento no fructifica, y Anunciata ve que está llamada a otro camino paralelo.
A la muerte de su abuela, Anunciata queda a cargo de su tío Carlos (que era ya tutor de algunos hermanos de ella), de ideales más políticos y «modernos», que proyecta para la joven maestra un casamiento de buena posición en Milán. Pero la beata no renunció a su vocación religiosa, que cada día veía más clara y firmemente. Adquiere experiencias en Milán, pero los planes de su tío no se realizan, y siguiendo la guía del padre Lucas, se traslada seis años más tarde a un muy pequeño pueblo, Cemmo in Valcamonica, donde se hace cargo de una escuela abierta por una señora noble, Erminia Panzerini, desde 1821, pero que hasta el momento no había conseguido arraigar: se trata de la «Obra de Santa Dorotea» y Anunciata colabora fielmente con la fundadora y lleva adelante la obra, ampliando las iniciativas de estudio y asistencia a los jóvenes y trabajó en este pueblo durante diez años, buscando siempre la voluntad de Dios.
Mientras, su director espiritual había fundado un Instituto que tenía como finalidad la caridad espiritual en la animación de una obra seglar: el Instituto de Hermanas de Santa Dorotea. En 1842, fue a Venecia para hacer un periodo de noviciado y fundó la comunidad en Cemmo. Prácticamente puede decirse que es la religiosa fundadora del Instituto. Su tarea espiritual al frente del mismo se desarrollará aun por cuarenta años más.
Posteriormente su obispo le confió la naciente fundación de las religiosas de santa Dorotea de Cemmo a las que dirigió durante 40 años. Cada domingo recorría los pueblos vecinos, afianzando a las colaboradoras de la Obra, y contribuyendo al desarrollo de la vida parroquial en cada uno de ellos. En 1853 establece un noviciado propio en Cemmo y comienza a difundirse fuera de Italia. Murió en Cemmo, y desde 1951 su cuerpo reposa en la casa madre de la Congregación, en Cemmo. Fue beatificada el 21 de abril de 1991 por SS. Juan Pablo II. (Texto extraído de la página de la Parroquia San Martín de Porres).