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Aunque los nombres de los futuros ministros no se han comunicado, parece claro que la copresidenta del Partido Verde, Annalena Baerbock, se convertirá en la primera ministra de Exteriores del país y el otro dirigente de la formación, el escritor Robert Habeck, estará a cargo de un gran ministerio para la Protección del Clima y será, además, vice jefe del Gobierno.
Exatleta, y campeona de trampolín, Baerbock, quien fuera candidata de los Verdes a la Cancillería, se convertiría así en la primera mujer y en la persona más joven en hacerse cargo de la diplomacia del país.
Pese al resultado histórico de los ecologistas en las legislativas de septiembre, esta abogada de 40 años, especialista en Derecho Internacional, admitió sus “errores” durante la campaña que su partido pago caros. Con primas no declaradas en el Bundestag, un CV algo “inflado” y una devastadora controversia sobre pasajes plagiados de un libro programático, Baerbock defraudó a quienes soñaban con una canciller ecologista.
Baerbock, por su parte, encontrará en su despacho el espinoso conflicto migratorio y diplomático con Bielorrusia, prometió ubicar a los derechos humanos en el centro de la diplomacia alemana y ha abogado por actuar con mayor firmeza con Rusia y China.
En tanto, el líder del FDP, tercero en la consulta del 26 de septiembre, Christian Lindner, de 42 años, podría ocupar el ministerio de Finanzas de la mayor economía europea, codiciado por los Verdes en las negociaciones previas.
Omnipresente en medios y programas de entrevistas, procedente de Renania del Norte-Westfalia, es criticado por haber impuesto un “culto a la personalidad” en el grupo que lidera desde hace 8 años.
Con él, el FDP se radicalizó, coqueteando a veces con la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD), sobre todo en el desafío a las restricciones anticovid.
Opositor a cualquier aumento impositivo, particularmente a los ricos, Lindner es además partidario de la austeridad presupuestaria.
Desafíos
La formación de un Gobierno, que tendrá paridad entre hombres y mujeres, tranquilizará a los países europeos, inquietos de ver a Alemania sin nadie en el timón, en un momento en que la pandemia resurge con fuerza en el país.
El futuro gobierno desea volver “en 2023” a las reglas de rigor presupuestario, entre ellas el control del endeudamiento inscrito en la Constitución.
La coalición también desea acelerar el fin del uso del carbón y eliminarlo “idealmente” en 2030, en lugar de 2038, como está previsto hasta ahora.
Para ello hay que “desarrollar masivamente las energías renovables” y “construir centrales de gas modernas para responder a las demandas de electricidad y energía de los próximos años a precios competitivos”.
Entre las primeras medidas anunciadas se destaca la disposición de un presupuesto de 1.000 millones de euros para el personal sanitario, “particularmente exigido” por la pandemia de covid-19, dijo Scholz.
Alemania también “estudiará” una posible “extensión” de la obligatoriedad de las vacunas a diferentes categorías laborales, en vigor en el Ejército y pronto en los centros médicos, se anunció.
Surgimiento
Scholz ya dio sus primeros pasos en la escena internacional al acompañar a Merkel en la cumbre del Grupo de los 20 (G20) el mes pasado en Roma.
Por primera vez desde hace 16 años, el SPD, que ganó con 25,7% de votos los comicios legislativos, dirigirá de nuevo el Gobierno de la principal economía europea.
Resultado del compromiso entre las tres formaciones, el “contrato de coalición” define todas las reformas económicas, medioambientales y políticas del próximo Gobierno, cuya composición será oficializada próximamente.
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