POR FACUNDO GALLEGO, ESPECIAL PARA LA BANDA DIARIO
Miércoles VII de Pascua
- Oración inicial
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Señor, te doy gracias por este momento de oración que me regalas. A tus pies están todos mis esfuerzos, mis sacrificios, mis alegrías y esperanzas. Haz que tu Palabra resuene siempre en mi corazón, me libre de mis pecados y me enseñe a amarte a Ti y a los hermanos. Amén.
- Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (17,11b-19)
A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo mirando al cielo: “Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.”
Palabra del Señor
- Meditación
En esta larga oración que eleva al Padre en voz alta, Jesús le ruega por aquellos que han compartido su vida, para que sean uno, como Él y el Padre son uno. Ruega por la unidad de la primera comunidad que se iría a formar en torno a la predicación de la Palabra.
Jesús es la Palabra del Padre, que nos recubre como la sal a la carne para preservarnos de la corrupción a la que nuestra vida cristiana está constantemente expuesta. Por eso, el Señor dice en su oración: “Padre, Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad”. Consagrar significa “separar para Dios”. Nosotros, en la fe que hemos recibido en la predicación de la Palabra, en la celebración de los sacramentos y en la vida cristiana que vivimos, estamos llamados a mostrar que somos consagrados a Dios. Que no cualquier cosa ni cualquier cosa, persona o circunstancia ocupa el lugar que Dios ocupa en nuestro corazón.
Jesús, hoy como ayer y para siempre, está en constante oración al Padre por nosotros. Por eso, Él es nuestro sumo pontífice, quien toma en sus manos nuestra humanidad entera y la eleva al Padre con los brazos clavados en la cruz. Su Sagrado Corazón late a cada instante por nosotros: su oración silenciosa y amorosa nos consagra, nos eleva, nos bendice, nos santifica… nos hace libres.
- Comunión espiritual
Señor, creo que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Como no puedo ahora recibirte sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno en todo a ti. No permitas que jamás me separe de ti. Amén.
- Oración final
Te alabo y te bendigo, Señor, por este momento de oración que me has regalado. Bendice mi corazón, mi vida entera, mi familia y amigos; que tu Espíritu Santo se derrame sobre toda la Iglesia y que el mundo se vea protegido por ti. Defiéndenos del avance del coronavirus, da la salud a los enfermos y el eterno descanso a los difuntos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.