La Justicia le reconoció a una mujer de la comunidad islámica su derecho a rezar en la mezquita en el mismo espacio físico que ocupan los hombres sin una barrera física que la separe de ellos, a la vez que consideró que también tiene derecho a compartir alimentos y otras actividades del culto con los varones como lo hacía anteriormente, bajo la dirección de otro sheik.
Según informó La Voz, la determinación fue de la jueza Mariana Wallace, a cargo del Juzgado de Niñez, Adolescencia, Violencia Familiar y de Género de Cuarta Nominación de la ciudad de Córdoba, entidad que adoptó esta decisión luego de considerar que el límite para el ejercicio del derecho a profesar una religión está dado por el orden público.
En la resolución, el Juzgado señaló que el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia y discriminación «forma parte del orden público argentino», en lo dispuesto por el artículo 6, inciso b, de la ley N° 2.6485, mientras que Wallace aplicó en el caso concreto el «principio de no regresividad» de los derechos humanos, entendido como «la prohibición de adoptar medidas deliberadas que supongan el empeoramiento del nivel de goce de un derecho».
La mujer, quien integra la comunidad religiosa islámica de la ciudad de Córdoba, alegó que el líder religioso le impuso viejas prácticas ya superadas por sus predecesores y, ante esta situación, el Juzgado dispuso medidas de resguardo previstas en la ley de Violencia Familiar y de Género, mientras que, una vez vencidas, formuló una serie de recomendaciones a los líderes de la mezquita en cuestión.
«Lo que reclama es la posibilidad de rezar como rezaba con el anterior sheik, sin barrera física entre varones y mujeres.
Plantea la invisibilización detrás de barreras físicas», señaló la jueza Wallace en diálogo con el medio cordobés. A partir de las pruebas reunidas en la causa, Wallace consideró que las acciones del nuevo líder religioso no estaban justificadas por razones de suficiente peso para desinstalar la práctica establecida por el anterior imán. «Los argumentos no son los suficientemente contundentes para justificar la regresión en el ejercicio del derecho», destacó.
Además, la jueza dijo que la mujer explicó que no objeta rezar detrás de los varones, pero sí tener que hacerlo detrás de una biblioteca y añadió: «La denuncia fue realizada por el marido de la mujer. Para los musulmanes, la vida religiosa impacta de una forma legal. Y esto trae tensiones en el ejercicio de derechos cuando se encuentran en un Estado laico».
El Tribuno