«Cosas de Esquina», Marcelo Noriega y su relato sobre «Lito»Juárez

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Foto La Banda Diario

Por Marcelo Noriega

Relato sobre Lito Juarez (fue escrito el viernes 27 de Noviembre sin saber sin sospechar la  triste noticia con la que nos encontramos hoy), compartimos escenarios, muestras, charlas sobre arte y sobre la vida. La Banda pierde a uno de sus más queridos personajes. No le tuvo miedo a la pandemia y se atrevió a brindarnos música en los días más tristes de este invierno que nunca olvidaremos. Sencillo, directo y un verdadero artista, excelente dibujante, músico, lector, profesor de francés, bohemio.

Algo extraordinario había sucedido en la esquina frente el mercado de la ciudad, pero nadie se había dado cuenta.

El quenero había estado siempre ahí, desafiando a la pandemia, con su gorro estilo pescador y una mascara casera especial que le permitía ejecutar el instrumento. Un pequeño equipo de sonido le servía de base. A veces lo acompañaba un flaco con una guitarra pero en general tocaba solo. Algunos decían que había nacido en Jujuy o Salta y que por eso se animaba a ejecutar en público ese instrumento tan lejano al gusto de los músicos de Santiago, que preferían siempre la guitarra o el violín que en sus mentes eran más utóctonos, siendo que al contrario, la quena era tocada por los indios antes de la llegada del español.

Bien, trataré brevemente al lector de explicar, humildemente, lo poco que entiendo yo sobre esas otras dimensiones, de la que tanto hablan en estos tiempos. Para ello nada mejor que mencionar el fenómeno de los ovnis. Siempre los ovniólogos se preguntaron sobre el porque de las velocidades asombrosas con la que estos desaparecían de la vista en un instante. Con el correr de los años, se llegó a la conclusión de que estas naves tenían la capacidad de viajar interdimensionalmente o sea, pasar de una una dimensión a otra al instante, de allí su capacidad de desaparecer ante la vista. No intentaré explicar lo que son las dimensiones porque es un tema en extremo complejo, bastara para este relato aceptar que fuera de la tercera dimensión (altura, anchura y profundidad) en la que estamos nosotros y no podemos escapar, existirían la cuarta, la quinta y muchas otras más. Mundos sutiles donde existirían otras realidades y otros seres, mucho más avanzados tecnológica y espiritualmente hablando que el nuestro.

Pero volvamos al olor a milanesa y papas fritas, al calor agobiante, a las gitanas vendiendo agujas, a los últimos diareros y esa esquina al frente del mercado de la Ciudad de La Banda.

Algo extraordinario le había sucedido al quenero, pero no se había dado cuenta.

Su gorra (una caja de zapatos sin marcas) ahora estaba llena de unos frasquitos que contenían un elixir metafísico que le otorgaba la inmortalidad al que lo bebiera. Pero como no se había dado cuenta de ningún movimiento, el quenero seguía tocando “La estrella azul”, y miraba de vez en cuando hacia abajo, de reojo, a través de los cristales de sus verdes anteojos, para ver algún generoso billete en su gorra.

Ya antes, el ángel de los elixires le había depositado allí los frasquitos con el zumo de los dioses. Todo ocurrió en una fracción de segundo y por eso el quenero no se había dado cuenta de nada. Las cosas importantes, de disfrazan de simples o inútiles muchas veces. Los mensajes de los ángeles se mezclan con el bullicio de la ciudad, las bocinas de los autos y los ladridos de los perros.

Quizá por eso es entendible que el quenero, al no ver ningún generoso billete en la gorra y sentir el agradable aroma de las milanesas que se fritaban en el mercado, arrojó a los mismos por el aire, creyendo que alguien se había burlado de él dejando ese inútil regalo, en vez de dinero.

Los frasquitos chocaron contra el asfalto reventando al instante casi todos y los que se salvaron solo duraron unos minutos, porque pasó un colectivo y los hizo añicos. El líquido de los dioses se evaporó en el agobiante mediodía sin que nadie se percatara de ello.

El quenero sigue tocando todas las mañanas, en la misma esquina, cerca del mercado, sin sospechar que ya estuvo en contacto con la quinta dimensión.

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