La 14ª Enmienda, añadida en 1868 a la Constitución, estipula que «la validez de la deuda pública de Estados Unidos, autorizada por ley, (…) no debe ser cuestionada». En otras palabras, los gastos ya votados deben poder ser pagados.
Pero no cumplir con las obligaciones de gasto fijadas por el Congreso podría ser una violación peor, dando al Tesoro una justificación para pedir prestado más dinero y seguir pagando sus cuentas. Invocar la 14ª Enmienda podría derivar en litigios, pero no hacerlo también implica riesgos.
«Si el Tesoro se queda sin margen para cumplir con sus obligaciones y termina retrasando ciertos pagos, los acreedores tienen un «reclamo legal perfectamente válido», dijo Buchanan.
Los beneficiarios del Seguro Social que no reciban sus cheques podrían unirse en una demanda colectiva, agregó. Por otro lado, si la administración Biden continúa pidiendo dinero prestado, los republicanos podrían demandarlo por incumplir con el tope de la deuda.
Eso los pondría «en una posición muy incómoda, porque estarían demandando para obligar al presidente a dejar de pagar la deuda nacional», explicó Robert Hockett, profesor de derecho en la Universidad de Cornell.
«Podemos alcanzar un acuerdo», reiteró Biden durante su vuelo de regreso a Washington desde Japón a bordo del Air Force One este domingo. Pero «no puedo garantizar que no forzarían un default», añadió sobre sus adversarios, para justificar su consideración de la enmienda 14.
«Pienso que tenemos la potestad» de utilizar el recurso, pero «la cuestión es si puede hacerse e invocarse a tiempo», matizó el mandatario, que acortó su gira asiática antes de partir de Washington por esta crisis.
Deuda: qué reclaman los republicanos
Biden tenía previsto mantener una conversación telefónica el domingo con el líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, quien encabeza la negativa de la oposición a aumentar la capacidad de emisión de deuda del país a menos que haya un compromiso de reducción del gasto.
Biden y McCarthy sostuvieron dos reuniones en los últimos días a medida que se acerca el plazo que según el Departamento del Tesoro podría poner a Estados Unidos entre la espada y la pared.
Los republicanos reclaman bajar el gasto público y el déficit fiscal, y quieren reducir la emisión de deuda que habitualmente permite cubrir esa brecha.
Demócratas y republicanos no se ponen de acuerdo sobre este aumento de la capacidad de emisión de deuda de Estados Unidos, a pesar de que es indispensable para que el país honre sus pagos a acreedores, proveedores, pague salarios de los funcionarios públicos y las pensiones.
Subir el límite de la emisión de deuda suele ser un trámite rutinario en el país, que usa este sistema dependiente del Congreso desde hace décadas. Pero esta vez, como viene ocurriendo con más frecuencia, el asunto es objeto de una pulseada política.
Estados Unidos superó en enero el límite máximo de emisión de deuda pública, de 31,4 billones de dólares, y desde entonces se han aplicado medidas extraordinarias que solo permiten cumplir con las obligaciones por un tiempo
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, indicó en una declaración que McCarthy se ve forzado por los partidarios del ex presidente Donald Trump, que está «amenazando con colocar (a Estados Unidos) en default por primera vez» en la historia.
McCarthy tuiteó el sábado que es la Casa Blanca que «retrocede». «Desafortunadamente, la rama socialista del Partido Republicano parece tener el control, especialmente con el presidente Biden fuera del país», sostuvo.
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