Cristina Kirchner se quedó sin despacho en la Casa Rosada

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Bienvenidos Alberto y Cristina», reza el cartel de cartón blanco con letras negras, ubicado al tope del árbol de Navidad, en la entrada principal que da al Patio de las Palmeras. Una foto de la expresidenta, sonriente con un gorrito azul y las siglas del sindicato estatal UPCN en la cabeza, sobresale en la sucesión de imágenes que sirve de entrada a las oficinas del gremio, en el primer piso de la Casa Rosada.

A diferencia de su repetida omnipresencia, marca registrada de los ocho años en los que estuvo sentada en el sillón de Rivadavia, Cristina Kirchner no pasó por la Casa Rosada en los 13 días que lleva como vicepresidenta. Con la premeditada intención de no generar suspicacias en torno al poder de Alberto Fernández, su ausencia es, sin embargo, muy visible, y despierta tanto deseos de verla pronto en sus simpatizantes como inquietud y cierto nerviosismo en muchos de los dirigentes y funcionarios que acompañan al Presidente en el trabajo diario.

En principio, la oficina de la vicepresidencia, que hasta el 10 de diciembre ocupaba Gabriela Michetti, tiene nuevo dueño: Casa Militar, quien tenía una vieja disputa con el secretario general saliente, Fernando de Andreis, ya que considera que esa oficina es parte de su patrimonio. «General sin cuartel no es general», graficó un viejo empleado de la casa, en referencia al pensamiento del general José Luis Yofre, todavía jefe de la Casa Militar, heredado del gobierno macrista. «Esa siempre fue la oficina del jefe de la Casa Militar, calculamos que no va a haber cambios», afirmó un funcionario con muchos años y responsabilidades en la Casa Rosada.

No se trata, por cierto, solo de una intención verbal: un cartel de bronce, en la entrada de esa oficina del primer piso de la Casa Rosada y cercana a la del Presidente, lo explica claramente. «Presidencia de la Nación. Casa Militar. Jefatura», reza la chapa, aunque en el interior de la oficina-según otros empleados-se ve «poco movimiento».

La movida de Casa Militar generó incertidumbre en los pocos empleados heredados de la gestión de Cambiemos, que al igual que en otros sectores aún siguen yendo a trabajar allí hasta que se resuelva su situación laboral. «Hasta que no les digan que los echan, o que vayan a otro lugar, están sentados ahí», contó un viejo ocupante del despacho de Michetti, que tenía a la dirigente puntana Gabriela González Riollo como secretaria privada.

La placa de Casa Militar, en el despacho que era para la vicepresidenta
La placa de Casa Militar, en el despacho que era para la vicepresidenta

El 11 de diciembre, su primer día completo en la Casa Rosada, con 38 grados de temperatura y el aire acondicionado de su despacho sin funcionar, el propio Presidente tuvo allí «un par de reuniones», según confirmaron en su entorno.

Más allá de la ocupación de la oficina, y el consenso generalizado de que Cristina «no vendrá» al menos de manera permanente, nadie da por descontado del todo que la vicepresidenta aparezca, sin previo aviso, a reclamar un espacio. «Su gente no está por acá, ni avisó nada aún. Dependerá de ella», respondió, lacónico, un albertista de vieja data.

La distancia física evidente entre el Presidente y su vice, vista como una acordada «separación de tareas» desde ambas partes, se trasladó esta semana a la preparación del proyecto de ley ómnibus de Emergencia. Según distintas fuentes, y más allá de que se la mantuvo «informada» del contenido y los cambios que fue sufriendo el proyecto original, Cristina «no participó» de los debates y el análisis concreto de los artículos de la decisiva ley, que el Presidente discutió con el equipo económico, su secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Béliz y su mano derecha en temas legales, la secretaria de Legal y Técnica Vilma Ibarra. Eso sí: la vicepresidenta comandó, con energía y frases picantes hacia oficialistas y opositores, la maratónica sesión en el Senado que en la madrugada del sábado convirtió en ley el proyecto de Emergencia.

«Lo que pasa es lógico. Ella, desde un primer momento dijo que el Presidente era él. Y está cumpliendo», aseguró un incondicional de Cristina. «El único vice que realmente quería un despacho en la Rosada era (Eduardo) Duhalde, para joder a (Carlos) Menem. Ellos hablan y está todo bien, más allá de que tenerlo a Wado (De Pedro) dentro de la Rosada le da tranquilidad», resumió el veterano dirigente peronista, que confía en que la ausencia de Cristina de la Casa Rosada se extenderá, sin fecha de finalización.

Jaime Rosemberg/La Nación

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