Cristina Kirchner y Miguel Ángel Pichetto, en modo Pimpinela

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Hace dos años y un día que vivo sin él,
Hace dos años y un día que no lo he vuelto a ver,
Y aunque no he sido feliz aprendí a vivir sin su amor,
Pero al ir olvidando de pronto una noche volvió…
-¿Quién es?
-Soy yo…
-¿Qué vienes a buscar?
-A ti…
-Ya es tarde…
-¿Por qué?
-Porque ahora soy yo la que quiere estar sin ti…
«Olvídame y pega la vuelta», de Lucía y Joaquín Galán

Cristina Kirchner parece enamorada de la frase.

—Estoy dispuesta a trabajar con todos para que alguien del proyecto gobierne la Argentina y Buenos Aires —repite por enésima vez.

En el Instituto Patria celebran la expresión de buena voluntad aunque infieren que es una orden.

—Y todos significa todos —despeja rápidamente las dudas sobre si existen nombres vedados.

Tratándose de una senadora electa, la reconstrucción deseada tendrá su puntapié inicial en la Cámara alta.

Suena razonable, aunque riesgoso como punto de partida. El principal referente allí es Miguel Ángel Pichetto. Se trata del histórico jefe de bloque  que hace dos años rompió lanzas con Cristina.

—¿Están buscando acordar con Pichetto? —preguntó Infobae en la sede de Unidad Ciudadana.

—Sí, claro. Con él no hay rencor ni odio —ensayaron la nueva oda de amor y paz.
Nada es imposible entre dos pragmáticos. Cristina se posicionó respecto a la ortodoxia peronista en función de sus necesidades de campaña. El legislador siempre fue un corredor de obstáculos hábil para saltar del menemismo al duhaldismo y de allí al kirchnernismo.

Claro, para Pichetto la fuga siempre fue hacia adelante. Y hace rato que considera a la ex mandataria no sólo un emblema del pasado sino también de causas ajenas al PJ.
«Si nos quiere buscar que nos busque. Pero no creo que haya ningún acuerdo porque ella armó Unidad Ciudadana y nosotros estamos en el peronismo», señaló aInfobae un vocero del senador.

El representante de Río Negro ahora ubica a su ex jefa en un espacio de izquierda, alejado de la doctrina justicialista, pese a que en la entrevista en Infobae con Luis Novaresio la senadora electa se preocupó en afirmar que siempre fue soldado de Eva y Perón.

La alianza entre ambos asoma estratégica para la reconquista del poder ya que en el Congreso se librarán las principales batallas. Pichetto es un constructor de consensos nato y ya convocó a su despacho a gobernadores, sindicalistas e intendentes.

Sin embargo, nunca tuvo en su agenda a Cristina. La considera la mariscal de la derrota que en 2015 hizo eyectar al peronismo de la Casa Rosada.

El legislador ahora la quiere aislar con la anuencia de todo el partido. De hecho, el jueves vaticinó el fin de ciclo de la ex presidenta junto a los mandatarios provinciales que se reunieron en el Consejo Federal de Inversiones.

Curiosamente el portavoz de ese presagio fue el tucumano Juan Manzur, quien ocupó el Ministerio de Salud durante la anterior administración.

Pichetto cree que hay que anudar acuerdos con Mauricio Macri cada vez que sea necesario, y no ir permanentemente a una confrontación directa, a la vieja usanza kirchnerista.

Su postura ya había quedado reflejada en marzo de 2016, cuando justificó su apoyo a la ley de pago de los holdouts que propició el gobierno.  «Recuperé la capacidad de pensar», dijo entonces para blanquear su ruptura con Cristina.

La ex presidenta evitó contestarle en público pero fue inclemente en privado. «Es un traidor hijo de puta», le dedicó durante una conversación con su ex secretario general, Oscar Parrilli.

El audio, que llegó a los medios, no podía ser más explícito. No obstante ello, Beto Casella fue por más.

—¿Vos dijiste que Pichetto es un traidor hijo de puta? —azuzó el periodista a la ex mandataria en su programa de radio.

—Mis conversaciones privadas no las comento —hizo fintas la senadora electa, con una sonrisa cómplice, para no echar más leña al fuego.

Es evidente que Cristina detesta la ubicuidad de Pichetto, al menos cuando esa capacidad de acomodarse no significa encolumnarse detrás de ella.

En el kirchnerismo duro hay posturas encontradas. Hebe de Bonafini describió al jefe de bloque del PJ como «una basura» mientras que Guillermo Moreno lo consideró ideal para integrar la fórmula presidencial en el 2019. «Podría ser Cristina-Pichetto o Pichetto-Cristina», dijo a radio Caput.

El drama y la épica que exhibió el discurso del senador en aquel fatídico debate por la resolución 125, defendiendo ante Julio Cobos la postura kirchnerista, es un recuerdo del pasado.

El presente lo encuentra no sólo lejos de la ex mandataria sino también con ánimos confrontativos, como los de aquel día que culpó a los inmigrantes de quitarle trabajo de los argentinos sabiendo que para ella, además de xenófobo, ese razonamiento le resultaba de una «inmensa burrez».

Así las cosas, hoy ambos parecen emular a los Pimpinela en el tema «Olvídame y pega la vuelta», con una Cristina deseosa del reencuentro y un Pichetto despachándola al grito de «vete, olvida que existo, que me conociste y no te sorprendas, olvídate todo que tú para eso tienes experiencia».

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