¿Quién diría que aquel hombre pasaba sus noches como seguridad en boliches de Nueva York acabaría siendo una estrella de Hollywood? Así fue el camino de Vin Diesel, que terminó en lugares como la alfombra roja de los Oscars.
Nacido como Mark Sinclair en 1967 en California, junto a su gemelo Paul, creció en Nueva York bajo la tutela de su madre, Delora Sherleen, una astróloga de raíces italianas, y su padrastro Irving H. Vincent, un actor y director de teatro afroamericano.
Desde niño, el escenario apareció como una salida improbable. Según Screen Rat, a los siete años, luego de colarse con su hermano y unos amigos en un teatro para vandalizarlo, fueron descubiertos por la directora artística Crystal Field.
Pero si bien la pasión por el teatro lo acompañó desde pequeño, el acceso a los grandes estudios fue una batalla cuesta arriba.
En 1994, harto de recibir rechazos, Diesel decidió crear su propia oportunidad: escribió, dirigió, produjo y protagonizó Multi-Facial, un cortometraje semiautobiográfico sobre un actor multirracial que encadenaba audición tras audición sin obtener papeles por no “encajar” en una etnicidad definida.

“Mi padre era un actor negro, pero quiere que yo dé un paso más, que sea un actor. Solo un actor”, decía el personaje principal al final del corto
El cortometraje, financiado con apenas 3.000 dólares, no solo retrataba las limitaciones del sistema, sino que evidenciaba el talento de Diesel detrás y delante de la cámara. Fue seleccionado para el Festival de Cannes en 1995 y presentado ante salas colmadas.
El impacto fue tal que captó la atención de uno de los nombres más influyentes del cine estadounidense: Steven Spielberg.

Spielberg, al ver Multi-Facial y posteriormente Strays, un largometraje escrito, dirigido y producido también por Diesel, quedó tan impresionado que decidió crear un personaje especialmente para él en su próximo film.
Así fue como escribió el rol del soldado Adrian Caparzo en Rescatando al soldado Ryan (1998), una superproducción ambientada en la Segunda Guerra Mundial que se alzaría con cinco premios Oscar y 11 nominaciones.

“Me dijo: ‘Cuando escribí el papel para vos en Salvar al soldado Ryan, obviamente estaba contratando al actor, pero también estaba defendiendo secretamente al director que hay en vos’”, relató el actor en una entrevista con The National.

Además, Spielberg no se guardó nada. Según él, no dudó en lanzarle un buen tirón de orejas: “No has dirigido lo suficiente; deberías volver a la silla de director”.

A partir de entonces, su nombre empezó a circular con fuerza. No tardó en encarnar personajes de físico imponente y moral ambigua, como en Pitch Black (2000), Boiler Room (2000) o The Fast and the Furious (2001), donde cimentó una carrera basada en una presencia en pantalla magnética, aunque muchas veces limitada a roles bidimensionales.
Vivía con lo justo, pero con sueños grandes, haciendo listas de actores más exitosos que él para planear cómo superarlos, como recuerda su compañero de reparto Ed Burns, según The Guardian.
Un vistazo a su historia demuestra que, a veces, la perseverancia, el ingenio y una buena dosis de visión son suficientes para transformar las circunstancias más humildes en una carrera de impacto.
Fuente Teleshow