Del dolor crónico a la ansiedad: usos reales del Aceite de Cannabis

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El aceite de cannabis ha dejado de ser un tema tabú para instalarse con fuerza en la agenda médica y científica. Su avance se debe, en gran parte, a la acumulación de evidencia clínica que respalda su uso en condiciones donde otros tratamientos han fallado, especialmente en el manejo del dolor crónico y los trastornos de ansiedad. En 2018, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) marcó un punto de inflexión al aprobar Epidiolex, un fármaco basado en cannabidiol (CBD) para tratar formas severas de epilepsia infantil. Este reconocimiento oficial abrió la puerta a nuevas investigaciones y consolidó la legitimidad del aceite de cannabis como herramienta terapéutica.

Estudios como el publicado en The Journal of Pain (2020) han confirmado que los extractos de cannabis, en particular aquellos que combinan CBD y THC, pueden ofrecer alivio significativo en casos de dolor neuropático. En estos estudios, los pacientes tratados con aceite de cannabis reportaron mejoras notables en la calidad de vida, aunque los investigadores insisten en que se necesitan ensayos más amplios para determinar dosis óptimas y minimizar efectos adversos.

Ansiedad y salud mental: el CBD en el foco de la investigación

La ansiedad es otro de los frentes donde el aceite de cannabis ha mostrado un potencial concreto. Un trabajo publicado por Shannon et al. en The Permanente Journal (2019) documentó mejoras en el 79% de los pacientes tratados con CBD durante el primer mes, especialmente en lo que respecta al insomnio y los niveles generales de ansiedad. A diferencia de los ansiolíticos tradicionales, el cannabidiol no presentó efectos sedantes ni generó dependencia, lo que refuerza su atractivo en contextos clínicos sensibles.

La Organización Mundial de la Salud también avaló esta perspectiva en su informe de 2018, donde sostuvo que el CBD “no parece tener potencial de abuso ni causar daño”, contribuyendo a una revisión regulatoria en muchos países. En América Latina, el acceso legal al aceite de cannabis con fines medicinales ya es una realidad en países como Argentina, donde la Ley 27.350 y su reglamentación permiten el uso terapéutico, el autocultivo y la provisión gratuita a través del sistema de salud.

Más allá de los avances legislativos, lo cierto es que el interés por el aceite de cannabi crece al ritmo de la necesidad: pacientes con dolor crónico, epilepsia refractaria o ansiedad persistente buscan en este compuesto una respuesta que la medicina convencional a menudo no puede ofrecer. Aunque aún quedan desafíos científicos y regulatorios por delante, el camino está trazado: el aceite de cannabis ya forma parte del presente terapéutico en muchas partes del mundo.

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