El ministro del Interior de Francia, Christophe Castaner, denunció ayer que en los últimos tres meses registraron “cerca de 70” ataques contra diputados, el último un incendio intencional en una de las casas del presidente de la Asamblea Nacional (AN), este último fin de semana.
Castener denunció esta ola de ataques en una entrevista con el diario local Le Parisien, luego de que el presidente de la AN, Richard Ferrand, hiciera público que su residencia de descanso en Finisterre, en la región de Bretaña, había sufrido un incendio intencional y que la Justicia estaba investigando.
“No hay ningún indicio que nos permita orientar las sospechas hacia un grupúsculo, hacia un grupo de chalecos amarillos, que se habrían o no radicalizado. Pero esa es una de las hipótesis de trabajo”, aseguró el fiscal de Brest, Jean-Philippe Recappé, al diario parisino.
Menos convocatoria
Aunque nadie se adjudicó el ataque, los medios de comunicación y, sutilmente, algunos funcionarios los comenzaron a vincular con el movimiento de protesta que hace meses sacude a Francia cada sábado.
El sábado los chalecos amarillos volvieron a salir a las calles de Parías, pero la caída de convocatoria volvió a notarse.
El Ministerio del Interior informó que unas cuatro mil personas manifestaron en París y poco más de 50 mil en toda Francia, mientras que 21 personas fueron detenidas, según reportó el diario parisino Le Figaro.
Desde que el gobierno retrasara la suba de los impuestos sobre los combustibles –el origen de la protesta de los chalecos amarillos– y el presidente francés, Emmanuel Macron, anunciara medidas en favor del poder adquisitivo, el número de manifestantes cayó significativamente (287.710 personas el primer sábado en noviembre frente a los 58.600 la semana pasada).
Los chalecos amarillos tienen múltiples reivindicaciones, que van desde una mejora del poder adquisitivo a una mayor justicia social y fiscal, pasando por una democracia más horizontal o la exigencia de referendos ciudadanos.
Télam