Derrota para el sindicalismo tradicional en el cierre de candidaturas para PASO

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Los viejos sindicalistas no recuerdan un mayor desaire que el actual de la política a las estructuras tradicionales de los gremios en el cierre de listas, al menos desde el retorno de la democracia. Es que la participación de dirigentes en las nóminas, además de marginal y desperdigada, no guarda relación en absoluto con alguna negociación de cúpula de la CGT o de sellos menores con los accionistas mayoritarios del Frente de Todos. Esa ausencia, según los analistas, responde tanto al desacople de la alianza gobernante el sindicalismo como al movimiento pendular de los gremialistas frente a la gestión de Mauricio Macri y ante la propia administración de Alberto Fernández.

Ayer imperaba la desazón en casi todas las escuderías sindicales. Y contrastaba con la sobreabundancia en el entorno del bancario Sergio Palazzo, ungido con el cuarto lugar en la lista de candidatos a diputados nacionales por el Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires. El dirigente llegará a las elecciones generales con la certeza absoluta de que ocupará una banca en la Cámara baja y se sumará a otros dos dirigentes de su gremio que desde 2019 comparten ese honor: Claudia Ormachea y Carlos Cisneros.

La nominación de Palazzo, que se recupera de coronavirus y de una neumonía bilateral que lo aquejó en los últimos días, sólo confirma la hegemonía de Cristina de Kirchner en el campo sindical y la inclinación de la vicepresidenta por expresiones alternativas en este rubro: el dirigente es de origen radical y no ocupa un cargo en la CGT, cuya conducción suele cuestionar como referente de la Corriente Federal de Trabajadores. Los otros tres dirigentes que aspiran a renovar sus bancas también responden a la misma lógica: Hugo Yasky (CTA de los Trabajadores), Vanesa Siley (judiciales de Sitraju) y Walter Correa (curtidores), quienes además comparten haber mostrado una oposición plena a Cambiemos y un alineamiento al Instituto Patria sin fisuras.

Fuera de esos nombres es acentuada la aridez para el movimiento obrero peronista. La CGT, como máxima expresión del modelo sindical argentino, no logró colar ni un candidato para el Congreso nacional. Jorge Sola, dirigente del gremio asegurador y portavoz de la central obrera, se quedó sin la postulación por Santa Fe que impulsaba la “mesa chica” de la central. Tampoco lo consiguió Hugo Moyano, que especulaba con una nominación en la provincia de Buenos Aires para Karina, una de sus hijas y dirigente del partido por la Cultura, la Educación y el Trabajo (CET) que creó el camionero después de su ruptura con Cristina de Kirchner en 2012.

Para encontrar referencias cercanas a ambas representaciones mayoritarias del gremialismo más tradicional hay que remontarse a las legislaturas: para la de Ciudad de Buenos Aires irá como candidata en el cuarto puesto Maia Daer, hija de Héctor Daer, cosecretario general de la CGT y líder del gremio de Sanidad. Como adelantó este diario, fue una concesión directa de Alberto Fernández a su amigo y compañero desde la fundación del Frente Renovador, y un reconocimiento a la militancia de la dirigente en la agrupación peronista de base Grito de Corazón. En Camioneros, por su parte, rescatan que el líder del gremio en Corrientes, Emilio Rotela, intentará obtener una banca en la legislatura provincial en el octavo puesto.

En tanto que el único sindicalista que consiguió un espacio de relieve para disputar por un escaño en la legislatura bonaerense fue Naldo Brunelli, secretario general de la poderosa Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de San Nicolás, quien encabezará la lista por la segunda sección electoral. Los dirigentes gremiales con militancia en la provincia destacan que, a diferencia de otras elecciones en las que los intendentes tenían preponderancia en el armado de las listas, este año casi todas las decisiones pasaron por el mismo tridente de origen del Frente de Todos, Cristina de Kirchner (a través de Máximo Kirchner), Alberto Fernández y Sergio Massa.

La marginación de la CGT y de sus sellos inferiores de la mesa de negociación de las candidaturas parece responder a la caracterización del abogado laboralista Lucio Garzón Maceda, protagonista desde el Cordobazo hasta la actualidad del movimiento obrero peronista, acerca de que el modelo de la dirigencia actual es el de un “sindicalismo de pan y manteca” sólo abocado a la negociación de paritarias y a la gestión de sus obras sociales sin pretensión de inserción en la política como actor de peso.

Mariano Martín/Ámbito

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