La sanidad pública ha quedado en el ojo del huracán en Brasil después de que seis pacientes del estado de Río de Janeiro contrajeran el virus del VIH a partir de órganos que les habían sido trasplantados. Es una página negra para el sistema público porque no se trató de un simple error humano, sino, como denuncian las primeras investigaciones, de una trama montada para obtener más beneficios sin prestar atención a los controles necesarios. De momento han sido detenidas cuatro personas, uno de los propietarios del laboratorio privado de patología clínica Doutor Saleme y tres de sus empleados. Según la legislación brasileña, todos los órganos donados deben someterse a pruebas serológicas de VIH, hepatitis B, hepatitis C y otras infecciones. La Policía investiga ahora por qué no se detectó el virus en los órganos trasplantados. Los problemas empezaron a aparecer en septiembre, cuando un paciente que había recibido un órgano de uno de estos donantes acudió al hospital con síntomas neurológicos y dio positivo en la prueba del VIH, a pesar de no tener el virus antes de la operación. El caso podría extenderse a muchos otros pacientes. Según la fiscal encargada del caso, Elisa Ramos Pittaro Neves, “los sospechosos y el laboratorio” ya han “dado decenas de falsos positivos y falsos negativos al VIH, incluso en pruebas realizadas a niños”.
El escándalo de los órganos contaminados con el virus VIH no ha sido el único que ha creado debate estos días. En Parelhas, localidad del estado nororiental brasileño de Rio Grande do Norte, al menos ocho pacientes perdieron un ojo en una operación pública de cataratas. De las 48 personas que se sometieron a la operación, 15 contrajeron una infección bacteriana llamada endoftalmitis que les provocó la pérdida de uno de sus ojos. El departamento de sanidad del municipio ha abierto una investigación pública para determinar lo ocurrido y las posibles responsabilidades.
Otro problema que surgió en los últimos días fue el de las vacunas anti-COVID-19, las adaptadas a la variante XBB del coronavirus. De los 12,5 millones de dosis compradas el pasado mes de mayo por 725 millones de reales, 4,2 millones no han llegado a su destino. 3 millones incluso han caducado y 1,2 millones se cambiarán por dosis con una vida útil más larga. El resultado es que el gobierno no dispone de vacunas para entrega inmediata. Además, de los 8,26 millones de dosis transferidas, sólo se aplicaron 3,1 millones. 8 de cada 10 personas no han sido vacunadas a pesar de que la bivalente contra el coronavirus está recomendada para los grupos más débiles e incluida en el calendario de vacunación infantil. Entre los estados con menor cobertura de vacunación contra el COVID-19 figuran los estados amazónicos de Mato Grosso (10,1%), Tocantins (12,1%), Acre (12,9%), Maranhão (13,2%) y Roraima (13,3%).
Alberto Chebabo, presidente de la Sociedad Brasileña de Infectología (SBI), declaró a CNN Brasil que “una de las mayores dificultades que tenemos es que la gente sea consciente de la necesidad de tomar estas dosis, de la importancia de vacunarse, porque la enfermedad sigue manifestándose de forma masiva y sigue matando; sólo este año hay más de 5 mil muertes por COVID-19 en Brasil”, dijo. En un comunicado, el Ministerio de Salud prometió que en los próximos días llegarían 1,2 millones de dosis centradas únicamente en los niños. Pero no sólo faltan vacunas contra el COVID-19. Un estudio de la Confederación Nacional de Municipios muestra que 6 de cada 10 ciudades informan de la falta de vacunas para niños contra enfermedades como la meningitis, el sarampión, la varicela y la rubeola, así como contra el COVID-19.
Y con la reanudación del calor, Brasil también tiene que hacer frente al dengue. En 2024, el país registró 5.661 muertes por esta enfermedad causada por el mosquito Aedes aegypti. Las infecciones ya ascienden a 6.546.063 casos probables, según la Base de Datos de Monitoreo de Arbovirus del Ministerio de Salud. Se trata del peor registro de la historia de Brasil. San Pablo lidera con 1.862 muertes, seguido de Minas Gerais con 1.055, Paraná con 682 y el Distrito Federal 440. Y para los próximos meses, con la llegada del verano, es probable que el escenario empeore.
Además, en los últimos días ha saltado la alarma por otro problema. El gobierno del estado de San Pablo está investigando tres casos de pacientes con dengue contaminados por transfusiones de sangre. En la actualidad, las directrices del Ministerio de Salud para las donaciones de sangre no incluyen pruebas para detectar el virus del dengue. Sin embargo, desde marzo, la Agencia Brasileña de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) y el Ministerio de Salud han publicado una nota técnica que actualiza las directrices sobre el dengue en las donaciones de sangre. En ella se recomienda que no se consideren aptas para donar las personas que lleven 30 días enfermas o que hayan mantenido relaciones sexuales con personas infectadas o vacunadas contra el dengue.
Por último, en Brasil está en marcha una carrera para ampliar la patente de algunos medicamentos extranjeros para el tratamiento de la diabetes y enfermedades autoinmunes, como la psoriasis. De hecho, se creó un embudo legislativo después de una sentencia del Tribunal Superior Electoral en 2021, según la cual ninguna molécula puede tener protección durante más de 20 años después de solicitar el registro en el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI). Pero las empresas farmacéuticas, que todavía tenían una prórroga de validez de la patente en virtud de otra ley, la Ley de Propiedad Industrial de 1996, ahora han presentado demandas exigiendo mantener estos derechos hasta el final del período establecido anteriormente. Habrá que ver si tienen éxito.
Fuente Infobae