Desdoblar o no desdoblar las elecciones bonaerenses, el dilema que mantiene en vilo al Gobierno

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Los kirchneristas de la provincia de Buenos Aires no pueden creer que Cambiemos no haya decidido aún el desdoblamiento de las elecciones. Están seguros de que sería letal para ellos, ya que el caudal electoral de Cristina Fernández de Kirchner está prácticamente restringido al conurbano y, en el caso de que la gobernación de la provincia de Buenos Aires se adelantaran, los intendentes jugarían su aparato electoral en la elección local, desentendiéndose de la compulsa nacional.

En efecto, Cristina supera -sin campaña- el 40% de la intención de voto en la primera y tercera sección electoral, los 24 megamunicipios que concentran 10 millones de personas, un 63% de la población bonaerense, algo así como el 26 % del electorado nacional.

Si las elecciones para elegir presidente y gobernador fueran juntas, como siempre, los intendentes serían traccionados por la figura de Cristina, lo que les facilitará el posicionamiento en cada uno de los distritos. Pondrían toda la carne al asador en una misma campaña, fiscalizarían obsesivamente y, de paso, ayudarían a fortalecer las posibilidades de su candidata a presidente.

Si las elecciones se desdoblaran, si la provincia tuviera un turno electoral propio para elegir gobernador, intendentes, legisladores provinciales, los candidatos del kirchnerismo no tendrían una gran candidata que los ayude a posicionarse. Y deberían poner fondos y esfuerzo para cuidar el territorio, porque los candidatos de intendentes de Cambiemos, nucleados bajo el paraguas de los «Sin Tierra», estarían en excelentes condiciones para sacarlos de la cancha.

Es que Cambiemos sí tiene una gran candidata, María Eugenia Vidal, la dirigente política de mejor imagen en el país, que dedicaría su tiempo en respaldar a los candidatos que quieren desplazar a los intendentes peronistas de distritos claves como La Matanza, Hurlingham, Florencio Varela, San Martín, Moreno, Almirante Brown, Berazategui, Avellaneda, Tigre, San Fernando, por nombrar unos pocos que tienen dirigentes muy bien posicionados en sus localidades.

Hay quienes aseguran que la votación en la provincia de Buenos Aires se realizará en junio, que ya fueron consultados los jueces de la Corte bonaerense y hasta pregonan que en la ley provincial que debería aprobarse para permitir el desdoblamiento se incluiría la eliminación de las PASO.

Sin embargo, la decisión no está tomada. Cerca de la Gobernadora dicen que «es algo que hay que analizar seriamente para ver si el desdoblamiento fortalece a Mauricio (Macri) para la elección nacional. Todavía no tenemos claro que lo favorezca nítidamente, aunque sí tenemos clarísimo que al kircherismo le haría mucho daño».

Igual tampoco habrá que esperar demasiado tiempo. La definición estará a fines de enero, en un mes, cuando los expertos electorales del Gobierno hayan evaluado los distintos escenarios, sopesados pros y contras y ordenen los pasos a seguir. «Las posibilidades hoy están en el orden del 50%» dicen en Casa Rosada, o sea, nadie tiene la menor idea de qué será lo que finalmente se concluya.

La decisión está en manos de Marcos Peña y Jaime Durán Barba. Son las dos únicas opiniones que escuchará Macri o, en realidad, una, la de su Jefe de Gabinete, que seguramente llegará a sus conclusiones hablando con el gurú electoral. En principio, ninguno de los tres es afecto a las alquimias electorales. Tienen un método distinto para ganar las elecciones y lo que los asusta, antes que nada, es terminar dependiendo de los lobos de la política y sus infinitas negociaciones posibles.

¿Cuánto puede salir conseguir una ley en la provincia de Buenos Aires que pueda habilitar el desdoblamiento? ¿Con quiénes habrá que sentarse a negociar? ¿Alguien puede garantizar el éxito de la operación o una operación limpia, que no lesione las chances de Cambiemos como «lo distinto», «la nueva política»?

Alguien que conoce muy bien esa mesa chica, un fino observador del grupo que le encontró la quinta pata al gato electoral con un diagnóstico muy preciso de la sociedad del siglo XXI,  le dijo a Infobae que «solo van a aceptar algo de esas características si se convencen de que la victoria de Macri corre serios peligros. De otro modo, no van a aceptar nada que dependa del ala política de la coalición».

En el gobierno bonaerense creen que el peronismo no K es el que más fogonea el adelantamiento, porque diluirá la fortaleza electoral de Cristina y dejará en condiciones más equitativas al eventual candidato de Alternativa Federal, uno que aún no se sabe cómo elegirá, si a través de las encuestas, interna o el acuerdo entre gobernadores.

Por el lado de los «Sin Tierra», los candidatos a intendentes de Cambiemos que creen que el 2019 tiene que ser a todo o nada en materia territorial, ya que están convencidos de que no hay 2023 si no ganan la provincia y varias intendencias más del conurbano, creen que la opción es evidente. «María Eugenia sacaría 45%, nosotros ganaríamos en cantidad de distritos y el peronismo quedaría tan boxeado que Macri resolverá la elección en primera vuelta», explicaron en tono eufórico. Agregaron que «si es un daño para los K, es un beneficio para Macri y para Vidal».

Un amigo de Macri aseguró: «la verdad es que Mauricio no sabe qué es lo mejor, quiere ganar, y se está animando a pensar cosas que jamás había imaginado, como la posibilidad de ofrecerle la vicepresidencia a un peronista, tal vez Juan Manuel Urtubey». En efecto, Infobae comprobó que el Presidente mencionó esa posibilidad en algunos diálogos que tuvo por fuera del círculo rojo, quizás buscando que trascienda.

En lo único que hay consenso dentro de Cambiemos es en que no habrá desdoblamiento de elecciones municipales. Era una idea que tenía Sergio Massa, para asegurar la reelección de algunos candidatos peronistas sin necesidad de colgarse de un gran candidato presidencial o provincial del que hoy carecen. Tal vez, más adelante, Vidal pueda darle al líder del Frente Renovador una prueba piloto como para dejarlo conforme, pero hoy ni eso parece factible.

Mientras tanto, el calor del verano parece ser la ocasión propicia para que «Marcos y Jaime» afinen la estrategia y analicen las posibilidades reales de Macri de obtener la reelección. El primer peligro para decidir el desdoblamiento es, justamente, que la candidatura de Macri quede sometida a una capitis deminutio, a una disminución de la capacidad antes del lanzamiento formal.

Es un riesgo. Porque ¿si las cosas van bien, por qué cambiarlas? Néstor Kirchner hasta inventó las candidaturas testimoniales en el 2009 y aún así perdió. ¿Se puede forzar la realidad? ¿Tiene sentido ir contra la naturaleza de las cosas? ¿No es más económico elegir una ola, una corriente, y dejarse llevar hasta la costa por ella?

Hoy por hoy, la mesa chica electoral lo está pensando, algo que era inimaginable meses atrás. Solo eso es una muestra de que no tienen muy claro dónde están parados ni cómo viene el futuro. Necesitan tiempo para pensar, algo que por las sucesivas crisis se transformó en un insumo escaso para las principales espadas del Gobierno.

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