Después de 16 años Federico Pinedo deja el Congreso: descarta ser embajador y se imagina en el gabinete si Mauricio Macri es reelecto

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Federico Pinedo sólo tiene una certeza: el 10 de diciembre retirará las cosas de su despacho y abandonará el Congreso de la Nación tras 16 años. Esto abrió una serie de interrogantes de cara a lo que ocurrirá con su carrera política.

La primera especulación giró en torno a un ofrecimiento que habría recibido por parte del presidente Mauricio Macri. Según trascendió, le habría propuesto la Embajada de Argentina en Londres, supeditada a una hipotética reelección del actual mandatario.

Pero Pinedo rechazó el ofrecimiento y de esa manera completa la lista -junto a Gabriela Michetti y Emilio Monzó- de los funcionarios actuales que permanecieron durante estos cuatro años cerca del Presidente y no obtuvieron candidaturas ni poseen cargos garantizados en el caso de que Juntos por el Cambio gane la próxima elección.

«No me voy a ir del país», le dijo Pinedo a uno de sus allegados apenas comenzaron a circular las versiones que lo colocaron en el primer asiento del último tren a Londres. «A menos de que haya algo que hacer por el país y sea muy importante», agregó quien, desde 2015, ocupa la presidencia provisional del Senado de la Nación. Al final de su mandato. Pinedo completará 16 años dentro del Congreso. Los anteriores 12 estuvo en la Cámara Baja como diputado nacional.

La confesión, a la que accedió Infobae, corrobora lo que otra persona de su entorno ratifica: «Quiere trabajar en la Argentina, no tiene ningún anhelo de continuar su carrera política en otro país, mucho menos tan lejos de su casa y de su familia. Esa es la razón principal».

La suerte de Pinedo y el lugar que ocupa dentro del PRO no se asemeja en lo más mínimo con lo que viene ocurriendo con Monzó. El actual presidente de la Cámara de Diputados fue relegado en el cierre de listas y también dejará el Congreso en diciembre. Pero, en contraste con Pinedo, en las últimas semanas también coqueteó con el peronismo, hecho que generó una grieta dentro de la interna oficialista.

La realidad es que Monzó no logró sumar a nadie en la provincia de Buenos Aires, ni tampoco consiguió la renovación de los actuales legisladores de su entorno. El hecho de haber sido marginado sembró dudas sobre el accionar futuro de los diputados provinciales que le responden (Marcelo Daletto, Oscar Sánchez y Guillermo Bardón).

En ese sentido, Pinedo sí puede dar una respuesta concreta: sea cual sea el futuro de su espacio, no jugará políticamente para ningún otro partido que no sea el que le permitió desarrollarse y convertirse en uno de los legisladores más influyentes de las últimas dos décadas.

Hace menos de un mes, consultado durante una entrevista radial por la posibilidad de un triunfo de la fórmula Fernández-Fernández y el regreso de CFK al poder, el senador de 63 años respondió en forma irónica: «Si llegara a pasar eso, me tiro de la silla o del balcón».

«Él cree que dejar el Congreso es una decisión política y que el lugar que tenga que ocupar lo decidirá Mauricio (Macri). El Presidente sabe que puede contar con él», indicó uno de sus asesores, quien no ahondó en el rumor de que ese lugar pensado para Pinedo está dentro del próximo Gabinete, algo que él aceptaría.

Incluso se especuló con que Pinedo pueda ser nombrado canciller. «No lo veo. Dentro del Poder Ejecutivo sí. Un rol semejante al de un Secretario de Estado o ayudar desde otro lugar al Gobierno, sí. Todas esas afirmaciones son posibles, pero si deja el Congreso y le toca ir al Ejecutivo es para hacerlo desde un lugar central», sostuvo a este medio uno de los voceros oficialistas.

Desde la periferia más cercana al senador creen que, en caso de que el escenario resultase adverso, Pinedo volverá a desarrollar su profesión y se dedicará a ejercer el Derecho de manera privada. Ganador o perdedor, la opción de descansar no tiene fuerza.

Pinedo quiere seguir trabajando. «Vive para eso», explican quienes lo conocen. Aún fuera de lo tedioso que resultaron sus últimos años en el Congreso de la Nación, cree que si su rol como legislador está terminado es para aventurarse dentro de otro gran desafío, con la misma intensidad pero abocado a otras tareas.

Ese mismo círculo íntimo confirma que sufrió un desgaste propio de su exposición durante los últimos años y que abandonar el Senado, lejos de producirle inquietud, le generará alivio. Tal es así que manifiestan: «Siente que hay situaciones en las cuales nunca se llega a un resultado. Ahora va por eso».

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