Dilma Rousseff admitió que el 2015 fue «un año muy duro»

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Una crisis social representada en las movilizaciones que salieron a las calles a pedir su destitución y en la apabullante pérdida de popularidad; una crisis económica que se evidencia en el día a día; y una crisis política que tuvo su punto máximo cuando el vicepresidente de la nación, Michel Temer, le envió una carta en la que le dijo que se sentía como parte de un decorado.

El 2015 no fue de los mejores años para el mandato de Dilma Rousseff, que puede entrar en peligro si en los próximos meses la Cámara baja decide dar lugar al proceso de impeachment que la oposición quiere iniciar en su contra.

En medio de este panorama, hoy la presidenta de Brasil reconoció que el año 2015 ha sido difícil pero se declaró «optimista» para 2016, con la profundización de las reformas para relanzar el crecimiento económico.

Rousseff reconoció que el 2015 fue «un año muy duro», en que fue necesario revisar la estrategia económica del país, y dijo que cuenta con los apoyos en el Congreso para insistir en los ajustes presupuestarios este año. «En 2016, con el apoyo del Congreso, persistiremos en los ajustes presupuestarios necesarios, vitales para el equilibrio fiscal», dijo la presidenta en una columna publicada el viernes en el diario Folha de Sao Paulo.

Dilma se comprometió a elaborar una reforma previsional partiendo de una conversación con trabajadores y empresarios, lo que calificó como una «medida esencial para la supervivencia estructural de un sistema que protege a decenas de millones de trabajadores».

En el texto, publicado en el primer día del año, Rousseff reiteró la meta de un superávit primario de un 0,5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2016 y, además, se comprometió con una reducción de la inflación a la que enfrentará como una prioridad.

«Este 2015 fue un año muy duro. Revisando mis responsabilidades en este ambiente de dificultades, veo que nuestros errores y aciertos deben ser tratados con humildad y perspectiva histórica», dijo.

La presidenta, que se enfrenta a un pedido para iniciar un juicio político en su contra, dijo que «hubo inestabilidad política por una conducta muchas veces inmadura de sectores de la oposición que no aceptan el resultado de las urnas e intentan legitimar su actitud en las dificultades que atraviesa el país».

Rousseff fue reelecta en 2014 con muy poca diferencia respecto a Aecio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), la principal formación opositora. Neves ha sido acusado de haber recibido 300.000 reales (77.500 dólares) de sobornos en el marco del escándalo de corrupción en la empresa estatal petrolera Petrobras, algo que él niega.

El escándalo ha llevado a la cárcel a importantes miembros del oficialista Partido de los Trabajadores (centroizquierda) así como a grandes empresarios del país.

Rousseff considera que «el programa de reformas del Estado profundizará la democracia y reforzará las bases de un crecimiento duradero».

El 18 de diciembre, el exministro de Planificación Nelson Barbosa sustituyó al ortodoxo Joaquim Levy en el Ministerio de Economía, prometiendo la realización de reformas estructurales.

Rousseff, que pasa las fiestas de fin de año en Porto Alegre (sur), recordó que 2016 va a ser un año importante para Brasil, debido a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en agosto.

El crecimiento de la economía brasileña, la primera de América Latina y séptima del mundo, se enlenteció desde hace cinco años y entró en crisis en 2015, una crisis que se ha visto agravada por los escándalos de corrupción.

Agencias Reuters y AFP/La Nación

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