En la Puna salteña muchos caminos siguen dañados y quedan calles cubiertas de lodo en las poblaciones andinas que desde la semana pasada se vieron sorprendidas por lluvias torrenciales en la región más árida de la provincia.
El inusual diluvio cordillerano cortó rutas, rompió defensas hídricas, afectó vías férreas y dañó acueductos, escuelas y viviendas en distintas localidades de la Puna, la Quebrada del Toro y los Valles Calchaquíes.
Por fortuna, el desastre climático no tuvo consecuencias trágicas, como en el verano de 2012, cuando una joven madre embarazada y sus dos nenas murieron aplastadas por el techo de su vivienda, en Olacapato, en medio de un temporal de agua y granizo.
De todos modos, en esa localidad, San Antonio de los Cobres, Salar de Pocitos, Pastos Grandes y otros poblados del departamento Los Andes equipos municipales, viales y de empresas mineras, policías, gendarmes, agentes sanitarios, docentes y vecinos continúan trabajando a destajo en la recuperación de infraestructuras afectadas y la asistencia crítica a familias damnificadas.
En años anteriores, crecidas aluvionales y desmoronamientos aislaron durante semanas a muchas poblaciones de la región, pero esta vez las respuestas se mostraron mucho más aceitadas.
Más preparados
Al respecto, el vicepresidente de la Cámara de la Minería de Salta, Facundo Huidobro, resaltó que los municipios de la Puna, organismos viales y empresas mineras tomaron nota de experiencias anteriores y se prepararon, en varias reuniones previas, para actuar de manera coordinada ante esta clase de eventos climatológicos. “Podemos afirmar, con plena seguridad, que lo que antes tardaba semanas en restablecerse este verano tomó apenas unos días”, sostuvo el geólogo de Mansfield Minera que secunda a Iván Gómez Márquez (Bórax Argentina) en la conducción de cámara salteña del sector.
La entidad recordó que en la Puna salteña existen hoy fuertes expectativas de desarrollo económico y de incremento de empleo, algunas ya materializadas con avanzados proyectos. “Muchas empresas están trabajando para comenzar la producción de diferentes minerales en estos próximos años”, precisó Huidobro.
Muchas calles de San Antonio de los Cobres siguen cubiertas de lodo.
El referente de Mansfield precisó que la producción minera requiere el transporte constante de insumos y productos, como así también de personas que trabajan en la actividad.
“Lamentablemente el estado de las rutas en la Puna no acompaña las necesidades de los sectores productivos salteños en la actualidad”, recalcó.
Inversión privada
Ante el descuido de los caminos de la región, solo en 2018 y 2019 el sector minero privado invirtió cerca de 3 millones de dólares en el mantenimiento de vías de comunicación de las jurisdicciones municipales de San Antonio de los Cobres y Tolar Grande.
“Las inversiones mineras continúan a pesar de la ausencia o precariedad de la infraestructura básica”, aclaró Huidobro, en alusión a las rutas, las vías férreas y la energía.
En este contexto, destacó que la mejora de la ruta 51 entre Campo Quijano y San Antonio redujo drásticamente los cortes en este tramo por inclemencias meteorológicas. “Esta obra fue un gesto de confianza bien recibido por quienes abogan por el desarrollo de la industria minera”, dijo el vicepresidente de la Cámara, tras insistir en que “la falta de infraestructura apropiada es el principal obstáculo al desarrollo económico de la provincia, y pone en peligro la vida de las personas, aislándolas y postergándolas, como ocurre en la Puna”.
Momento difícil
El nuevo secretario de Minería y Energía de la Provincia, Ricardo Alonso, aseguró que en ese organismo “estamos preocupados y ocupados por la emergencia climática que enfrenta la Puna y que pareciera responder a un fenómeno de un año Niña, por las lluvias de alta intensidad producidas en la zona en corto tiempo”. El reconocido geólogo señaló que ante las inusuales precipitaciones que inundaron salares, anegaron áreas pobladas y rompieron caminos “hemos tomado contacto con empresas y proveedores mineros, y se comprometieron esfuerzos mancomunados para paliar la situación que afecta a todos, porque si no se pueden bajar los minerales no hay trabajo ni generación de riqueza. Es un momento difícil para la región, pero estamos empeñados en restablecer rápidamente la cadena de provisión de insumos, servicios, trabajo y producción de la zona”.
San Antonio de los Cobres despierta de la pesadilla
Cuadrillas municipales despejan calles tapadas de lodo y rearman defensas.
Alberto Carral
En San Antonio de los Cobres, cuadrillas municipales siguen removiendo el lodo que tapó las calles del pueblo en la madrugada del miércoles último, por las intensas lluvias que provocaron el desborde del río que atraviesa la localidad.
El intendente Alberto Carral estimó que el despeje de arterias llevará algunos días más, al igual que la reconstrucción de las defensas que fueron arrasadas por la crecida del río San Antonio. El jefe comunal aseguró que “en muchos años no se vio nada parecido”.
El área urbana quedó bajo agua y 37 familias sufrieron daños y pérdidas de consideración en sus viviendas. Las crecidas barrieron con un tramo de la ruta de ingreso a la población y camiones de gran porte quedaron con sus ruedas completamente enterradas en el lodo. Por el aluvión también colapsaron los dos acueductos que abastecen la localidad desde El Acay y Agua de Castilla. La afectación del servicio esencial se hizo sentir durante tres días en la principal localidad del departamento Los Andes, que fue declarada en emergencia sanitaria desde el miércoles por el ejecutivo municipal.
En este contexto, el intendente Carral destacó el empeño puesto por los agentes de la comuna, tanto en las obras de recuperación como en asistencia a familias damnificadas. También hizo un especial reconocimiento a la labor de Gendarmería, la Policía de Salta, el hospital y los Bomberos Voluntarios de la localidad, las cámaras de proveedores de servicios mineros, el área de Asistencia Crítica de la Provincia, los cinco concejales, la diputada del departamento y vecinos que sumaron sus esfuerzos en medio del desastre.
Antonio Oieni/El Tribuno