Dura carta de intelectuales kirchneristas contra el Gobierno: «Moderado es débil»

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En medio de las crecientes tensiones internas en el oficialismo, un grupo de intelectuales, académicos y referentes de la cultura que se identifican con el kirchnerismo publicaron una carta titulada «Unidad del campo popular: moderación o pueblo», con críticas al presidente Alberto Fernández.

En la misiva sostuvieron que «la ´Unidad´ del Frente de Todos ya se rompió en noviembre de 2021».

El texto, que lleva las firmas de Teresa Parodi, Liliana Herrero, Roberto Salvarezza, Adrián Paenza, Roberto Caballero, Mempo Giardinelli y Marcelo Figueras, entre otros, es en respuesta al comunicado que la que la semana pasada dieron a conocer desde un sector que responde al Presidente, denominado «La unidad del campo popular en tiempos difíciles».

Uno de los párrafos más duros del extenso texto es el que cuestionan el anuncio con el que el pasado viernes Alberto Fernández dio inicio a la guerra contra la inflación: «La política gubernamental ha llegado a su punto más trágico: la preparación de escenarios de anuncios donde no se realizan anuncios».

«Es la práctica fallida de anticipar políticas que no se concretan: el mismo gobierno genera las expectativas y la defraudación de las expectativas. Es el instante cruel donde la moderación se transforma en impotencia. Deciden bajarle la intensidad a la política y, como efecto no deseado, suprimen a la política. Proponen ir despacio pero terminan inmóviles», remarcó el texto.

Y enseguida completó: «Pretenden hablar suave pero se vuelven inaudibles. Todo lo que se presenta moderado termina siendo débil y sin capacidad transformadora. Es necesario recordarlo: los gobiernos no se evalúan por sus intenciones, sino por sus eficacias».

La carta completa es la siguiente:

«Unidad del campo popular: moderación o pueblo

«Bienvenido el debate en el campo nacional y popular.

Bienvenida la discusión entre compañeros y compañeras.

«Bienvenido el intercambio de ideas y la explicitación de los posicionamientos y matices sobre cómo avanzar en la construcción del programa político, económico, cultural y social latinoamericano.

«El debate público es una fortaleza de todo proyecto político nacional y popular. Nunca es una debilidad.

«El concepto de unidad es estratégico y, como tal, está sometido a una serie de tensiones y discusiones.

«¿Queremos la unidad? Por supuesto que sí. Unidad como concepto estratégico.

«Para que sea posible, es necesario dotarla de sentido; dejar que aparezca lo que ha estado y sigue estando por fuera de ella: las políticas que le dieron origen; la memoria histórica que la habilita. Es necesario polemizar con una operación que despolitiza: aquella que sustituye la discusión de las políticas que estructuraron la unidad por la apelación aislada a la palabra unidad.

«La unidad no se mantiene porque se la nombre. Se mantiene si continúan activas las políticas que le dieron origen. Es desde el exterior de sí misma que la palabra unidad toma sentido. Hay unidad porque hay otra cosa que justifica que la unidad exista.

Esa otra cosa son las políticas que la estructuraron. La negación de ese exterior constitutivo de la unidad despolitiza la discusión de las tensiones de la unidad.

«Las crisis suelen resolverse con la apelación a lo obvio: la unidad política requiere de permanente debate político. Ello es lo que falta y a eso convocamos. En este sentido, un grupo de compañeros y compañeras proponen, en un reciente documento, una discusión en la que el gobierno del Frente de Todos parece no tener ni origen ni sujeto. Por un lado, la palabra unidad flota en un vacío autosuficiente, como si no hubiera sido consecuencia de acuerdos entre diversos sectores políticos. Por el otro, el sujeto al que debieran dirigirse las políticas públicas -la base electoral del Frente de Todos- es apenas nombrado en un par de párrafos rápidos.

«Ni la memoria colectiva, ni el pueblo trabajador, ni la base social del Frente de Todos son protagonistas. Apenas hace alguna referencia lejana a mantener la «unidad para construir la transformación material progresiva sobre la cual se despliegue el día a día de las trabajadoras y los trabajadores y sus familias».

«Los términos «Macri», «macrismo», «Juntos por el Cambio», «sistema financiero», «precarización», «concentración», «desigualdad», no son utilizados en el documento citado. No hay oponente concreto. En el mundo del consenso, y en las formas suaves del lenguaje, no hay lugar para oposiciones fuertes ni para el desarrollo de conflictos. Hay un lenguaje de la política encapsulado.

«Mientras tanto, la política gubernamental ha llegado a su punto más trágico: la preparación de escenarios de anuncios donde no se realizan anuncios. Es la práctica fallida de anticipar políticas que no se concretan: el mismo gobierno genera las expectativas y la defraudación de las expectativas. Allí irrumpen los instantes crueles en donde la moderación se transforma en impotencia.

«Deciden bajarle la intensidad a la política y, como efecto no deseado, suprimen a la política. Proponen ir despacio pero terminan inmóviles. Pretenden hablar suave pero se vuelven inaudibles. Todo lo que se presenta moderado termina siendo débil y sin capacidad transformadora. Es necesario recordarlo: los gobiernos no se evalúan por sus intenciones, sino por sus realizaciones.

«Juntos por el Cambio ha construido su identidad, supuestamente racional e institucional, en contraste con otra «irracional y extrema», la de los partidarios y partidarias de la actual vicepresidenta. Trasladar ese criterio de legitimación política desde afuera hacia adentro del Frente de Todos estaría más en línea con la eliminación del adversario que con el compromiso de ampliar el debate político.

«Las crisis se superan muchas veces con redundancia: las diferencias políticas se resuelven con más política. A eso convocamos a los compañeros y compañeras que, lo sabemos, están plenamente comprometidos con la ampliación de la discusión pública.

«A riesgo de ser repetitivos: el problema del documento con el cual estamos dialogando, a nuestro juicio, es que, en sus páginas, no resulta nítido ni el origen de la unidad ni el sujeto destinatario de sus políticas. En ese sentido, la ausencia absoluta del nombre «Macri» es muy elocuente.

«El ex presidente neoliberal le entregó el gobierno al presidente Alberto Fernández con una economía 4% más chica de cómo la recibió, con una caída de 20 puntos de los salarios reales y con sendas crisis externas y de endeudamiento (público y privado) mutuamente reforzadas.

«Tampoco es cierto que entregó un país sin déficit fiscal: sólo cambió la composición de ese déficit a través del incremento del pago de intereses de su creciente endeudamiento. En paralelo, el gobierno macrista avanzó con la colonización y la cooptación de las herramientas de poder del Estado, sobre todo en materia de política económica.

«Ni en aquel momento, apenas asumió el nuevo gobierno del Frente de Todos, ni ahora, en el documento con el que dialogamos, ha aparecido la decisión de describir con nitidez las ruinas que dejó este nuevo experimento neoliberal. Hay, por lo tanto, una doble renuncia al origen: a la constitución de la frontera con el macrismo, por un lado, y a la defensa del lazo representativo con los sectores afectados por ese proyecto neoliberal, por el otro.

Esa doble renuncia es una sola: la nitidez del proyecto propio requiere de una clara diferenciación con el programa neoliberal.

«El dilema que se presenta entonces es que cuando se pretende hablarles a todos se termina hablándole a nadie. Cuando se pretende no pelearse con nadie, se termina peleado con todos. El conflicto existe. No asumirlo, leA367 r kjos de ampliar la base de sustentación, diluye, a los que no lo protagonizan, en la nada política.

«Por eso, el problema de la unidad se resuelve reponiendo el origen y el sujeto destinatario de la unidad. No se soluciona con una apelación a la reducción de la intensidad (es decir, a la moderación). El problema más importante no es de velocidad ni de magnitud: es de orientación de las políticas.

«Paradójicamente, la unidad a la que se convoca, en el marco de políticas regresivas, puede profundizar la crisis de la otra unidad: la de la base electoral del Frente de Todos. La unidad por arriba puede continuar desorganizando la unidad por abajo. Por eso, no se puede pensar la unidad desvinculada de las políticas que esa unidad expresa en términos de políticas públicas.

«En este sentido, insistimos, en las dimensiones de representación electoral y social: la «Unidad» del Frente de Todos se rompió en noviembre de 2021 cuando más de cuatro millones de electores que lo acompañaron en el 2019, ya no lo hicieron en las elecciones de medio mandato. Reconstruirla es el objetivo.

«La debilidad de la diferenciación discursiva de ambos proyectos -el macrista y el de nuestro gobierno- se extendió al diseño de algunas políticas: en el último trimestre de 2020, con la centralización de la estrategia económica en torno a los lineamientos del FMI, comenzó un camino de ajuste relativo.

«Esta política económica se extendió hasta las elecciones PASO de 2021 (sólo comenzó a corregirse en el último trimestre de ese año). Si bien la crisis global producida por la pandemia sanitaria explica parte de la debacle electoral en las elecciones legislativas de 2021, no es el único factor. A ello hay que sumarle las políticas de ajuste implementadas por nuestro propio gobierno.

«La clase trabajadora, por ejemplo, perdió en la puja distributiva y se produjo una nítida transferencia de recursos del trabajo hacia el capital, con especial énfasis desde finales de 2020. (…)

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