Detrás de todo gran tenista siempre hay un gran entrenador con una pócima mágica. Y esto es lo que ocurrió con el austríaco Dominic Thiem, ganador el domingo pasado del Argentina Open, en el que venció al español Rafael Nadal en semifinales.
El sitio web Tennis Frontier sacó a la luz la historia de Thiem, quien durante un par de años fue entrenado por Sepp Resnik, un ex deportista austríaco que corrió Ironmans, Ultra-Triatlons, dio la vuelta al mundo en bicicleta y cruzó a nado el estrecho de Gibraltar.
A los 17 años Thiem ya era una fuerte promesa pero tenía en su físico su punto más debil y ya se sabe lo importante que es el físico en el deporte.
Entonces su entrenador Gunter Bresnik decidió recurrir a Resnik, quien puso una sola condición: el entrenamiento iba a ser bajo sus excéntricos métodos.
En la primera práctica Sepp llevó a Dominic a correr por en medio del bosque a medianoche 15 kilómetros. «Lo llevé a correr de noche para que no nos distrajeran. La primera vez, Thiem me preguntó dónde estaba el vestuario, le dije que el vestuario era el bosque. Me dijo que estaba muy oscuro y le respondí que esperaba si era de madrugada. Le comenté que había corrido 60.000 kilómetros en este parque y que lo conocía de memoria», explica Resnik.
Thiem aceptaba a regañadientes las tareas que le encomendaba su entrenador pero nunca desistió. Resnik nunca lo llevó a un gimnasia y a cambio le hizo levantar troncos de 25 kilos, cruzar ríos a pie por el agua casi congelada y luego entrenar con la ropa mojada.
“Cuando me gritaba que no podía más, que le dolía, me miraba a mí haciendo lo mismo que él y yo le decía que no quería volver a escucharle decir eso otra vez ya que si yo podía hacerlo con 60 años, él con 20 podía hacer lo mismo tres veces», contó Resnik.
Sepp dejó de trabajar con Thiem hace dos años pero dejó un jugador totalmente distinto con un gran temple y estado físico envidiable. Y los resultados empezaron a llegar de manera inmediata.
Fuente: Telam