El campeón olímpico que volvió de una dura lesión y busca llegar a Río 2016

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crismanichEl destino vuelve a ensañarse con Sebastián Crismanich. Las lesiones, como desde aquellafinal olímpica en 2012, cuando ganó el oro pese a una fractura en el peroné de su pierna derecha, vuelven a aparecer como enésimo obstáculo. Esta vez, en el Open de México, vuelve a ser una quebradura, en este caso en la tibia de esa misma pierna. Pero antes, a principios y luego a finales del 2014, habían sido roturas de ligamentos en sus rodillas.

Demasiado para acobardar a cualquiera. Claro, el campeón olímpico no es cualquiera. Su mentalidad y determinación parecen a prueba de todo. «Ojo, por momentos sentí que el mundo se me venía encima porque uno se prepara toda la vida para competir y no poder hacerlo es muy duro. Más si es una lesión grave que te hace pensar que tal vez no vuelvas nunca más… Pasé por muchos estadios emocionales, tristeza, incertidumbre, esperanza. Fue día a día, 24 horas pensando en la rehabilitación y ahora por suerte estoy más cerca…», resume Seba con crudeza.

-¿Superar este proceso fue tan difícil como ganar una medalla olímpica?

-Es posible que haya sido tan difícil. Es difícil decirlo, porque son distintos rivales y es una lucha que los deportistas no estamos acostumbrados a pelear. Es una lucha contra nuestro propio cuerpo y mente. Debés ganarte a vos mismo. Pero ya lo hice. Siento que voy a volver bien. Y con un plus, siendo mejor persona y deportista. Todo esto me hizo ganar experiencia y madurez.

-Me dicen que ya estás recuperado, antes de lo pensado. Incluso que estás luchando y que te faltan detalles, lo fino. ¿Es así?

-Sí, ahora estuve en Buenos Aires y en la concentración de la Selección quedaron sorprendidos porque combatí y me dicen que no sienten diferencias con lo que yo era antes.

-¿Y vos sentís diferencias?

-Sí, aún no tengo la estabilidad y la saltabilidad de antes, pero estoy en un nivel similar. El resto tal vez no se da cuenta porque vengo trabajando en un nuevo estilo de combate para que no se note tanto lo que yo veo, una nueva posición de guardia y otras técnicas.

Tan particular es la mentalidad de Crismanich que estremece cuando cuenta que aún vive con dolores. «Sí, cuando me acuesto o me levanto. O cuando pateo… Me dijeron que voy a tener que convivir años con el dolor. Pero puedo controlarlo con mi cabeza. Tengo claro que la lesión se ha consolidado y no se volverá a romper. Sé que puedo chocar sin miedo y eso me da tranquilidad. En realidad tengo mucha ilusión. Me encanta este nuevo desafío de regresar de una lesión grave y buscar el boleto olímpico. Es una motivación extra, quiero usar a favor mío lo que pasó. Si sucedió fue porque viene algo positivo», asegura.

-El 10 y 11 de marzo te espera el Preolímpico, a todo o nada, porque sólo sirve estar en una final para lograr el boleto a Río.

-Sí, a todo o nada, porque los demás se clasificaron por ranking (los 6 mejores), como yo quería. Pero la lesión no me dejó y ahora no me queda otra. Habrá medallistas olímpicos y del mundo, alto nivel. Será lo que tenga que ser.

-¿Y qué presentís?

-Tengo un pálpito muy bueno. En realidad yo me veo en los Juegos de Río defendiendo el oro. Yo siento que mi persona está destinada a ser un ejemplo para todos, para la sociedad. Quiero demostrar que uno puede caerse, levantarse y volver a lo más alto.

-¿Sentís presión? Argentina es un país muy exitista y se espera mucho de vos.

-No siento presión sino una motivación para demostrar que puedo ser un ejemplo de superación. Mi idea es dejar más que medallas. Apunto a un legado. Yo ya conseguí lo máximo que se puede buscar y podría estar descansando en los laureles, pero mi búsqueda es dejar una enseñanza, ilusiones, sueños, nutrir a esa gente que me toma como referente.

-Además, como ese ejemplo que buscás dar, ayudás a tu gente en Corrientes.
-Sí, tuve la suerte de cruzarme con la gente de Weber Saint Gobain, que es sponsor pero además me ayuda a ayudar. Ojalá que muchas empresas copien esta idea. Yo elegí darle infraestructura a un comedor en Las Palmiras, un paraje a 60 kilómetros de la capital correntina. Ahí está el mayor foco de desnutrición de la provincia y es indispensable ayudar. Mi compromiso con la sociedad es total y es mi forma de dejar una huella.

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